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El Museo de Navarra presenta la microexposición temporal del “Niño alado de la Concha”

El Museo de Navarra presenta la microexposición temporal del “Niño alado de la Concha”
Niño alado de la concha (1886)
Niño alado de la concha (1886)

El programa de microexposiciones temporales 2015, de entrada libre y gratuita, se pone en marcha, hoy jueves, 26 de febrero, con la muestra dedicada a la escultura Niño alado de la concha, que se prolongará hasta el 7 de junio.

El consejero de Cultura, Turismo y Relaciones Institucionales, Juan Luis Sánchez de Muniáin, ha inaugurado esta microexposición en compañía de la directora del Museo de Navarra, Mercedes Jover.

En ocasiones, los museos custodian bienes de procedencia desconocida, lo que dificulta su identificación, documentación y catalogación. Es el caso de “El niño alado de la concha”, pieza cuyo origen estaba envuelto en un misterio, que ha sido resuelto recientemente gracias a su estudio.

En efecto, las investigaciones realizadas han permitido desvelar a su autor, Aurelio de la Iglesia Blanco, así como la fecha y el lugar donde fue ejecutada: Zamora, 1886.

La obra, de gran modernidad en el momento de su ejecución, representa a un pequeño de unos seis meses, tendido sobre una venera o concha que le sirve de cuna. Tiene la cabeza recostada sobre un manojo de posidonias, un tipo de algas marinas, y presenta alas plegadas en la espalda. Un paño plegado cubre parte del cuerpo desnudo del niño, que duerme profundamente con la boca levemente entreabierta. En el suelo se aprecian conchas marinas.

La escultura, ejecutada en escayola endurecida y patinada, descansa sobre una mesa contemporánea a la pieza escultórica. La obra fue restaurada en el año 2002, realizándose también en la mesa un nuevo tratamiento, en 2014.

Algunos aspectos de esta criatura recostada sobre un lecho a modo de cuna-pesebre, son coincidentes con la iconografía navideña del Niño Jesús. Pero el sueño de este niño es perturbador, ya que la pieza evoca el sueño eterno, la muerte, uno de los temas más queridos del Romanticismo. La venera o concha tendría el simbolismo del renacimiento espiritual y tránsito hacia la nueva vida.

Se trata, asimismo, de un niño con alas, un ‘amorcillo’. Ello relaciona la obra con el tipo iconográfico del Amor dormido, proveniente de la antigua cultura clásica, mantenido hasta el Barroco, que se vinculó con el culto funerario. Esta vinculación con la muerte infantil, así como ciertos aspectos técnicos de la obra que sugieren que puede tratarse de un retrato tomado del natural, enlaza con la imagen de la muerte que se tiene en el siglo XIX. Por un lado, con el deseo de mantener el recuerdo de un ser querido y por otro, con la idea de que la muerte en un niño significa la ascensión como protegido de Dios al cielo, en forma de ángel.

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