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Peter Terrin: «La vida del escritor no se puede separar de su ficción»

Barcelona, 13 jun (EFE).- Confiesa el autor belga Peter Terrin que sufre una suerte de fobia hacia las biografías y que es por este motivo que antes de iniciar su novela «Post mortem» pensaba en crear un thriller con un escritor muy famoso que sería «biografóbico». Sin embargo, su pequeña hija cayó gravemente enferma y todo cambió.

En una entrevista con Efe, el novelista flamenco, que tiene en su haber importantes premios como el de Literatura de la Unión Europea o el AKO, considera que «la vida personal del escritor no se puede separar de su ficción» y como prueba presenta este título, publicado en España, en castellano y catalán, por Rayo Verde.

El lector seguirá la peripecia de un desconocido escritor, Emiel Steegman, quien, en una casita con jardín en un pequeño pueblo, donde vive con su esposa Tereza y su hija Renée, está trabajando en un libro, que acabará viéndose afectado por un hecho dramático: su hija una tarde se duerme y no vuelve a despertarse.

Terrin, partidario de tratar cuestiones diferentes en cada una de sus obras, todas escritas en flamenco, reconoce que antes de poner el hilo a la aguja para coser «Post mortem» quería una novela en la que un escritor se preguntaba por su propia vida a partir de testimonios que lo conocieron de joven, «pero ocurrió la enfermedad de mi hija y dejé de pensar en eso y me centré en Renée y en su evolución, desde que ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos».

Acudía al hospital a diario y allí tomaba notas «muy periodísticas» sobre todo lo que sucedía con su pequeña. «Estaba junto a su cama, en lo que, aunque suene muy extraño decirlo, fueron algunos de los momentos más maravillosos de mi vida», apunta.

Tras semanas de incertidumbres, la niña logró sobrevivir aunque con algunas secuelas, como narra en el libro.

«La vida siguió -destaca Terrin- y yo volví a la idea de la novela sobre la fobia a las biografías, pero decidí incluir una parte sobre la enfermedad de la niña, aunque al principio de lo que trato es de cómo se escribe un libro».

En este punto, se detiene y no esconde que hay quien le ha dicho que en la primera parte hay momentos «un poco confusos, especialmente en lo referente a la creación de algunos personajes, pero es que es así como yo los pienso -dice-, todo es muy orgánico, estoy confuso, aunque la gente piense que el escritor es como Dios, pero no es así y es a partir de una pequeña idea que todo crece y se desarrolla».

Asimismo, refleja esta «especie de fobia que tengo hacia las biografías, hacia el hecho de que yo no quiero que me hagan ninguna, porque no creo que mi vida sea suficientemente importante».

Además, mantiene que si antes de escribir «Post mortem» hubiera muerto y algún biógrafo hubiera escarbado en su trayectoria, su hija «se encontraría con un padre nuevo».

Sin embargo, ahora, esta apuesta por la autobiografía en la parte central de la novela permite que su hija y todos los lectores «conozcan lo más importante de mí en el libro más importante que he escrito».

Peter Terrin insiste en que el género biográfico revela secretos, «algo que da miedo, porque el biografiado habitualmente ya está muerto y no se puede defender, no tiene ningún control sobre ese texto». «El lector -remata- lo único que necesita para conocerme es leer mis libros».

A la vez, no esconde que siempre, en el proceso literario, ha tenido en mente a su pequeña, ahora una preadolescente de 11 años, para que cuando sea mayor pueda conocer, a través de esta historia, lo que significa el amor hacia la literatura y, especialmente, «el amor que pueden ofrecer un padre y una madre».

Y que ha querido mostrar, por otra parte, que en aquellos dramáticos momentos que sucedieron hace unos años «todos intentábamos sobrevivir, con una palabra clave en todo momento, creer».

Preguntado, precisamente, sobre cómo leyó la novela su esposa, Terrin sonríe y asevera que le gustó mucho, aunque le dijera: «Peter, está muy bien, pero es tu libro, lo que tú has vivido, porque has dejado de contar esto y lo otro, o este otro párrafo lo que dice no es exactamente lo que ocurrió».

En cuanto a nuevos proyectos, avanza que ha terminado una larga novela, que se titula «Yucca», una secuela de «Post mortem», en la que aparecen los dos personajes literarios suyos que más le gustan, Renée, convertida ahora en una pintora que puede cambiar la vida de las personas con su obra, y Víctor (de su novela «Blanco»).

Aunque no le gusta anticipar argumentos, sí da a conocer que es un título sobre la influencia de la gente que ya no existe en la que sigue viviendo. EFE

Irene Dalmases

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