El socialista Francisco Cuenca (c) llega al Ayuntamiento de Granada para asistir al pleno extraordinario del que, previsiblemente, saldrá elegido como nuevo alcalde. EFE
Tres nuevos concejales del PP han tomado hoy posesión del cargo en sustitución de los otros tres corporativos que dimitieron a raíz de una operación contra una supuesta trama de corrupción urbanística en el Ayuntamiento de Granada.
Se trata de Rafael Caracuel, Antonio Granados e Inmaculada Puche, que han jurado su cargo en sustitución del exalcalde José Torres Hurtado y la exconcejal de Urbanismo Isabel Nieto, detenidos el mes pasado en el marco de la citada operación, y del exteniente de alcalde y hasta ahora número dos del Ayuntamiento de Granada, Sebastián Pérez, que renunció al cargo por exigencia del exregidor.
Los tres nuevos ediles han tomado posesión en el transcurso de un breve pleno extraordinario que ha precedido al que se celebrará esta misma mañana para elegir a un nuevo alcalde tras la dimisión de Torres Hurtado, que llevaba más de trece años en el cargo.
A la alcaldía optan la hasta ahora concejal de Turismo y senadora, Rocío Díaz, por el PP, y el candidato socialista, Francisco Cuenca, que concita el apoyo del resto de grupos de la oposición (Ciudadanos, Vamos Granada -formación apoyada por Podemos- e IU) para encabezar un equipo de gobierno en minoría.
Cuenca, que previsiblemente será investido alcalde, necesita el apoyo de al menos catorce concejales, que son los que suman la mayoría absoluta, para ser elegido regidor.
De no lograrlo, Rocío Díaz sería nombrada automáticamente alcaldesa como integrante de la lista más votada.
La corporación municipal la conforman once ediles del PP, ocho del PSOE, cuatro de Ciudadanos, tres de Vamos Granada (Podemos) y uno de IU.
Al termino del pleno, que ha durado menos de cinco minutos, el hasta ahora portavoz del equipo de gobierno del PP, Juan García Montero, ha leído un texto de «Granada la bella», de Ángel Ganivet, que hace referencia a los partidarios de lo nuevo y lo viejo.
«En cualquier cambio que quiera introducirse en una ciudad o en una nación, hay un pretexto para que se libren varias batallas, y la más reacia la sostienen siempre los partidarios de lo viejo y los partidarios de lo nuevo. Los unos y los otros, desde sus puntos de vista, llevan la razón y ganan o pierden según sopla el viento, y muchas veces pierden ambos y gana el grupo que no pelea, el de los surcidores de voluntades, pasteleros, transigentes y contemporizadores», dice el texto. EFE
