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La Biblioteca de Navarra recibe en depósito los fondos de la Biblioteca Azcona, declarada bien de interés cultural

La Biblioteca de Navarra recibe en depósito los fondos de la Biblioteca Azcona, declarada bien de interés cultural

El fondo Azcona ubicado en los depósitos de la Biblioteca de Navarra.

Aunque predominan los volúmenes de los siglos XIX y XX, cuenta con 147 manuscritos, con incunables, un centenar de libros del siglo XVI y más de mil  impresos hasta el siglo XVIII

Esta semana finaliza el traslado de la Biblioteca Azcona desde su ubicación original en Tafalla a la Biblioteca de Navarra, una vez formalizado el convenio de depósito suscrito entre los herederos del escritor, editor y bibliófilo José María Azcona y la Dirección General de Cultura-Institución Príncipe de Viana.

La Biblioteca Azcona, declarada Bien de Interés Cultural por Decreto Foral 106/2005, de 22 de agosto, fue conformada por el escritor su casa familiar de Tafalla, a lo largo de la primera mitad del siglo XX.

El inventario de su biblioteca recoge 8.434 obras en 11.447 volúmenes a los que se podrían añadir algunos impresos menores y hojas sueltas entremezclados con la documentación de su archivo personal. Aunque predominan los impresos de los siglos XIX y XX (casi un 80% de la colección), cuenta también con 147 manuscritos y con la presencia de incunables, de un centenar de libros del siglo XVI y de más de mil impresos hasta el siglo XVIII.

José María Azcona Díaz de Rada nació en Tafalla el 17 de noviembre de 1882 y falleció en su ciudad natal el 1 de junio de 1951. Estudió en la Universidad de Deusto y después de licenciarse regresó a su localidad natal, llegando a ser alcalde de la ciudad en el bienio 1910-1911. En 1912 publicó una memoria para la constitución de una sociedad para la traída de aguas al núcleo urbano tafallés, proyecto que se hizo realidad en 1914. Este logro favoreció la elección de José María Azcona en marzo de 1914 como diputado a Cortes por el distrito de Tafalla al frente de la candidatura liberal.

Con el paso de los años redujo su actividad pública, pero mantuvo constante su vocación por los estudios históricos y la bibliofilia. Gran conocedor de las fuentes para la historia del carlismo y en general de la historia del siglo XIX, José María Azcona fue el editor literario de los textos del príncipe Lichnowsky y del barón von Rahden y escribió una monografía sobre Zumalacárregui.

Reunió además la bibliografía de San Francisco Javier, editada póstumamente en 1952, impulsó la publicación de las memorias tafallesas de Ángel Morrás, escribió una biografía del fraile exclaustrado Juan Antonio Olabarrieta (Clara-Rosa) y publicó trabajos en revistas especializadas, así como numerosos artículos periodísticos, sobre todo en La Voz de la Merindad y en Diario de Navarra. Su labor como historiador fue reconocida con el nombramiento de académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

Un fondo que refleja la personalidad intelectual de su creador

Como amante de los libros, José María Azcona reunió en su casa una magnífica biblioteca particular y cultivó también la encuadernación artesanal en su propio taller doméstico. La Biblioteca Azcona, formada sobre la base de las colecciones familiares de los Díaz de Rada y los Recart de Landíbar, fue enriquecida por José María Azcona con las continuas adquisiciones que realizaba durante sus frecuentes viajes y gracias también al envío a libreros de toda Europa de unas desideratas en las que solicitaba libros relacionados con la historia de Navarra y del País Vasco, de las que entre 1919 y 1932 remitió siete entregas, impresas y redactadas en francés.

La Biblioteca Azcona es un fiel reflejo de la personalidad intelectual de su creador. Destacan por ello las obras de carácter histórico, en especial las relacionadas con la historia política de los siglos XIX y XX y con el conflicto entre el carlismo y el liberalismo.

Cabe señalar también la importancia de la colección de manuscritos e impresos sobre genealogía y heráldica, especialmente de Navarra. Dentro de la Biblioteca Azcona merece una mención especial la hemeroteca, integrada por un conjunto de unas 400 publicaciones periódicas, con algunos títulos de los que no se conocen otras colecciones completas.

Es preciso reseñar que buena parte de los volúmenes de la Biblioteca Azcona presentan cuidadas encuadernaciones en piel u holandesa, realizadas en muchos casos por el propio José María Azcona y en algún caso firmadas por encuadernadores artísticos de la talla de Palomino o Brugalla.

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