Una nueva época de incertidumbre y martirio. El arzobispo Tobji relata la situación actual de los cristianos sirios
por Gianni Valente
Han pasado nueve días desde la matanza de al menos 25 cristianos asesinados mientras asistían a misa en la iglesia greco-ortodoxa de San Elías, en Damasco. Una masacre que marca para siempre con el estigma del martirio esta etapa de la presencia cristiana en la Siria posterior a Assad.
«Después de la masacre», confirma a la Agencia Fides Joseph Tobji, arzobispo maronita de Alepo, «escribieron en la pared de una iglesia en el barrio de Hama las palabras: “también llegará vuestro turno”. Alguien quiere hacer creer que esto es solo el comienzo. Me han enviado fotos de panfletos pegados en casas cristianas con la frase “la tierra de Siria debe ser purificada”, acompañada de dibujos de bombas y Kalashnikovs. Son intimidaciones que recuerdan las inscripciones aparecidas en las casas de los cristianos de Mosul. Estas son las imágenes que circulan entre los cristianos. Quizá ni siquiera sean fotos reales; tal vez alguien las genera con inteligencia artificial y las difunde en la red. Pero el miedo que provocan no es “falso”».
El arzobispo Tobji describe una situación de incertidumbre, colma de temor para los cristianos sirios. Por un lado, «los que ahora mandan nos repiten constantemente que los cristianos no se tocan, que somos un componente esencial del país y de la sociedad siria. En Navidad y Pascua enviaron escoltas para proteger las misas y las procesiones. Los servicios de seguridad han implementado medidas de protección, y cuando los llamamos, acuden. Pero la gente no confía en ellos. El miedo y el desánimo prevalecen», reconoce, ya que «es evidente que no todas las facciones y grupos armados obedecen a quienes hoy controlan el Gobierno».
El actual presidente, Ahmed al-Sharaa, conocido durante la guerra con el “nombre de batalla” Abu Mohammad al-Jolani, lideró durante años Hayat Tahrir al Sham (HTS), la facción islamista más destacada en la ofensiva que culminó con la caída del régimen de Bashar al Assad.
En la Siria actual, admite el arzobispo Tobji, incluso una buena parte de los musulmanes no apoya la instauración de un régimen islamista. Sin embargo, la mentalidad islamista se refleja en detalles de la vida cotidiana: ascensores separados para hombres y mujeres, ventanillas diferenciadas por género en oficinas públicas y otras prácticas similares.
«Hace unos días, un chico y una chica paseaban por la calle de noche. Un hombre los detuvo para preguntarles por qué estaban juntos. Dijeron que eran novios, pero el hombre empezó a interrogarlos, llamó a la madre de uno de ellos para que lo confirmara y también la interrogó… Con episodios como este, muchos comienzan a decir: este ya no es nuestro país. Muchos jóvenes buscan sin descanso un visado para emigrar, convencidos de que esta situación es irrecuperable».
Los obispos católicos, relata Tobji, han reflexionado juntos sobre cómo afrontar este momento. «Compartimos la convicción de que, si el Señor nos mantiene aquí, en la Siria de 2025, es porque quiere algo de nosotros en esta situación. No debemos escondernos ni quedarnos mirando: El Señor nos llama a actuar».
Por ello, los obispos católicos de Alepo han constituido un comité para fomentar el diálogo con todos los sectores del país. Hace unas semanas, este comité organizó un congreso de tres días para reflexionar sobre el presente y el futuro de Siria, con miras a la reconciliación nacional. «Invitamos también a algunos de los redactores de la Declaración Constitucional. Hablamos con libertad, con voces críticas hacia el Gobierno y otras que lo apoyaban. Fue solo el inicio de un proceso. Ahora estudiamos cómo abrir caminos que favorezcan la paz y la reconciliación».
Es evidente que el actual grupo en el poder no controla todas las facciones armadas ni todo el territorio. Amplias zonas permanecen bajo control kurdo y druso. «No hay policía en las calles, la situación es caótica, y los nuevos gobernantes carecen de experiencia en política y administración. A veces -relata el arzobispo maronita de Alepo- toman decisiones desconectadas de la realidad. Han despedido a miles de funcionarios, tachándolos de corruptos o de innecesarios, y ahora sus familias no saben cómo sobrevivir. El pan cuesta diez veces más que antes, y sin pan, nuestra gente no puede seguir adelante. Todos se quejan de la escasez de electricidad y agua, un problema que ya dura años. Lo peor son los altos precios de los medicamentos, las cirugías y los alquileres».
El arzobispo Tobji se ha reunido cuatro veces con el presidente al Sharaa. «Él, cuando habla con nosotros -cuenta a la Agencia Fides- muestra tener visiones avanzadas. Pero no sé si conseguirá hacer algo de lo que dice que quiere hacer. Espero que sí».
Mientras tanto, se han levantado las sanciones impuestas contra Siria en la época de Assad, pero para el país -señala Tobji- «todavía no hemos notado ningún efecto positivo. Se habla de la llegada de empresarios que vendrán a invertir. Si la economía empezara a mejorar, todo cambiaría. Pero hasta ahora no se ven señales tranquilizadoras».
En este contexto, se configura un escenario singular, con un orden de poder liderado por grupos de matriz yihadista que encuentran apoyo y legitimidad política en los países del Atlántico Norte. «Siria -señala el arzobispo Tobji-, ha dado un giro de 180 grados. Antes, el régimen contaba con el apoyo de Rusia e Irán, ahora el grupo de al Sharaa cuenta con el apoyo de Estados Unidos y Europa. Pero creo que, en estos escenarios y en estos cambios de frente, no existen amigos eternos ni amistades eternas. Lo que mueve las cosas son los intereses». AGENZIA FIDES