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OPINIÓN: El caso Podemos

OPINIÓN: El caso Podemos

 

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Cuando la corrupción y la caída del muro de Berlín echaron abajo el sistema político italiano basado en la democracia cristiana y el partido comunista, salió Berlusconi. En España parece que va a salir un iluminado practicante de un marxismo de chicha y nabo –como siempre fue el marxismo en España–, aunque no por ello menos peligroso. Podemos es un grupo comunista con el objetivo, como siempre, de destruir las libertades políticas e incluso personales, único modo de imponer su programa; de cuyos frutos dan fe Cuba y Venezuela. Lo curioso es que los medios hablan de ello como una posibilidad en nombre de la democracia, y que el engendro cuenta hasta con una vaga simpatía de muchos derechistas, ante la inmundicia del PP y el PSOE.

Podemos demuestra muchas cosas. En primer lugar la putrefacción del sistema, que se arrastra de muy atrás. Ya en la primera legislatura de Zapatero advertí de que se estaba subvirtiendo la democracia y la Constitución, empujando hacia la balcanización de España y la colaboración abierta con la ETA, destruyendo el estado de derecho, politizando aún más la justicia, fomentando el aborto y la destrucción de la familia y resucitando, mediante la ley de memoria histórica, los viejos odios y rencores de la república, arruinando lo que de bueno tuvo la transición.  Y advertí de que el PP colaboraba en la maniobra con una oposición ficticia que consiguió llevar a la nada las protestas masivas iniciales. Propuse entonces  insistentemente la creación de una alternativa política a aquel siniestro proceso, pues de otro modo la democracia española, siempre endeble y en gran parte burlada ya  desde Suárez, entraría en un proceso acelerado de descomposición.  Entonces esto no importaba, al parecer, a casi nadie. Creí que en el PP había sectores un poco más decentes que los rajoyanos, pero o no los había o permanecían pasivos. Por otra parte, nada de lo anterior parecía  importar a los políticos y partidos, puesto que la economía marchaba «bien» mediante un endeudamiento salvaje en una burbuja que tampoco nadie quería ver.

Ahora  ya casi todo el mundo siente los hedores de la podredumbre en dos aspectos: la corrupción rampante de los políticos –tanto de izquierda como de derecha y separatistas–, y el paro más masivo que recuerda nuestra historia. Pero el mal va mucho más allá, amenaza la subsistencia de la propia nación. Hace tan solo unos meses yo creía que la putrefacción continuaría indefinidamente, porque no se notaban, a izquierda y a derecha, alternativas capaces de pararla o de encauzar el descontento popular. Salían iniciativas más o menos prometedoras de una izquierda moderada y civilizada en UPyD y Ciudadanos, que avanzaban, pero demasiado despacio; y los perroflautas manifestaban una furia muy extendida, pero de modo estrafalario, disperso y anárquico. Por la derecha, nada, al menos nada con visos de convertirse en movimiento de masas. Y de pronto surge el fenómeno mediático de Podemos, que según las encuestas supera ya en intención de voto al PP y al PSOE. No debe darse, claro, mucho crédito a esas intenciones, pues suelen cambiar considerablemente a la hora de las urnas, pero el hecho indiscutible es que ya constituye un fenómeno político  de envergadura, y es difícil que se dehinche pronto.

Podemos es un subrproducto de sucesos diversos: a) de la corrupción del sistema creado en la transición, incapaz de corregir sus yerros originarios pero muy capaz de acentuarlos. b) de la ausencia de pensamiento  democrático en los partidos, de izquierda y derecha y, por lo tanto, en las masas c) del dominio cultural de la izquierda y los separatistas ejercido durante decenios frente a una derecha «nacional»  ignorante, que  reduce el estado de derecho al estado del chancullo y la componenda, en el que «la economía lo es todo»;  una economía que ha resultado ser la de Gürtel y similares. En fin, de momento  Podemos le viene bien al PP, que no hace nada, más bien al contrario, para evitar su proyección mediática,  con la esperanza de recuperar así los votos perdidos explotando el miedo  irracional de la opinión conservadora, a la que lleva tantos años parasitando.

Y he aquí la cuestión: ¿puede afianzarse una derecha nueva, real, con decisión de defender la nación y  el estado de derecho, de anular las fechorías de Zapatero, y con tirón de masas? Lo más aproximado ahora mismo parece VOX,  al cual quiere ahogar el PP cortándole el acceso a los medios de masas… que en cambio facilita a Podemos, de igual modo que trata de salvar a toda costa a un periódico tan nefasto como El País.  Este boicot  es un grave obstáculo, ya que dichos medios, sobre todo la televisión, son los instrumentos para crear opinión pública. Pero el valor de los políticos se mide por su capacidad de afrontar los retos y encontrar soluciones imaginativas a problemas difíciles

Si esto no ocurre, el resultado de la multicrisis española actual se presenta, desde luego incierto, pero en ningún caso esperanzador.

Pío Moa, historiador y analista político.

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1 Comentario

  1. Juan

    Si el ascenso de Podemos es la canalización de la ira ciudadana, ¿ qué ocurriría con esa ira sin la existencia de Podemos? Estamos hartos de los corruptos del PPSOE.

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