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OPINIÓN: La bicicleta de Felipe González

OPINIÓN: La bicicleta de Felipe González

Permítanme que recuerde una anécdota apócrifa de la que ya he hablado en alguna ocasión.

Una de las técnicas de intoxicación y propaganda más habituales es la denominada técnica del mensaje transparente.

La técnica del mensaje transparente es de una simplicidad asombrosa, a pesar de lo cual funciona a las mil maravillas y se utiliza de manera cotidiana en todos los órdenes de la vida. Esta modalidad de intoxicación y manipulación consiste en ocultar (en hacer transparente) el mensaje falso que quieres «colar» a tu audiencia, recurriendo a otro mensaje superpuesto, que se utiliza como cebo.

En cierta ocasión, un amigo me comentaba un ejemplo paradigmático de este tipo de técnica. Se trata de una leyenda urbana atribuida a Goebbels, el ministro de propaganda del régimen nazi. Goebbels está intentando explicarle a Hitler una campaña que van a poner en marcha por toda Alemania, consistente en empapelar las calles con carteles donde se ve a una persona montando en bicicleta. Debajo de esa persona, el cartel muestra una única frase: «La culpa de los males de Alemania la tienen los judíos y los ciclistas».

– ¿Por qué los ciclistas? – pregunta Hitler extrañado.

– Ésa es, exactamente, la pregunta que quiero que todos se hagan al ver el cartel – responde Goebbels.

En la técnica del mensaje transparente, se utiliza el mensaje cebo («la culpa es de los ciclistas») para hacer que la capacidad crítica de la audiencia se centre en ese cebo, de modo que acepte sin cuestionarlo el mensaje falso que se pretende transmitir («la culpa es de los judíos»).

El mensaje cebo puede adoptar muchas formas distintas, pero las más habituales son dos:

– Puede tratarse de un mensaje absurdo, como en el caso del ciclista y el judío. Los cebos absurdos suspenden la capacidad de crítica del oyente, al concentrarla en algo que parece inverosímil y para lo cual resulta difícil encontrar una explicación.

– O bien puede tratarse de lo que se denomina un «caramelo envenenado». Se trata de un cebo perfectamente verosímil, elegido de acuerdo con lo que la audiencia espera oír. Este tipo de cebo se emplea en aquellos casos en que la audiencia no está dispuesta inicialmente a aceptar el mensaje falso, o si esa audiencia está prevenida contra los engaños que queramos realizar.

La semana pasada, Felipe González publicaba una carta en El País titulada «A los catalanes», hablando de las próximas elecciones autonómicas y del desafío al Estado que los separatistas han lanzado. Y todos los ingenuos de este país se apresuraron a alabar la supuesta dureza con la que Felipe González hablaba del nacionalismo. Finos analistas políticos saludaron la presunta defensa del estado realizada por el ex-presidente y hasta José María Aznar (¡hasta José María Aznar!) salió a alabar la pretendida rectificación de González.

Parece que ninguno de esos ingenuos reparó en cuál era el mensaje transparente que Felipe González nos quería colar a todos con esa carta, envuelto en el caramelo envenenado de sus críticas al nacionalismo. En realidad, insertos en una larga exposición ciertamente dura con el nacionalismo, Felipe González deslizaba dos párrafos trascendentales en su misiva, en los que pedía sentarse a una mesa de negociación para «garantizar los hechos diferenciales».

En otras palabras: como Goebbels, lo que hacía Felipe González en esa carta era utilizar al ciclista (la aparente dureza con el nacionalismo) para colarnos el verdadero mensaje: que hay que reformar la Constitución para dar a los nacionalistas lo que éstos no pueden lograr por sí solos en las urnas.

Por si alguien tenía alguna duda, hoy matiza Felipe González sus críticas al nacionalismo en una entrevista en La Vanguardia, y pide abiertamente una reforma constitucional que reconozca a Cataluña como Nación.

A ver, queridos ingenuos, ¿de verdad no hemos aprendido nada en todos estos años? ¿De verdad no sois capaces todavía de distinguir los mensajes transparentes y sois tan pardillos que encima alabáis las imaginarias virtudes de quien os está timando por toda la cara?

En las próximas semanas, asistiremos a un juego de trileros en el que, entre todos, van a estirar al máximo la cuerda de las tensiones territoriales. Pero ese estiramiento de cuerda no busca otra cosa que venderle a la opinión pública como inevitable una reforma constitucional que supuestamente consiga un apaciguamiento, pero que en la práctica no será otra cosa que una voladura controlada de la Constitución y de la soberanía nacional. Es en eso en lo que están Felipe González y el Grupo Prisa que le publicó su carta: en donde siempre han estado.

La carta de Felipe González no estaba dirigida a los catalanes, a pesar de su título: estaba dirigida a los españoles. Y no pretendía sino transmitir la necesidad de reformar la Constitución a gusto de los nacionalistas.

Antes de dar rienda suelta a vuestra ingenuidad y poneros a comprarle bicicletas como locos a un Felipe González, leed dos veces las cosas que González escribe. Y haceros una pregunta: ¿qué judío esconde tras la bicicleta este maestro de los triles?

Luis del Pino: Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

Tudela 96.0, por TDT, “aplicación android esRadio”  y www.navarrainformacion.es

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