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Arte y Telepatía en el Pompidou-Metz

Arte y Telepatía en el Pompidou-Metz

Telepatía y arte, dos universos en principio ajenos, se reúnen en la exposición «Cosa Mentale» para explorar la tesis inédita de que el arte abstracto no existiría sin las utopías de finales del siglo XIX y principios del XX, ni los avances tecnológicos y científicos de la época.

De alto voltaje artístico e intelectual, esta muestra abierta hasta el próximo 28 de marzo en el Centro Pompidou Metz, al noreste de Francia, se cierra con una gran instalación de Fabrice Hyber donde ejercitar eventuales habilidades telepáticas, entre amigos o en solitario, en alguna de sus cabinas o a distancia.

«La idea es que el arte es un medio de transformación y que al dejar esta exposición se salga un poquito transformado», explica a Efe el comisario, historiador del arte y profesor de la Sorbona Pascal Rousseau, artífice de los diez contrastados ambientes de esta exhibición, ideada «como una experiencia, no solo contemplativa».

Además de Hyber, otras tres celebridades internacionales, Christian Sampson, Tony Oursler y Frédéric Vaësen, ilustran la nueva fascinación del arte por la transmisión directa del pensamiento y otros fenómenos aún inexplicables en la era de las neurociencias.

El Pompidou-Metz reúne un centenar de obras, entre creaciones contemporáneas, cuadros pioneros de la abstracción de finales del XIX y principios del XX de Redon, Kupka, Kandinsky, Munch o Miró, y creaciones psicodélicas y conceptuales de los años 60 y 70.

Décadas, estas últimas, que vieron emerger el cine experimental, el vídeo psicodélico, la retransmisión acústica de ondas cerebrales con compositores como David Rosenboom, y obras tan peculiares como el proyecto de cápsula «Mind Expander» (1968), donde vivir nuevas percepciones gracias al colectivo austríaco Haus-Rucker-Co.

Fue también el momento en que despegaban artistas como Marina Abramovic, Ulay y Susan Hiller en renovada búsqueda utópica de creaciones compartidas; cuando el astronauta Edgar D.Mitchell participaba en una experiencia telepática desde el Apolo 14, en 1971; o cuando se envió el primer correo electrónico, en 1972.

La muestra salpica su recorrido cronológico y temático con obras de varias épocas desde el inicio: con «El Pensador» de Rodin, algunos primeros intentos de fotografiar el pensamiento en 1895 y la instalación vídeo «TV Rodin (le penseur)» (1978) de Nam June Paik.

En la sala central reina el «vocabulario decididamente abstracto» de las célebres «Pizarras negras» que dibujaba en sus conferencias el filósofo antinazi, educador y ocultista Rudolf Steiner (1861-1925), fundador de la Antroposofía.

Rousseau recuerda aquí que mientras la teoría del «cuerpo mental» de Steiner influía en artistas como Kandinsky o Mondrian, Freud estudiaba la transferencia del pensamiento y el pionero de la electricidad Nicolás Tesla la reproducción de imágenes mentales.

El comisario recalca igualmente que Breton publicó el Manifiesto del surrealismo en 1924, año en que a partir de investigaciones sobre la telepatía Hans Berger inventó el encefalograma.

Estas y otras coincidencias resultan transparentes en la primera cronología de la telepatía -«que curiosamente no existía y fue elaborada para la muestra»- subraya su autor, que fijó su inicio en 1882, con la tardía aparición del término, en la primera conferencia de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres.

Resultan también palpables paralelismos como los descubrimientos de la radiografía (1895) y las ondas hertzianas (1887), con fechas claves del interés por la transmisión directa del pensamiento, el aura o el ocultismo; y el nacimiento de la abstracción.

La telepatía surge al recibir el pensamiento «un sustrato físico», con el impacto de las telecomunicaciones o el transporte de la imagen y, en consecuencia, «al materializarse el pensamiento, el arte puede hacerse abstracto», resume el comisario, que tituló su compleja exploración «Cosa Mentale».

Dos palabras tomadas de la enigmática frase de Leonardo de Vinci «La pittura è una cosa mentale» (la pintura es una cosa mental).

«Más que un objeto -traduce- el arte es un proyecto» y el siglo XX se lo va a tomar al pie de la letra hasta desembocar en la desmaterialización total del arte conceptual, con momentos culminantes como las «Telepathic Pieces» de Robert Barry, en 1969.

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