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Sequía

Mientras los titulares internacionales nos describen minuciosamente los últimos movimientos en la frontera ucraniana. Los nacionales nos desgranan en clave estatal los resultados electorales de Castilla-León, y los locales nos cuentan la crisis de UPN y que el PSN no es de fiar. A la par que salta el duelo en Génova, al más puro estilo de OK Corral pero en versión serie C de espagueti western sesentero. La sequía, la pertinaz sequía avanza inexorablemente.

En Navarra sus efectos están siendo, de momento, minimizados por el “foral diluvio” de otoño.

La sequia es la ausencia de esa diminuta molécula de agua, que es esencial para la vida. Esa unión de dos minúsculos átomos de hidrogeno y uno más gordito de oxígeno. Mi profesor de química, Gabriel Plata, nos la describía como la cabeza de Mickey Mouse y su enlace covalente lo comparaba con un matrimonio cristiano, frente a otros enlaces que eran matrimonios musulmanes o comunas hippies.

La sequía nos recuerda una de esas eternas reformas pendientes que nunca afrontamos y pactamos en nuestro país. Reforma agraria, educativa, fiscal, sanitaria,…

Frente al resto de los titulares es una gris y lánguida anomalía de los problemas mediáticos que preocupan a nuestros políticos frente a los problemas reales que acucian al resto de la ciudadanía.

En el debate de perros o podencos, de si hay cambio climático o es calentamiento global, la sequía va avanzando. Tanto la sequía como el cambio climático son consecuencias del calentamiento global debido a la actividad humana y nuestro modelo de desarrollo. Que los árboles, cada vez menos, nos dejen ver el bosque antes de que este desaparezca.

La desertización es la transformación de un terreno en desierto, un proceso natural en el que una zona varía de húmeda a desértica, sin la intervención humana. Y la desertificación es una desertización causada específicamente por el ser humano. La desertificación se puede observar en la erosión del suelo, la falta de agua y la destrucción de la cubierta vegetal.

El aumento de las temperaturas lleva al Mediterráneo a un proceso de africanización, es decir a una aridificación de la zona.

A escala planetaria se estima que el hielo acumulado en los casquetes polares y en los glaciares guarda un 70% del agua dulce de la Tierra. Sin embargo, los últimos datos publicados sobre el estudio comparativo de más de 800.000 imágenes por satélites de los glaciares concluyen que disponemos de un 20% menos de lo estimado. Otro estudio publicado en Current Biology, demuestra que la Antártida es más verde cada año. Del blanco glacial al verde musgo para alcanzar el amarillo desértico.

El reciente estudio, realizado por Jian Wang de la Ohio State University junto con el español Josep Peñuelas del CSIC, concluye que la falta de lluvia está provocando que las plantas broten antes de tiempo en el hemisferio norte. Estiman que la primavera biológica se adelantas entre 1,2 y 2,2 días por década de este siglo. Un primer efecto es que la tierra empieza a trabajar antes absorbiendo el CO2 de la atmosfera, evitando que nos calentemos aún más. Sin embargo, a largo plazo hay un impacto negativo, pues hay una alteración del ciclo.

Estas asincronías del ciclo de la vida alteran las redes tróficas y afectan al final al ser humano. La silenciosa consecuencia es la pérdida de biodiversidad de aves y mamíferos, que provoca una disminución hasta de un 60 % en la propagación de semillas a escala planetaria. Y es en las regiones templadas donde más se nota.

Desde 1972, con el informe Limites del crecimiento, hasta nuestros días han pasado 50 años y en este tiempo hemos actuado prácticamente como en la reciente película No mires arriba.

No todos son voces catastróficas. Bjørn Lomborg autor de Falsa alarma: por qué el pánico al cambio climático no salvará el planeta., dice que hay que tranquilizar a la gente y decidir cómo abordar el problema: “Necesitamos un enfoque más inteligente que no asuste a todo el mundo y se centre en soluciones realistas, como la adaptación y la innovación.”

Como en todo el término medio, que es al que nunca vamos, sea la solución.

Urge un plan hidrológico nacional que nos conduzca a la sostenibilidad de la economía agraria, la resiliencia de las pequeñas explotaciones y la digitalización para una gestión más eficiente. A la vez que mirar al mar, no sólo como recurso turístico sino también como fuente de agua. Invertir en investigación en desalar el agua marina.

La producción de energías limpias y sostenibles con el medio y la obtención de suficiente agua dulce tanto para nuestras necesidades higiénicas, alimentarias e industriales son los grandes retos de la especie humana.

La sequía continua, se prevén restricciones. Olvídense del yoduro de plata. Hay sequía no solo de agua también de ideas y de políticos honrados que se preocupen por lo que verdaderamente interesa a sus votantes, dejen de pelearse por el sillón y canalicen las inversiones no a sus bolsillos sino a proyectos que nos aseguren un futuro a todos.

Jesús Bodegas Frías, licenciado en Ciencias Biológicas

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