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Un plan nacional de linfomas para un diagnóstico correcto

El linfoma es una de las cuatro manifestaciones principales de cáncer que se dan en la sangre

La presencia de un bulto en el cuello puede deberse a causas muy diversas, como una mononucleosis infecciosa, una enfermedad reumatológica o, en el peor de los casos, un linfoma. Al presentar una sintomatología similar no es posible determinar a simple vista el origen de la inflamación y, por este motivo, oncólogos de toda España reclaman un plan nacional de linfomas que mejore su detección en fases tempranas.

Un linfoma es un cáncer que se desarrolla en los linfocitos, un tipo de glóbulos blancos con capacidad de reacción ante un antígeno (molécula extraña para el organismo). La inflamación de los ganglios linfáticos del cuello, de la axila o de la ingle es uno de los síntomas más comunes.

Los linfomas son el paradigma de enfermedad que puede curarse con quimioterapia, pero para ello es muy importante detectarlo a tiempo. Sin embargo, con frecuencia puede confundirse con otro tipo de enfermedades como, por ejemplo, una mononucleosis infecciosa. Según datos de la asociación de pacientes de Linfoma, Mieloma, Leucemia y Síndromes Mieloproliferativos (AEAL), cerca del 60% de los pacientes sufre un diagnóstico erróneo previo.

Por esta razón, el Grupo Oncológico para el Tratamiento y Estudio de Linfomas (GOTEL), formado por especialistas en linfomas de toda España, ha reclamado la creación de un plan nacional que favorezca la detección de esta patología en fases tempranas, la formación específica de los profesionales y el reciclaje de conocimientos.

Propone que este plan incluya una serie de procedimientos normalizados de trabajo para el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad, lo cual requiere la cooperación de múltiples disciplinas.

Complejidad

Existen dos grandes grupos de linfomas, cuya incidencia aparece representada en el siguiente cuadro:

 LINFOMA DE HODGKIN LINFOMA NO HODGKIN
2,5 casos por cada 100000 habitantes en varones y 2,1 casos en mujeres

Es más común en dos grupos de edades de 15 a 40 años y de 55 años en adelante

12,3 casos por cada 100.000 varones/año y 10,8 en mujeres, de los cuales:

  • El linfoma folicular constituye el 20%
  • El infoma difuso de células B grandes es el más frecuente

Información obtenida de GOTEL

Dentro de esta clasificación general podemos encontrar múltiples subtipos. El doctor Luis de la Cruz, especialista de GOTEL, afirma que pueden existir más de 40 variantes del linfoma no Hodgkin.

Si bien hay algunos subtipos que pueden considerarse raros dada su baja incidencia, “se trata de la sexta neoplasia en incidencia en la población en general”, indica.

Sostiene que, al tratarse de una familia tan amplia de linfomas, “no podemos permitirnos ningún error porque de eso va a depender el tratamiento que se aplica y, por consiguiente, la eventual curación de la mayoría de los pacientes”.

Difícil diagnóstico

Tal y como ha explicado el oncólogo Luis de la Cruz, la enfermedad se manifiesta frecuentemente con afectación de los ganglios linfáticos, que se encuentran en abdomen, ingle, pelvis, axilas, tórax y cuello, aunque también puede verse afectado un órgano concreto como, por ejemplo, el estómago.

El experto advierte de la importancia de realizar un seguimiento más estrecho y no catalogar directamente la presencia de ganglios inflamados como una enfermedad infecciosa que ha podido pasar sin antibióticos.

Si se sospecha de la existencia de un linfoma, debe realizarse un amplio diagnóstico diferencial (se identifica la enfermedad mediante la exclusión de otras posibles causas) con otro tipo de enfermedades virales o bacterianas e, incluso, enfermedades reumatológicas.

El diagnóstico de certeza adecuado se obtiene mediante anatomía patológica a partir de una biopsia de ganglio completo (se extrae el ganglio afectado para su análisis). “Es importante -destaca- que haya patólogos expertos en este tipo de enfermedades oncológicas para reducir el riesgo de error”.

Imagen del desarrollo y evolución de un linfoma. Efesalud.com

Imagen del desarrollo y evolución de un linfoma. Sistema de estadios de Ann-Arbor/ Imagen facilitada por Celgene

Hacia una coordinación multidisciplinar

Según ha señalado el doctor de la Cruz, en el diagnóstico están implicados habitualmente los servicios de radiodiagnóstico, medicina nuclear, cirujía general, cirujía maxilofacial y otorrinología. A nivel nacional, estas enfermedades son tratadas por oncólogos y hematólogos en función de los hospitales y las comunidades autónomas.

Para los expertos de GOTEL, el abordaje multidisciplinar resulta clave en el diagnóstico y el tratamiento de esta patología porque, al haber múltiples especialidades implicadas, el trabajo coordinado es fundamental, de manera que cualquier médico pueda detectar a tiempo un linfoma. EFE/ANA MARÍA BELINCHÓN

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