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Teresa Romero abandona el hospital: «Doy gracias a Dios y a Santiago Apóstol por devolverme la vida»

Teresa Romero abandona el hospital: «Doy gracias a Dios y a Santiago Apóstol por devolverme la vida»
Teresa Romero, tras obtener el alta hospitalaria.
Teresa Romero, tras obtener el alta hospitalaria.

La auxiliar de enfermería Teresa Romero ha señalado este miércoles que no sabe lo que falló para que se contagiara con el virus del ébola, que ni siquiera sabe si realmente hubo fallos pero que, no obstante, no guarda «rencor». «No sé lo que falló, ni siquiera sé si falló algo… sólo sé que no guardo rencor ni reproches», ha señalado Teresa Romero en una breve comparecencia ante los medios de comunicación, donde se ha mostrado visiblemente emocionada y respaldada con continuos aplausos.

Romero, que ha reconocido que aún está «débil» y ha pedido «tranquilidad», ha señalado que espera que su contagio sirva para «algo», para «investigar la enfermedad». «Si mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy», ha añadido.

Teresa Romero, una auxiliar de enfermería nacida en Becerreá (Lugo) hace 44 años y que se presentó voluntaria para atender en el Hospital Carlos III de Madrid a los dos misioneros repatriados tras contagiarse de ébola, es la primera paciente que recibe el alta tras infectarse del virus en Europa.

Técnico sanitario diplomada en Formación Profesional, Teresa Romero se ofreció a cuidar a los dos misioneros españoles ingresados en agosto y septiembre en el Carlos III, donde trabajaba, para ser tratados de la enfermedad.

Los primeros en llegar fueron el misionero español Miguel Pajares y la monja Juliana Bonoha, que viajaron desde Liberia para ser tratados en Madrid el 7 de agosto. Cinco días después, el 12 de agosto, falleció el misionero, mientras la religiosa, que no padecía ébola, sobrevivió.

El 22 de septiembre aterrizó en Madrid el avión medicalizado que trasladó desde Sierra Leona al religioso y médico Manuel García Viejo, infectado de ébola y que murió tres días después de ponerse en marcha por segunda vez el protocolo de repatriación.

La auxiliar de enfermería se ocupó, entre otros trabajos, de atender a García Viejo en vida -en una ocasión-, así como de la limpieza y desinfección de la habitación que ocupaba este paciente.

Casada y sin hijos, la auxiliar se fue de vacaciones desde el día siguiente al fallecimiento de García Viejo e hizo «vida normal»: incluso se presentó a unas oposiciones de enfermería dos días después del deceso.

Teresa Romero manifestó los primeros síntomas, «fiebre y un poco de astenia» o sensación de debilidad, el 30 de septiembre y acudió a un centro de salud de la localidad de Alcorcón, donde residía con su pareja y su mascota, el perro «Excalibur», que fue sacrificado.

La noche del 6 de octubre se hizo público que había contraído la enfermedad del Ébola y la auxiliar de enfermería, que estaba ingresada en el hospital de Alcorcón, fue trasladada al Carlos III. Un día después comenzaron a tratarla con plasma sanguíneo de la religiosa Paciencia Melgar, que contrajo la enfermedad en Liberia y la superó.

A su vez, su marido Javier Limón, trabajadores sanitarios -entre ellos, los que trasladaron a Teresa R., y una auxiliar y una enfermera que habían participado también en el operativo de repatriación de los misioneros- y dos trabajadoras de un centro estético que habían tenido contacto con ella fueron ingresados y aislados. Ninguno de estos trece pacientes contrajo el virus y todos han abandonado el centro.

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