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Museo de Prehistoria de Cantabria, el guardián del paleolítico se reivindica

El Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, Mupac, cumple noventa años en continua mudanza y sin dejar de reivindicar su papel de guardián de una de las colecciones del Paleolítico más importantes del mundo.

En un periplo casi centenario, que se inició en 1926 en los bajos del Instituto Santa Clara de Santander con la apertura del entonces Museo Prehistórico, ha logrado reunir cientos de miles de vestigios de la prehistoria, pero solo una ínfima parte -2.500 piezas- se exhiben en su actual sede, en los bajos del Mercado del Este.

La exposición permanente muestra colecciones muy importantes de la Edad de Hierro; materiales que cuentan cómo fue la conquista de Cantabria por los romanos y el proceso de romanización, y testimonios de la Edad Media que convierten al Mupac en uno de los mejores museos regionales de España.
Para no perdérselo, el Caldero de Cabárceno (900-650 ac), una de las pocas piezas de este tipo que existen en la Península, intacto desde la Edad de Bronce, y las estelas gigantes, unos discos de piedra tallada en la época prerromana que constituyen uno de los iconos más representativos de la historia de Cantabria y un enigma, porque aún hoy se desconoce su finalidad.

De la vida y la muerte en la Edad Media dan cuentan piezas como el Broche de Santa María de Hito (Valderredible), un cinturón finamente tallado en hueso con frisos horizontales, parejas de aves afrontadas y elementos vegetales.

Pero el Mupac es sobre todo un centro del arte paleolítico que gestiona y custodia un patrimonio arqueológico de primer nivel: los vestigios de la Prehistoria hallados en las cuevas de Cantabria declaradas Patrimonio de la Humanidad.

En sus instalaciones, muestra los utensilios que los hombres del Paleolítico utilizaban para pescar, cazar o coser sus vestimentas y que permiten al visitante conocer cómo vivían el homo sapiens y sus antecesores y su evolución a través de la sofisticación de estos instrumentos.

Por ejemplo, el Puñal de sílex de La Garma, encontrado entre el ajuar de una tumba calcolítica de esta cueva declarada Patrimonio de la Humanidad.

Junto a estos utensilios, la Colección de Arte Mueble, joya de la corona del Mupac, compuesta por pequeños objetos decorados de piedra, hueso y asta, en los que el hombre del Paleolítico superior plasmó entre 40.000 y 10.000 años atrás su pensamiento simbólico y su capacidad estética.

Es esta colección la que convierte al Mupac en uno de los museos del Paleolítico Superior más importantes del mundo y la que lleva a sus gestores a reivindicar una sede acorde con su relevancia.

«No pedimos el Guggenheim ni un museo estratosférico. Lo que pedimos es, simplemente, que el museo pueda desarrollar sus funciones adecuadamente», asegura a EFE su director, Roberto Ontañón, que reclama un museo a la altura, al menos, del de Altamira, del que defiende que el centro regional es un complemento.

Y es que la del Mupac es la historia de un museo en continuo tránsito.

Desde su fundación por el sacerdote salesiano Jesús Carballo, que consiguió que el rey Alfonso XIII y sus hijos asistieran a la inauguración de las modestas instalaciones del instituto, el museo ha estrenado otras dos ubicaciones en Santander -la antigua diputación provincial y la actual en los bajos del mercado-, pero ninguna de ellas definitiva.

El museo espera a que se materialice el último proyecto anunciado por el Gobierno de Cantabria: construir una sede completamente nueva junto al Palacio de Festivales y poner en marcha un plan estratégico del patrimonio rupestre, como palanca de dinamización socioeconómica.

Del periplo del Mupac da cuenta el título de la exposición temporal organizada por su 90 aniversario, «Un museo en tránsito», y el cartel anunciador, decorado con una ilustración de un bastón decorado encontrado en la Cueva del Castillo que forma parte de la valiosa colección de Arte Mueble, formado con los dibujos de las sucesivas sedes.

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