“Un día yo también estuve ahí, dónde estás tú ahora. También perdí toda esperanza y pensé que nada volvería a ser lo mismo. Al igual que tú, me sentí perdida y me enfadé con lo injusta que puede ser la vida a veces…” Artículo de Marian Cisterna, la primera “Baby Planner” o asesora de fertilidad de España que reclama mayor apoyo emocional ante el reto de los tratamientos de reproducción asistida
Ella misma pasó por varios procesos de fertilidad, aunque consiguió quedarse embarazada perdió a los tres meses al hijo que esperaba y, por si fuera poco, tuvo que hacer frente al diagnóstico de una enfermedad degenerativa: la esclerosis múltiple. “No tires la toalla, hazte un bonito turbante” (Mira editores), es su primera novela y abría una nueva etapa.
Marian no se arredró y comenzó a dar charlas. Creo un grupo de apoyo, “Hello”, para que las personas que se enfrentaban a la infertilidad y los tratamientos para concebir un hijo pudieran compartir sus experiencias.
Ahora está volcada en el proyecto Baby Plannerque asesora, orienta y acompaña de manera individual a quien inicie el camino hacia la paternidad. Trabaja como Baby Planner en el hospital Quirón Salud Zaragoza La Floresta.
“Un día yo también estuve ahí”
Por Marian Cisterna
Un día yo también estuve ahí, dónde estás tú ahora. También perdí toda esperanza y pensé que nada volvería a ser lo mismo. Al igual que tú, me sentí perdida y me enfadé con lo injusta que puede ser la vida a veces.
También tuve amigas que se embarazaban y me angustiaba sin entender por qué no podía alegrarme como lo hubiera hecho antes de que todo esto me ocurriera.
Me molestaba que me preguntaran qué tal estaba. Y también me molestaba que no lo hicieran. Ni yo misma me entendía.
Cómo tú, tuve que hacer frente a un montón de consultas médicas que cada vez me pintaban peor esto de ser madre… y nada ni nadie pudo ayudarme a comprender por qué nos sucedía eso a nosotros.
Buceé en Internet todo lo que quise y más. Y también me sentí culpable por eso, porque todo el mundo decía que no debía hacerlo. Que me estaba obsesionando.
Y también me dijeron que en cuanto dejara de pensarlo me quedaría embarazada. Já.
Y si… caminé cabizbaja mucho tiempo y me encontraba mucho mejor en soledad que acompañada. Viví un tiempo en una anestesia emocional que me impidió sentir alegría o tristeza, porque llegó un momento que no sentía absolutamente nada. Nada de nada.
Pues bien.
Todo pasará.
EFE