Hace unos días Picardo, mandamás por cuenta de Londres de la colonia de Gibraltar, estuvo en Madrid para informar a un «selecto» público de políticos, empresarios, periodistas y embajadores sobre “la realidad de Gibraltar y las oportunidades que presenta”. La realidad de Gibraltar es la única colonia en Europa, padecida por nuestro país de parte de una potencia que, dicen nuestros politicastros, es “amiga y aliada”. Y las oportunidades son las que han dado dichos politicastros a la colonia para convertirse en un paraíso del contrabando y negocios turbios. Esos negocios dan para mucho: también para comprar a unos políticos, periodistas y empresarios “ansiosos de codicia y botín, sin ninguna idea alta”, que diría Azaña. No puede extrañarnos: una casta política corrupta hasta la médula, que premia los asesinatos etarras, financia los separatismos y hace la vista gorda ante sus quebrantamiento de la ley, porque ella misma la quebranta… permite tranquilamente al jefe de la colonia hacer sus campañas de relaciones públicas en la propia España, en la que todos ellos se ciscan. Nada refleja mejor la abyección moral en que han hecho caer al país, y ante la que urge reaccionar.
Es difícil imaginar a Inglaterra declarándose amiga y aliada de una potencia que retuviera una colonia en su territorio. Es un país orgulloso, que ha perdido casi todo su imperio de otrora, pero que mantiene enclaves y refugios fiscales distribuidos por medio mundo, y una mentalidad imperial aunque sea subordinada a Usa. Y España es una de sus víctimas. Gibraltar tiene dos características especiales: parasita a España e impide el desarrollo de la zona en torno, cuya economía, no por casualidad, es una de las más deprimidas y con más desempleo de la península (a ello contribuyen tanto la colonia como la corrompidísima Junta de Andalucía); y está situada en el corazón mismo del eje defensivo español, que por tanto se encuentra en manos de una potencia extranjera,una potencia hostil por el mero hecho de su retención de una colonia en nuestro territorio.
La hostilidad de Inglaterra hacia España es vieja y tradicional: construyó su imperio destruyendo simultáneamente el imperio español, y guarda celosamente su residuo más ofensivo. Jamás respetó los tratados, sino que los ha vulnerado sistemáticamente, como ha hecho caso omiso de las resoluciones de la ONU que mandaban devolver la colonia a la nación legítimamente propietaria. He escrito bastante sobre esta cuestión y seguiré haciéndolo, porque es una de las que más claramente revelan la infamia de los politicastros que viven de engañar al pueblo y de corromperlo y corromperse. Es preciso que los políticos y partidos que mantienen alguna “idea alta” reacciones e incluyan en su programa la recuperación de Gibraltar. Han sido muchos años de abulia e interesado olvido. Gibraltar no es una cuestión menor: define la verdadera y miserable posición actual de España en el mundo.
Pio Moa, historiador y escritor
