Que por sus actos y actitudes, Batasuna era el brazo politico de ETA, seguramente nadie ha tenido duda.
Hoy, sin embargo, los hechos, las opiniones cambian, lo que antes era negro, hoy es blanco y viceversa. Que en un juicio contra una excaldesa de Mondragón, municipio guipuzcoano, capital en tiempos de los cachorros de ETA, aparezcan entre el público asistente, etarras con asesinatos y sangre a sus espaldas, exmiembros de Batasuna y exconcejales de dicha formación política ilegalizada, para las personas «de a pie», no puede quedar duda alguna.
A la justicia debería pedírsele ejemplaridad en sus actos y aplicaciones contra el mundo terrorista, no solo el yihadista, que ahora está tan de moda, sino también hacia terrorismos como el, autóctono, el etarra, que si bien ahora no mata, ahí está.
Las víctimas del terrorismo siguen clamando justicia. Quedan muchos crímenes por esclarecer, crímenes que el paso del tiempo y la memoria colectiva parecen querer olvidar. No debería ser así.