Ha llegado el día de debatir el “estado” de Pamplona. Y entrecomillo la palabra estado porque se prevé que irá más allá de lo que realmente significa.
Tal y como se presenta la oposición en este Ayuntamiento de la capital navarra, será más bien un combate político, con el fin de intentar ganarlo, sea como sea.
Los nacionalistas en su papel, pero con una diferencia, y es que ya cuentan con el apoyo del PSN. Un partido que, tras las europeas, está convaleciente, en la UCI y en peligro de muerte si no se le administra oxígeno. Un partido socialista que lejos de haber perdido el rumbo, quiere volver a sus orígenes nacionalistas vascos y de izquierda, aunque lo hace dividido.
Las “europeas” han traído un congreso extraordinario en el PSOE, en el cual Rubalcaba ha tomado la decisión de no presentarse a Secretario General, mientras los candidatos van y vienen quedando finalmente dos contrincantes. En las comunidades autónomas también se celebrarán sus congresos respectivos y por tener, en algunas como Cataluña, no tenían ni candidato –en Navarra no se sabe-. El PSOE está en horas bajas y perdidas.
Hace pocos días, con motivo de la abdicación del Rey Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI, saltó a la palestra política, haciendo caso omiso a la democracia, a la Constitución y a la gran mayoría de ciudadanos que eligieron la monarquía Parlamentaria como modelo de estado, el cansino tema de la república y el referéndum. Y al respecto, en Navarra nos encontramos con dos PSN. El de Pamplona, que apoya junto a los nacionalistas el referéndum sobre la Monarquía y el del Parlamento –no digo el navarro- que dice no junto a UPN y PP.
Sea como fuere, se atisba un debate político, demagógico y alejado de la preocupación por Pamplona. Que es la que debería imperar.
Pamplona necesita una oposición crítica, pero constructiva. Tanto equipo de Gobierno como oposición deberían tener una meta común: Pamplona.
Directora Navarrainformacion.es