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Energía «Limpia» sacrificando la biodiversidad, ¡vaya negocio!

 

Los estudios de evaluación de Impacto Ambiental se han constituido desde hace ya muchos años como la principal herramienta que permite, en un foro técnico, con criterios objetivos, la minimización del impacto de obras que de otra forma perjudicarían seriamente al medio ambiente. La inmensa mayoría de las veces no implica la imposibilidad de su realización, sino la implementación de ciertas adecuaciones que reducen la afección al medio, a veces hasta en un 80%. En la actualidad, la adecuación sostenible de las nuevas obras es un aspecto troncal de la planificación de la Europa de los próximos años. Los biólogos, siguen siendo los profesionales más cualificados y dispuestos para realizar esta labor, pues para ello se preparan y cualifican profesionalmente no pocos años de su vida.

Los biólogos son los primeros en entender la necesidad y conveniencia de la “transformación energética” pero saben que eso no puede hacerse de cualquier forma. No es verdad que todos los proyectos de energías renovables no provoquen impacto, como se quiere vender muchas veces. De hecho, el “boom de las renovables”, ha promovido proyectos en zonas de alto impacto ecológico. Hasta un 40% de los proyectos es rechazado. Esto lleva a la reflexión: evitar el impacto del uso de los combustibles fósiles no debiera generar un impacto mayor y permanente. Dicho lisa y llanamente, bajo la etiqueta de “renovable”, “limpia” y “lucha contra el CC” hay quien busca hacer un gran negocio provocando un impacto ambiental a todas luces inasumible.

La guerra de Ucrania, hoy en día utilizada como excusa para casi todo, nos ha pillado con los deberes de la transición energética no tan adelantados como a todos nos gustaría, pero no se entiende de ninguna manera, desde la lógica del respeto al medio ambiente, el que se aprobara el Reglamento (UE) 2022/2577 del Consejo de la Unión Europea, de 22 de diciembre de 2022, que permite poner líneas de aerogeneradores y otras infraestructuras de obtención de energía en tiempo récord y sin la debida adecuación ambiental. El 27 de diciembre se aprobó esta medida por nuestro Gobierno.

Salta a la vista que cualquier problema de orden temporal de urgencia está mucho más relacionado con el gas y su acumulación, siendo la creación de líneas de aerogeneración y otras energías renovables, junto con la necesaria infraestructura de transporte de evacuación de la energía, una apuesta estructural a bastante más largo plazo. Difícilmente la operatividad real de su implantación va a ayudar a paliar las urgencias actuales.

Hay que decir que el tema de las líneas de aerogeneradores y de otras infraestructuras de obtención de energía no es algo baladí porque, tras haber sido admitidas de forma selectiva a lo largo de estos años las ubicaciones menos lesivas, muchos de los huecos que se pretenden ahora llenar son precisamente los más delicados ambientalmente.

En Navarra, por ejemplo, uno de los criterios biológicos que se marcaban como estratégicos era la valoración del impacto en rutas migratorias. Tenemos en ello una especial responsabilidad a largo plazo. Durante muchos años se ha procurado facilitar pasillos de vuelo con zonas de mucha menos densidad de aerogeneradores que permitían transitar a las aves en sus migraciones.

La moratoria de 18 meses dada ahora para instalaciones energéticas con unas mínimas exigencias, no solo afecta a esas ubicaciones concretas sino a toda la estrategia seguida durante treinta años de trabajo: allá donde habíamos canalizado las rutas de las aves, es donde se van a poner aerogeneradores sin ninguna traba administrativo-ambiental.

Obviamente, la repercusión sobre la biodiversidad va a ser enorme. Y existe una repercusión quizás mayor y difícilmente reparable que es echar por tierra la credibilidad de los trabajos de Evaluación de Impacto Ambiental y los criterios seguidos para esta adecuación a lo largo de años que había puesto en marcha la propia UE.

La barra libre que va a suponer la aplicación de esta moratoria no va a corregir los problemas de urgencia de la crisis de Ucrania, ni va a solventar el problema del Calentamiento Global que nos acucia a todos, y que requiere de un trabajo de planificación a 20 años vista. Tampoco va a facilitar la implantación de energías renovables donde no generan impacto ambiental, que las hay, ni va a incidir en el enorme derroche de luz que vemos cada día en las ciudades, y a las que las medidas de urgencia sorprendentemente ni les rozan. Sí que va a conseguir que algunos promotores hagan su agosto poniendo sin trabas unas infraestructuras donde nunca se deberían de haber permitido, y de paso poniendo en riesgo el trabajo realizado por muchos profesionales durante bastante tiempo y los propios principios de adecuación ambiental que hasta el momento se consideraban fundamentales en una sociedad moderna como se entendía que era la europea.

Jokin Larumbe Arricibita, colegiado nº 19006-ARN del Colegio Oficial de Biólogos.

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