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Bruselas plantea aislar institucional y económicamente a Rusia

Bruselas plantea aislar institucional y económicamente a Rusia
La nueva responsable de la diplomacia europea, la ministra italiana de Exteriores Federica Mogherini.
La nueva responsable de la diplomacia europea, la ministra italiana de Exteriores Federica Mogherini.

La UE aprobará el viernes una propuesta excepcionalmente dura de sanciones contra Rusia, que plantea un aislamiento institucional, económico y financiero por la escalada del conflicto en Ucrania.

Siempre en coordinación con el G-7 (los países más industrializados del mundo), Bruselas quiere elevar varios peldaños las restricciones en los mercados de capitales, las medidas que ya han hecho más daño y que tienen mayor potencial para asfixiar la economía rusa. Además, pretende endurecer las restricciones a la compraventa de armas y de tecnologías clave para el sector energético, en un paquete diseñado para conseguir el máximo impacto. Plantea incluso “ampliar las restricciones a nuevos sectores” y, en un inesperado golpe de efecto, Bruselas recomienda excluir a Rusia de “acontecimientos culturales, económicos y deportivos internacionales”, como “carreras de Fórmula 1, competiciones futbolísticas o la Copa del Mundo de 2018”, que debe organizar Rusia. Fuentes diplomáticas matizaron que ese extremo aún no está decidido y puede quedar para la siguiente fase.

Europa empieza a morder. Con veneno: la nueva jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, confirmó el martes en la Eurocámara que las medidas estarán listas el viernes al comprobar que el conflicto en Ucrania es “cada día más dramático”. Los Veintiocho se reunirán hoy y mañana para perfilar los detalles definitivos y darán su visto bueno —sin variaciones significativas, según las fuentes consultadas— a la propuesta de la Comisión, que solicitaron de manera urgente los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre del sábado al constatar que Rusia se ha embarcado en una confrontación que no remite.

Las palabras de Mogherini apuntalaron esa sensación europea de que Moscú está en un camino de difícil retorno. “Estamos ante una agresión; tenemos que responder de la manera más dura posible”, aseguró. Esa contundencia cobra mayor significado al provenir de la todavía ministra de Exteriores italiana, considerada la más complaciente con Moscú por sus colegas europeos.

La UE aprobó la anterior ronda de castigos a finales de julio. Ya incluso antes, con restricciones más suaves, consiguió efectos sustanciales sobre la confianza de los inversores en Rusia. Esta nueva vuelta de tuerca va más lejos y, especialmente en el plano financiero, persigue una escalada de grandes proporciones. La medida más dura de julio era la prohibición a los bancos controlados por el Estado de comprar y vender acciones, bonos y otros instrumentos financieros con plazos de 90 días o más. Eso ha dejado cicatrices en una economía que roza la recesión, si es que no ha caído en ella. Ahora, Bruselas quiere rebajar los plazos “de 90 a 30 días”, lo que estrangulará aún más las vías de financiación. Quiere que las restricciones afecten “a más tipos de [instrumentos financieros] derivados”. Y prohíbe explícitamente “los créditos sindicados a los grandes bancos controlados por el Estado y otras entidades”, según el documento, lo que ciega una vía de acceso a los mercados que dejaban abiertas las anteriores sanciones. La propuesta impide también “la financiación a través de bonos, acciones y préstamos sindicados” de empresas de defensa y de otras compañías con control estatal “cuya actividad sea la exploración, producción y transporte de petróleo”.

Las fuentes consultadas apuntan que esa batería de medidas deja prácticamente secas las líneas de financiación de sectores básicos para Moscú. A diferencia de las anteriores propuestas, más prudentes y técnicas para no cerrar las puertas a una solución diplomática, Europa parece así descartar que Rusia dé marcha atrás en Ucrania y obra en consecuencia: endurece el tono e incluso prevé los próximos pasos ante la posibilidad de una escalada. De ese modo, deja claro que las sanciones estarán ahí mucho tiempo. “Esto no es un toma y daca” tras las represalias de Moscú a las anteriores medidas, apunta el documento de la Comisión y el Servicio Exterior.

En el próximo año, Rusia tiene un cuello de botella sensacional en los mercados: el Estado debe refinanciar deuda de sus bancos y empresas por valor de más de 70.000 millones. La banca privada tiene que refinanciar 20.000 millones, y las empresas 67.000.

En defensa, el documento persigue “remediar las inconsistencias” de las medidas aprobadas en julio relativas a nuevos contratos de exportación e importación de armas. Quedan así en evidencia polémicas como la venta de fragatas por parte de Francia, según interpretan fuentes diplomáticas. Además, Bruselas persigue prohibir exportaciones de varios productos adicionales de uso civil y militar, especialmente “en los que Rusia es más dependiente de la UE”. La Comisión endurece también el acceso de Rusia a tecnologías sensibles para su industria energética, siempre buscando la complicidad del G-7.

La UE aprobó el martes también medidas para apoyar a Ucrania. Eslovaquia abrió el canal que permitirá redirigir hacia Ucrania parte del gas natural que recibe de Rusia, una medida destinada a sortear el corte de gas que impuso Moscú a Kiev el pasado junio.

Estonia, en vilo

Estonia teme el impacto de la crisis ucrania en su propio territorio. El país báltico, con un 26% de población de origen ruso, quiere una protección permanente de la OTAN, a la que pertenece desde 2004. El presidente estonio, Toomas Hendrik, lo pidió el martes a la Alianza Atlántica, cuando un periodista le preguntó sobre esa posibilidad. “No deberíamos tener dos niveles de países de la OTAN: los que tienen bases permanentes y los que no. Es una señal equivocada que se envía al potencial agresor”, aseguró en Oslo. El mandatario estonio recibirá este miércoles la visita del presidente estadounidense. Barack Obama le expresará su apoyo antes de viajar a Gales, a la cumbre de la OTAN.

Los aliados se comprometieron con Rusia en 1997 a no instalar bases permanentes en el antiguo bloque del este —entonces Estonia aún no formaba parte de la organización— como símbolo de buena vecindad hacia Moscú. Con la confrontación entre Rusia y Occidente a raíz de la crisis ucrania, algunos miembros de la OTAN se preguntan por la validez de esos acuerdos y abogan por reforzar la presencia aliada en el este.

La opción de la Alianza se sitúa, de momento, a medio camino. Sin instalar bases permanentes, la organización aprobará en su cita de Gales, que se celebra el jueves y el viernes, una mayor presencia en la región a través de tropas semipermanentes que roten y disuadan a un posible agresor. La OTAN realizará más ejercicios militares en la zona y mantendrá equipos suficientes para afrontar cualquier contingencia.

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