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El drama de las víctimas sin identificar del atentado de Niza

Por segundo día, Piero acude hoy al hospital Pasteur de Niza para buscar a su mujer. Había acudido con su hija de 4 años el pasado jueves al Paseo de los Ingleses a presenciar los fuegos artificiales cuando un camión conducido por un terrorista se precipitó sobre la gente y mató a 84 personas.

«Me llamó por teléfono para contarme lo que había pasado, pero se cortó. Desde entonces, no he tenido noticias de ella», asegura este habitante de la localidad italiana de Piasco, cerca de Turín.

Sin esperar a que amaneciera, se dirigió a Niza, temeroso de haber perdido a toda su familia. «No dormí en toda la noche. Me había quedado trabajando mientras mi familia pasaba unos días de vacaciones en Francia», relata.

Se presentó en el hospital sin que nadie supiera darle noticias de su familia. «Llevaba una foto de mi hija y de mi esposa. Les decía la ropa que llevaban, el color del pelo. Me mandaban de un hospital al otro. Nada. Hasta que me cabreé y en 10 minutos encontraron a mi hija», asegura.

La pequeña estaba bien, pero Piero no sabe nada de su mujer. «No llevaba encima la documentación y no logran encontrarla. Mi hija la vio con una pierna rota. Pero no aparece», asegura este italiano, que hace esfuerzos para guardar la calma y no llorar.

Piero está en Niza acompañado de su familia. «Hasta que no aparezca, yo no me muevo de aquí», asegura, mientras su suegro relata que su hija no aparece en ninguna de las listas de víctimas o heridos del atentado, del que se ha responsabilizado el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Aun quedan 16 cuerpos por identificar, de entre las 84 personas que perecieron en la carrera mortal que hizo el tunecino Mohamed Boulhel al volante de un camión frigorífico por un atestado paseo marítimo de Niza.

Muchos son los familiares que acuden al hospital Pasteur para conocer la suerte de sus allegados de los que no tienen noticias desde el día de la catástrofe, al igual que en el centro pediátrico Lenval, adonde fueron trasladados la mayor parte de los menores.

Kamel Meshri acompaña a su hermano, que no tiene noticias de su hijo de cuatro años. «Estaba con su madre, que ha aparecido muerta. Pero del hijo no sabemos nada», asegura, con poca esperanza de tener suerte.

«Creo que estará muerto. ¿Dónde va a estar un niño de cuatro años por ahí perdido?», se pregunta.
La portavoz del hospital infantil, Stéphanie Simpson, señaló en declaraciones a la prensa que cinco de los niños internados estaban todavía en estado crítico, uno había sido estabilizado y tres con respiración artificial.

También hay un niño de 8 años, probablemente extranjero, que está pendiente de ser identificado. El de menor edad de los hospitalizados tiene seis meses.

La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, aseguró que 26 de los heridos, cinco de ellos niños, siguen en estado crítico.

Junto al hospital se sitúa el centro de apoyo a las víctimas, donde psicólogos voluntarios prestan apoyo profesional a los supervivientes traumatizados o a los familiares desesperados por no encontrar a sus allegados.

Claudine y Michel acuden con fotos de un amigo de su hijo, del que no tienen noticias desde la noche fatídica.

«Ni en los hospitales ni en el centro de apoyo a las víctimas nos han dado información», aseguran desesperados.

Vuelven al hospital. En la puerta, Kamel Meshri llora desesperado. Su hermano gesticula, levanta los brazos al cielo y grita impotente. Le acaban de informar de que su hijo de cuatro años figura entre los muertos.  Luis Miguel Pascual/EFE

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