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El error de las autonomías

El Parlamento de 1977-78 decidió transformar radicalmente la organización territorial del Estado español, basada, desde las Cortes de Cádiz, en Municipios regidos por Ayuntamientos y Provincias regidas por Diputaciones. El Estado constitucional español en lo territorial  es un Estado unitario descentralizado en favor de Ayuntamientos y Diputaciones, nunca un Estado compuesto o federal.

La vigente Constitución de 1978 crea unas nuevas entidades territoriales denominadas “Comunidades Autónomas” expresión de una autonomía política regional con Gobierno y Parlamento propio, que actúan en el ámbito de unas competencias fijadas en el texto constitucional. Así, unas materias serán competencia del Estado y otras serán competencia de las Comunidades Autónomas. Este modelo territorial que extiende la autonomía política a todas las regiones pretendía, de este modo, enmascarar o diluir las autonomías catalana y vasca, regiones donde sí existía un sentimiento mayoritario en favor del autogobierno territorial, a diferencia de lo que sucedía en todas las demás.

35  años después de aprobarse la Constitución podemos constatar, sin embargo, el fracaso de tal opción. Los nacionalistas catalanes y vascos no se contentan con tal régimen de autonomía que les iguala al resto y promueven ya directamente movimientos secesionistas en ambas regiones. Por otro lado se ha creado una gigantesca estructura político-administrativa regional que multiplica por 17 la Administración estatal, creándose finalmente 17 mini-estados cada vez más insolidarios e insostenibles económicamente por una sociedad duramente golpeada por una crisis económica que se prolonga ya desde hace seis años.  Estos 17 mini-Estados resultan del todo innecesarios además de ser económicamente ruinosos, generándose duplicidades y atentándose incluso contra la igualdad forma de todos los ciudadanos españoles.

Podemos constatar, entonces, el fracaso de este, aunque quizá bienintencionado, inventado modelo territorial, así como la necesidad de su reforma en profundidad recuperando  nuestra identidad político-territorial propia del Estado constitucional español. Un solo Gobierno, un solo Parlamento y un solo Tribunal Supremo. En esta estructura política unitaria se integran tradicionalmente las Municipalidades autónomas, Municipios regidos por sus vecinos que, por un lado, elijan directamente a su alcalde y, por otro lado, a sus concejales por barrios y distritos. El conjunto de los representantes de los Municipios que forman la Provincia, entendida ésta como una verdadera Comunidad de Muncipios, se reúnen en unas Juntas Generales que elijen al Diputado General. Se reconocen sin problemas en esta estructura territorial-constitucional hispánica la autonomía territorial histórica con peculiaridades fiscales de tres de esas Provincias o Comunidades españolas: Alava, Vizcaya y Navarra. Así mismo puede establecerse constitucionalmente una región autónoma catalana como Mancomunidad de sus cuatro territorios.

RAMÓN PERALTA

Doctor y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid

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2 Comentarios

  1. Javier

    Ciertamente, la España de las autonomías fue un terrible error de diseño cometido por los políticos que hicieron la Transición, un error que generó una dinámica perversa entre las distintas autonomías y regiones. La España de las autonomías se han compuesto de reinos de taifas, corrupción e insolidaridad, que ha debilitado al Estado y ha cuestionado la identidad de la nación española.

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