El desabastecimiento y la escasez de alimentos y productos básicos es cada vez mayor y está propiciando un clima de «crispación» ciudadana en Venezuela ocasionando un deterioro en la calidad de vida del ciudadano y la creciente preocupación por la crisis económica
Para analistas consultados por Efe, la compleja distribución de productos de la llamada «cesta básica», que explica las largas filas en las calles de Venezuela, se ha convertido en el «ejemplo perfecto» de la violencia ciudadana, institucional y criminal que padece el venezolano.
Según el criminalista y abogado Fermín Mármol García, en Venezuela coexiste una violencia «desde las instituciones» y otra social que atribuye a la pérdida de alimentos y productos básicos, así como de la calidad de vida del ciudadano que se manifiesta en protestas, linchamientos y saqueos.
Mármol García puntualiza que detrás del tema alimenticio se han generado unos niveles de violencia que «nos convierten en una sociedad muy primitiva».
El abogado criminalista tipificó como «violencia institucional» la asociada a la venta de comida según la inclinación política de la persona o bajo ciertas condiciones. Por cuenta de la violencia criminal, el país «aparece como segundo» en el continente americano en homicidios y con una perspectiva de cerrar este año con 3.000 secuestros denunciados formalmente, estimó Mármol León.
Cifras de la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) indican que el año pasado el país alcanzó una tasa de homicidios de 90 por cada 100.000 habitantes.
Esta estadística que es tres veces mayor que la tasa de Colombia (32 por cada 100.000 habitantes), cuatro veces más que la de Brasil y cinco veces por encima de la de México, según el sociólogo y director de OVV, Roberto Briceño.
A esta percepción ciudadana de inseguridad se ha sumado en los últimos meses la urgencia de adquirir productos de la canasta básica en medio que filas en las que crece el descontento.
Para hacer frente a esta problemática, el Gobierno del presidente Nicolás Maduro creó recientemente los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP) para encargarse de la producción y entrega de los artículos básicos, integrados por juntas de vecinos, según la oposición vinculados al chavismo.
Pero la llegada de alimentos y productos básicos de estos CLAP es «cuentagotas» lo que está generando protestas en distintos puntos del país y ya ha dejado al menos cuatro muertos en las dos últimas semanas a causa de los disparos de la seguridad del gobierno de Maduro.
Los CLAP, opinó el economista y director de la firma consultora Econométrica, Henkel García, no solucionan la situación, ya que «al final no es un problema de distribución, es de cantidad de productos», de una oferta «global de bienes y servicios que se viene contrayendo ya hace unos cuantos trimestres a más de doble dígito».
«Los CLAP van a tener el mismo destino (…) o el mismo éxito que han tenido otras prácticas de administración de la escasez, como ha sido la del número cédula para poder comprar», explicó García sobre este sistema que el Gobierno defiende como una solución frente al «bachaqueo».
Y a medida que son mayores las dificultades para adquirir los productos y aumenta la preocupación por la crisis se empieza a generar un «clima de irritabilidad muy grande en la sociedad», afirmó Briceño.
Según dijo, esto hace que la respuesta de la gente sea «muy fuerte, muy agresiva» cuando se empieza a sentir que en la distribución de los productos «hay injusticia, hay segregación, hay partidismo o hay amiguismo». Laura Barros/EFE-Navarra Información
Muere un joven por un disparo de la policía en una protesta por la falta de alimentos en Venezuela
