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APUNTES: Oportunidades para Europa

Con todo intento he dejado pasar algunas semanas para retomar el tema del referéndum británico, después de leer opiniones de buenos conocedores del entorno europeo.

El Bexit no ha sido una buena noticia, desde luego no lo ha sido para el Reino Unido que se presenta desunido en las personas y en el territorio, como han puesto de relieve las sucesivas manifestaciones y actos de rechazo; pero tampoco lo es para el resto de la Unión Europea.

Es, sin duda, una situación difícil y complicada que deberán resolver los británicos con los veintisiete, con dosis de buena voluntad por ambas partes, aunque no ayudan ciertas manifestaciones como las recientes de la nueva Premier. Situación difícil y complicada que presenta nuevas oportunidades de encontrar caminos que, por contraste, supongan beneficios, al menos a largo plazo y casi siempre, también en el medio y corto plazo tienen ventajas.

Distintos analistas, especialmente en los países del área, han buscado salidas para reconducir el resultado; los puntos de vista básicamente se reducen a dos líneas: quienes creen que, finalmente, el Reino Unido no saldrá de la Unión Europea, bien por la actuación del Parlamento, bien porque el nuevo gobierno decida realizar una segunda llamada a los británicos, con información veraz de las consecuencias de su voto, algo que parece descartado a fecha de hoy. Ahora bien, no queda claro en qué condiciones seguiría formando parte de la Europa Unida.

Una segunda línea, que parece más probable, propone que Reino Unido entre en el actual Espacio Económico Europeo, lo que le permitiría participar en el mercado único y en algunas de las políticas, eso sí, asumiendo también los costes correspondientes.

En todo caso, sin duda con generosidad pero también con la mirada puesta en lo que vaya a ser la Europa del futuro, los veintisiete tienen que diseñar las líneas maestras de la Unión del futuro, de manera que ésta siga siendo uno de los principales bloques del mundo en valores democráticos y en el respeto a los derechos humanos, y con el fuerte peso económico y político actual.

En el caso de que finalmente el Reino Unido se convierta en un miembro del Espacio Económico Europeo, los veintisiete deberán decidir también qué relaciones van a regir entre lo que algunos llaman ‘las dos Europas’, por una parte el Espacio Económico Europeo, introduciendo alguna pequeña modificación del Acuerdo hoy vigente; y, por otra parte, los veintisiete, en una Unión Monetaria donde unos miembros lo serían de hecho (los actuales) y otros in fieri, hasta que cumplan las condiciones necesarias para formar parte de la moneda única[1].

Centrándome ya en España, en las dos campañas electorales que hemos vivido en los últimos meses ningún partido ha dejado clara su visión acerca del futuro de la Unión Europea; no nos han dicho qué medidas ofrecen para mejorar y hacer más ágil el funcionamiento de la zona euro; no he encontrado ninguna propuesta que ayude a los países a afrontar la acogida de refugiados para aunar la solidaridad que caracteriza el proyecto europeo desde su creación con el necesario control para evitar que se vulneren nuestros principios y nuestro derecho; todo lo cual exige una política interior en España acorde con los restantes miembros de la UE. Tendría que aclararse este punto y otros más en los que no entro ahora,

El presidente en funciones sí ha dejado claro que a la reciente Reunión en Bruselas llevó una postura consensuada con los otros partidos; pero los ciudadanos desconocemos los términos de tal postura ante la nueva situación que ha dejado el referéndum británico.

Y sería muy bueno que hubiera debates públicos que permitan conocer las discrepancias y las distintas soluciones que se ofrecen, de manera que todos tuviéramos más claro hacia dónde puede avanzar Europa en los próximos años, de acuerdo con la visión que tienen hoy los políticos españoles.

No nos hurten esos debates en los que todos ellos deberían demostrar capacidad de entenderse para buscar soluciones europeas a los problemas europeos más concretos, desde la presión migratoria hasta la seguridad o el terrorismo; y defender sus acuerdos en las instituciones comunes.

[1] La situación de Dinamarca es peculiar, dada su cláusula opting out en el Tratado.

Elvira Martínez Chacón, Profesora Emérita de la Universidad de Navarra, área de Economía

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