Las negociaciones sobre el clima se han reanudado este domingo en Ginebra, en una primera reunión formal para preparar el texto del gran acuerdo que será firmado en París por 195 Estados, que siguen divididos sobre puntos clave.
Estas conversaciones intermedias, bajo la égida de la ONU, tienen como objetivo lograr a finales de año en la capital francesa el acuerdo más ambicioso jamás firmado para luchar contra el calentamiento climático, que tomará el relevo del Protocolo de Kioto para los años posteriores a 2020.
Las negociaciones han iniciadoeste domingo por la mañana con una sesión plenaria antes de dar paso a las sesiones de trabajo a puerta cerrada.
«Al ser la sesión de Ginebra la única reunión de negociación hasta mayo, su objetivo es producir un texto de negociación el 13 de febrero», tras terminar las sesiones de trabajo, subrayaron en una nota los dos copresidentes de los debates, el argelino Ahmed Djoghlaf y el estadounidense Daniel Reifsnyder, que apelaron a conversaciones «constructivas».
El objetivo es conocido: hay que limitar el alza de la temperatura mundial a +2°C respecto a la era preindustrial. En caso contrario, se prevé un desarreglo climático que tendrá graves consecuencias en los ecosistemas, las sociedades y las economías, en particular en las regiones más pobres. Al ritmo actual, el mundo se acerca a un aumento de 4 a 5 grados a finales de siglo, si no se toman medidas drásticas para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero, provocadas en gran parte por el uso masivo de energías fósiles.
El lunes pasado, la Organización Meteorológica Mundial confirmó que el año 2014 fue el más cálido jamás registrado en el planeta, reflejando una clara tendencia de fondo.
«Debemos iniciar una profunda ‘descarbonización’ de la economía mundial y, al cabo, conseguir en la segunda mitad del siglo la ‘neutralidad climática'», es decir un equilibrio entre las emisiones y la capacidad de la Tierra para absorberlas, explica la responsable de clima de la ONU, Christiana Figueres.
Sin embargo, Figueres ya ha advertido de que no hay que esperar de la reunión de Ginebra un texto finalizado, sino más bien un documento que refleje un poco mejor los puntos comunes. «Esperamos que los gobiernos sean capaces de trabajar juntos para producir un texto más manejable» afirmó.