Una vez más somos partícipes de las barbaridades que se cometen con el fin de evitar embarazos en las mujeres y, por tanto, controlar la natalidad. No ya sólo a nivel nacional sino a nivel internacional.
Y controlar la natalidad, coartando la libertad de la mujer como posible o futura madre, pasa por lo, tremendamente, trágico y es que la mujer muere en esos intentos o campañas de esterilización, como es el del cirujano que mata a 13 mujeres en una campaña de esterilización en India.
La población en el mundo crece y los problemas económicos y de desarrollo también, pero me parece de una irresponsabilidad, falta ética, moral, criterio e innovación que se tomen medidas tan alarmantes como estas para conseguir reducir el número de nacimientos y controlar así la natalidad y población en el mundo. Los gestores de los gobiernos eluden su responsabilidad en analizar, estudiar e incorporar medidas de construcción tomando el camino más fácil: el de la destruccción.
El control internacional de la natalidad pasa, también, por ofrecer posibilidades normatizadas y legalizadas de interrumpir la vida o formación de la misma, en aras a la libertad, con el aborto o la divulgación de la homosexualidad.
Sea como fuere, al final, los gobiernos deciden quien muere o nace y quien no. Y todo en función de las necesidades que ellos establecen y justifican, con el añadido de que la libertad de decisión de dar vida sólo para unos pocos estará garantizada.
Directora NI