El escudo de Tudela se compone de: Sobre azul, puente de tres arcos de oro con tres torres almenadas, sobre olas azules y todo bordeado con las cadenas de Navarra.
TUDELA | |||
Categoría |
Ciudad
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Superficie en km2 |
217,4
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Distancia a Pamplona |
94
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Altitud |
264
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Habitantes |
35369
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Situación:
Su término, alargado, linda con los términos de Castejón, Valtierra y Arguedas por el norte, con las Bardenas Reales por el este, con los de Cabanillas, Fontellas, Ablitas, Murchante, Cascante y Tarazona (Zaragoza) por el sur y con los Fitero, Cintruénigo y Corella por el oeste.
Su término municipal se puede dividir en tres partes. El área de los Montes de Cierzo, El área «bardenera» o de Valdetellas , y los fondos aluviales del Ebro y Queiles, escalonados en terrazas, las más bajas de las cuales son asiento de viejos regadíos.
Historia
El núcleo urbano surgió a comienzos del siglo IX en época del emir cordobés Al-Hakam I. Fue cuartel general de las campañas de intimidación y castigo contra el naciente reino pamplonés. Pasó a manos cristianas con Alfonso I el Batallador, tras la conquista de Zaragoza en 1118. La ciudad configuró desde entonces una tenencia del reino pamplonés.
Sancho VII el Fuerte demostró singular predilección por Tudela. En el alto de Santa Bárbara, encerrado en la antigua alcazaba árabe, convertida en castillo, pasó los largos años de su ancianidad.
La gran peste negra de 1348 causó estragos. La población se redujo quizá algo más de la cuarta parte. En 1366 había 21 hogares hidalgos, 591 francos, 270 judíos y 79 moros; los clérigos sumaban 69.
La población, que tenía uno de los primeros asientos en las Cortes del reino, fue honrada con el título de ciudad en 1390.
Durante el proceso de incorporación de Navarra a Castilla, de 1512, Tudela dio muestras de lealtad a la casa de Labrit, reinante hasta entonces. Tras su rendición, hubo de ver destruidas sus fortalezas y murallas por orden del Cardenal Cisneros (1516).
Durante el siglo XVI, la ciudad siguió siendo importante centro cultural; en ella trabajan impresores, poetas, militares, eclesiásticos y, quizás, el sabio Miguel Servet, La vida económica de la ciudad continuó basándose principalmente en la agricultura y el comercio. A fines del siglo XVIII se decía que el Ebro proveía a la ciudad de pescado abundante, aunque la mayoría de sus habitantes se dedicaban al campo, muy fértil, gracias al riego del propio Ebro y del Queiles.
Tenía asimismo gran importancia el ganado lanar, Esto hacía que se hallara en estado floreciente el oficio de pelaires, que trabajaban paños y bayetas de buena calidad, para los cuales había batán. Además la abundancia de yerba salobre y la de aceite mantenían seis fábricas de jabón al comenzar el XIX. Y aún las había además de tejas, ladrillos y cántaros, dos molinos harineros, 24 de aceite y ocho hornos de cocer pan. Subsistieron las ferias y el mercado semanal.
Tudela fue además cabeza de Diócesis desde 1783 hasta 1851.Alejada de la frontera francesa, Tudela no sufrió como las poblaciones septentrionales de Navarra las guerras con la nación vecina, salvo la de la Independencia (1808-1813), en la que desempeñó un papel importante por su propia envergadura como ciudad y por su papel de antesala de la plaza de Zaragoza, tan apetecida por los invasores. Fue saqueada por los hombres del general Lefevbre en julio de 1808 por haber cortado el puente sobre el Ebro a fin de hacer imposible su paso hacia la capital aragonesa. Y en sus aledaños tuvo lugar la importante batalla del 23 de noviembre inmediato, tras la cual fue de nuevo saqueada.
En las Guerras carlistas sus padecimientos fueron menores. Situada muy al sur y en tierra llana, fue casi siempre dominada por los ejércitos liberales, auxiliados desde la primera guerra civil (1833-1839) por la propia milicia local.
La fisonomía de la ciudad comenzó a cambiar como consecuencia de la desamortización eclesiástica de los años treinta del XIX. Se construyeron edificios, tales como un teatro (1833) y una plaza de toros (1841-1842).
Durante la segunda mitad de la centuria, especialmente el último tercio, y también en el siglo XX, el crecimiento de la población -que buscaba tierras- y la coyuntura agrícola -favorable alternativamente al desarrollo de la viticultura y de los cereales- hicieron de Tudela y su comarca, de las más ricas de Navarra. En estos momentos, se crearan, también, industrias basadas en los recursos locales -azucarera, tejería, cerámica, alimenticia- y en la estación de ferrocarril. La incorporación de Navarra a la segunda revolución industrial y agraria ocasionó un notorio crecimiento del tejido urbano y profundas transformaciones de la economía.