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¡Ser feliz en Navidad por decreto ley!

Ser feliz a toda costa y por obligación, aunque sea Navidad, no es felicidad, la felicidad es otra cosa y aunque determinadas fechas: cumpleaños, cenas de empresa, Noche Vieja, Año Nuevo, etc.; sean indicativos de que nuestro termostato de felicidad aumenta, no es un aumento real, al poco tiempo -terminado el evento-, nuestro termostato de la felicidad vuelve a su nivel anterior… Cuando la sociedad, que somos nosotros, nuestras familias, nuestros amigos, nuestros supermercados, nuestros grandes almacenes…; nos imponen la felicidad desde la fuerza, desde el consumismo y desde “no tienes otra que ser feliz, porque es Navidad”, nada de todo eso da felicidad verdadera, ni siquiera en Navidad.

No deja de ser una “venta superreplicante” de la felicidad, para que a base de ser repetida nos parezca que es verdad… Pero. díganme si felicidad es este mes de diciembre y finales de noviembre, donde las familias por wasap se marean unas y otras tratando de organizarse para cenar la Noche Buena, comer el día de Navidad, y que no nos toque con estos o con aquellos, con los que “se me indigestará la comida o la cena”. Cuántos wasaps de ida y de venida, para adelantarnos a que el turno sea a nuestro favor, y no al favor de quien nos incordia o nos es indiferente y no lo queremos ver ni siquiera en Navidad… ¿Qué termostato de felicidad marcará todo ese enjuague de bolillos para que la Noche Buena, sea para mí buena de verdad?

La felicidad no se puede aprisionar a la fuerza ni siquiera en Navidad… Porque -qué triste pero qué verdad, cada vez más verdad-; que la Navidad con mayúscula se ha difuminado de tal manera, que ya no es celebrar la venida del Dios Niño, no; -¡ya sé que para usted, sí es así!-, pero cada día la navidad, es más abundancia, a pesar de la crisis; es más consumismo, a pesar de que después lo pagaremos más caro, pues nos gastamos lo que sea con tal de que se note que es Navidad, aunque hagamos un sobre esfuerzo económico y emocional.

Y, qué me dice de lo mal que se pasa cuando nos reunimos entorno a una mesa, para celebrar algo tan serio como es que un Dios se hace niño diminuto, pobre, en un portal, y llama a los pastores y la estrella conduce a los magos, y dicen los textos sagrados que es la venida del Salvador que estábamos esperando y, que luego -muy cerca, treinta años no más- morirá por nosotros para salvarnos… ¡Es muy fuerte esto, y,  sin embargo, esto es la Navidad! Lo demás son adornos, oropeles, filfas, engañifas para tapar lo que no acabamos de creer o de integrar: Lo trascendente de la verdadera Navidad. Debería ser todo esto un enigma misterioso y maravilloso que nos hiciera vibrar de alegría, de entusiasmo y de verdad de la buena…, a pesar de que te ha tocado frente a tu cuñada que no la soportas, que no se lo merece, que no se ha portado bien, que no…. (ponga usted los “noes” que considere oportunos).

¿Y, qué me dicen de las Navidades de aquellas familias separadas, calculando casi con hoja Excel qué día nos toca con los hijos y con mi familia! ¡Y, qué engranaje para que sufran lo menos posible esos niños, que son quienes menos culpa tienen de que no hayamos podido conciliar nuestros intereses laborales, emocionales y poner en valor nuestro compromiso voluntario de hacer crecer ese amor que se ha roto para siempre…! La Navidad es un reclamo, es un estímulo, es una señal que nos indica el camino del amor, de la generosidad, de la empatía, y de pensar un poco más en los demás… ¡Lo sé, se hace difícil -por el ritmo de vida que llevamos-; pensar en estas fechas en uno mismo y en nuestro interior, sopesando las cosas y las emociones, siendo prudente y comprensivo, haciendo un esfuerzo voluntario -aunque no te guste- para que tu ser, sea algo más espiritual acorde con la Navidad! Y siendo más empáticos, pensemos en la Navidad de los hospitales, donde mucha gente sufre, aguanta, espera, con el cuidado y dolor de los suyos y de tanto profesional de la salud, que se queda  sin Navidad por nosotros, velando y sonriendo porque sea una noche un poco menos dolorosa, sabiendo las fechas que son. Felices Navidades desde el NI para todos cuantos os acercáis a estas páginas y deseáis que la Navidad sea de verdad la alegría de que un Dios salvador se hace niño.

Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)

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