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Huarte-Araquil

El escudo del municipio de Huarte-Araquil se compone de: Cinco campanas azules sobre color amarillo dadas por el Rey Sancho en 1220, según la certificación extendida por el Notario Miguel de Arano en Tudela a 11 de enero de 1451 por mandamiento del Rey Carlos. A pesar de este testimonio, en 1451, quien reinaba en Navarra no era Carlos, sino Juan II. En el día de hoy usa las armas descritas, pero con las cadenas de Navarra.

 

Huarte-Araquil.svg

HUARTE-ARAQUIL
Categoría
Villa
Superficie en km2
37,9
Distancia a Pamplona
32
Altitud
471
Habitantes
464

 

Situación:


Limita al norte con el monte Aralar y Larráun, al este con este valle, la facería Aldape e Irañeta, al sur con Andía y el municipio de Ergoyena y al oeste, los municipios de Arbizu, Lacunza, Arruazu y el término Aldaba, pertenencia de Lacunza.

Historia


En sus alrededores debió de estar el castro vascón de Araceli. En el siglo III d. C. era una finca romana. Pasaba por su término la vía romana que unía Astorga y Burdeos. Durante la Edad Media surgió la actual villa a partir de Huarte, pequeña aldea del valle de Araquil situada en las proximidades de Santa María de Zamarce dependencia de la catedral de Pamplona. A principios del siglo XII Zamarce pasó a depender del Santuario de Aralar, el de San Miguel Excelsis. En 1206 ya pertenecía a la catedral de Pamlona.

Los ataques de los bandidos guipuzcoanos sobre la zona exigieron concentrar la población en plazas fuertes. En 1355 Huarte pasó a ser una de las villas fortificadas de la zona. En 1359 año se fijó el estatuto legal de la nueva villa que fue completado en 1363.  Hay indicios que invitan a pensar que ya en el siglo XIV se usó el fuero de Estella.

A pesar de ciertas dificultades iniciales, a las que hay que sumar la peste de 1362 y la toma de la villa por los castellanos (probablemente bandas de guipuzcoanos) en 1382, la villa se consolidó y creció a finales del siglo XIV.  En 1401 se inició la construcción de una muralla de piedra que la convirtió en plaza fuerte. Su bautismo de fuego como tal fue el cerco castellano durante la guerra de 1428-30.

Al estallar la guerra civil se decantó del lado beamontés y sólo pasó al bando agramontés1460. Por eso los castellanos, aliados de los beamonteses, la cercaron sin éxito en 1461. Para premiar su resistencia el monarca otorgó el título de buena villa, el privilegio de asiento en Cortes de Navarra. Estas y otras concesiones contenidas en el privilegio sirvieron para configurar la organización municipal de forma definitiva, aunque no impidieron que la villa volviese a tomar el partido beamontés.

La prosperidad se vio truncada por la fatalidad. En 1438 un incendio destruyó la cuarta parte de las casas (23 en total). Casi medio siglo después toda la villa ardió (24 de junio de 1484): 160 casas y la propia parroquia fueron pasto de las llamas. En 1508 un tercer incendio completó la obra destructora.

Estos acontecimientos y otras crisis de ámbito general explican las inflexiones de su población. A causa de un nuevo incendio total (1600) su población descendió a 39 fuegos en 1637, mínimo desde el que se fue recuperando lentamente.

Desde la segunda mitad del XIX, las peregrinaciones a San Miguel de Aralar, contribuyeron al aún mayor desarrollo de la devoción a San Miguel en su santuario. El 3 de junio de 1889 acudió aquí una de 15.000 navarros y en los años veinte de nuestra centuria las peregrinaciones y romerías se sucedían sin interrupción. Los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII acudieron al santuario en 1884 y 1902 respectivamente.

 

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