Hoy los principales partidos políticos españoles se acusan mutuamente de su irresponsabilidad a la hora de no haber sido capaces de gestionar con éxito la formación de un gobierno para este país. También comienzan a proclamar las bondades que tienen para convencer a los ciudadanos de que les voten en la previsible ya nueva ronda electoral.
Ronda electoral que va a suponer a los ciudadanos un nuevo gasto superior a los 130 millones de euros, que sumado a lo ya gastado en la campaña del 20D, superara con creces los 300 millones de euros. A esta cifra hubiera que añadir los millones que reciben los partidos políticos que obtienen representación parlamentaria en concepto de gastos electorales. Otros 80 millones más que los españoles pagan con sus impuestos.
La reflexión que subyace es la siguiente: ¿si no existieran subvenciones para los partidos políticos, tendríamos ahora nuevas elecciones? La respuesta queda en el aire.
Los políticos españoles -de los más numerosos de Europa- no son conscientes de que su objetivo es la defensa del Bien Común para sus ciudadanos, no la defensa de sus intereses particulares y de sus partidos. En una situación como en la que está inmersa este país, bastante peor que la que se cuenta, estar, día si y día también, hablando solo de su interés particular, puede suponer un grave perjuicio para sus votantes y para el ciudadano en general.
La tan querida palabra e idea, Reforma, es una cuestión urgente para este país. La reforma electoral sería una de las prioridades. No puede estar un país tanto tiempo sin un gobierno legítimo y que no toma las decisiones que corresponden.