Después de tres lunes no precisamente buenos, aunque el primero tuvo división de opiniones, veremos qué nos depara el cuarto consecutivo. Mi opinión sobre el primero, lunes de Pascua 21 de abril, cuando falleció el Papa Francisco, ya la dejé entonces por lo que no voy a insistir. Y aunque el segundo, el del apagón del 28 siguiente, también fue objeto de mi análisis, la falta de explicaciones creíbles por parte del ejecutivo, hasta el momento, me llevan a volver sobre este asunto que cada día deja más dudas sobre la solvencia de España en el ámbito internacional, ya bastante cuestionada en los últimos seis años.
No es objeto de este análisis profundizar en las bondades (poquitas) y maldades (muchas) de nuestro actual Mix eléctrico, sobre lo que dejo este artículo de Fernando del Pino, “Apagón: el fiasco de las renovables”, cuyo título no puede ser más certero y que recomiendo leer. Basta una de las primeras frases que se recogen en él: “la responsabilidad del apagón recae en la incompetencia y fanatismo verde de Sánchez y su exministra Ribera, y, anteriormente, en la política energética seguida desde 2004 por el tándem Zapatero-Rajoy”, para tener claro el principal origen del problema. Y junto a esta evidencia, nos deja una pregunta “¿Tan difícil es comprender que el sistema eléctrico no tiene que ser verde, sino fiable?” y una afirmación incuestionable “La sociedad entera se apoya en la electricidad, como pudimos comprobar el otro día, y verde y fiable son incompatibles, pues la electricidad no obedece a las leyes del Parlamento, sino a las leyes de la Física”. Me alegran un par de coincidencias que he tenido con el autor. Por una parte, cuando en mi artículo que citaba en segundo lugar hablaba sobre lo que podía ser “un nuevo experimento para domesticar al rebaño” y leo aquí que “Causa estupor la falta de indignación de parte de la opinión pública, que parece disimular su aborregamiento tras una máscara de humor fatalista”. Por otra, la observación compartida sobre que “fueron los viejos y fiables motores de combustión de los generadores, alimentados por los extraordinarios combustibles fósiles a los que la humanidad tanto debe (y tan denostados hoy por el ecologismo pijoprogre sandía, añado), los que permitieron a los hospitales salvar vidas”.
Al hilo del todavía misterioso apagón, del que según nuestros ignorantes gobernantes tardaremos seis meses en conocer su origen técnico, circuló por las redes sociales que una “alta funcionaria del CNI” dijo que “Sánchez quería anunciar el lunes 28.04.25, urbi et orbe –de ‘su Sanchidad’, no se podía esperar otro ámbito–, que éramos el primer país del mundo en producir el 100% de su mix energético exclusivamente con energías renovables y sin apoyo alguno de los (pocos) reactores nucleares que todavía quedan en España y dio órdenes, personalmente, para que así fuera sobre las 10 de la mañana, porque quería anunciarlo en el telediario de las 15:00 de ese día”. El resultado no fue el que él esperaba, sino el caos y que se dispararon las compras de linternas, camping gas y radios de transistores. También que las cuatro grandes eléctricas, con Iberdrola a la cabeza, junto con la portuguesa EDP, quieren llevarlo a los tribunales, mientras Portugal pide a Bruselas una auditoría técnica, ya que no se fía de que la haga Red Eléctrica en España. Veremos cómo acaba este asunto, que tiene enjundia. De momento, Fray Perico electricista y su equipo de “expertos” dieron orden de poner a tope los dos reactores de Almaraz y el que se había parado temporalmente en Cofrentes.
Como si la cosa no fuera con él, nuestro sin par Felónez, “ignorando” que el Estado, a través de la SEPI, tiene el 20% de Red Eléctrica y quita y pone presidentes, irracionalmente pagados de acuerdo con su experiencia, se despachaba así hace unos días: “El gobierno trabaja desde la prudencia y también desde el rigor y quisiera también añadir desde la transparencia y desde la colaboración con los operadores –a los que pocos días antes culpaba del apagón, por cierto– porque nuestro objetivo es reforzar un sistema eléctrico ya de por sí robusto” –como se pudo comprobar el día 28A–, no sin dejar un aviso a navegantes “sin renunciar en ningún caso a las renovables y reafirmando nuestra determinación de seguir avanzando en la imprescindible transición energética hacia energías verdes”. Sin duda nuestro amigo busca ser conocido también como “El Empecinado Verde”.
Por su parte, la vicetercera Sara Aagensen, después de decir que “todo iba fenomenal hasta 19 segundos antes del apagón”, contradecía los informes técnicos que se van conociendo: “Nada, es rotundamente falso, nunca se nos avisó de que algo como lo del día 28 podía pasar en nuestro país, no es riguroso, y desde luego si nos hubiesen avisado, hubiésemos reaccionado” –de momento no ha rectificado– y no desaprovechó la ocasión para unirse a la causa contra la Generalidad valenciana: “Avisos son los que la AEMET dio en la DANA de Valencia, esos son avisos”.
El apagón fue uno de los temas que no trató específicamente Pedro Sánchez el pasado miércoles en el Congreso, en el que también iba a explicar el desmentido aumento en los gastos de Defensa que no llegarían al 2% del PIB hasta 2027, pero que tendrá que adelantar a antes del verano, como anticipó el secretario General de la OTAN, Marc Rutter. En su línea de hablar mucho y no decir nada, tuvo tiempo de meterse con la oposición, su mayor objetivo siempre, dirigiéndose a Núñez Feijoo: “Está por supuesto en su derecho…, de defender los intereses sectoriales de personas ultrarricas, pero si usted elige la opción de convertirse en portavoz de las grandes energéticas nucleares, le sugiero que lo haga desde la sala de prensa de una de esas empresas, no desde esa tribuna. España no necesita políticos al servicio de los poderosos”. No desaprovechó su costumbre de desviar la atención mezclando churras con merinas: “Qué gran acto de cinismo es lamentar las 5 vidas que tristemente se perdieron por el apagón e ignorar las más de 8.000 que se pierden cada año en España como consecuencia del cambio climático” –como todo, sin demostrarlo– y se puso inclusivo para presumir: “Los españoles y españolas sacaron lo mejor de sí mismos durante las horas de corte de suministro. Tanto es así, señorías, que el número de delitos reportados en los primeros 3 días de la semana pasada, fueron un 50% inferior a los de la semana anterior”. O sea, que hasta los delincuentes se concienciaron de la situación e hicieron un paréntesis en sus fechorías. Si no fuera trágico sería para desternillarse con este tipo. Tuvo buena réplica por parte de Feijoo: “¡Enhorabuena por el gran apagón!, oyéndole estarán deseando los españoles que se repita. Señor Sánchez ¡qué vergüenza!”, que remató diciéndole que posiblemente “El único español que recibió con alivio el gran apagón fue su hermano. A él igual le vino bien, el día que le procesaban por corrupción, pero a los demás, a los que no nos apellidamos Sánchez Pérez Castejón, ver a España en el caos nos abochorna”. Estuvo bien el líder del Partido Popular, pero, desgraciadamente se queda en eso y le falta actuar de forma más contundente si quiere atajar el despropósito.
Y como no hay dos sin tres, salvo para el que sigue sin dar explicaciones de la orgía turolense de José Luis Ábalos y sobrinas varias en el parador de la capital del Torico, que entonces dependía de él, el tal Óscar López, ahora ministro para la Transición Digital (lo de digital se les da bien a los socialistas, reyes del nepotismo) y Función Pública (bastante mejor que mezclar competencias), el pasado lunes, 5 de mayo, casi once mil personas fueron víctimas del segundo parón ferroviario en ocho días, esta vez por la penosa gestión del sector ferroviario de su tocayo Óscar Puente, ministro de Transportes. Un parón de 6 a 10 horas, o más, que, así como en el caso del apagón quisieron eludir responsabilidades hablando de un inexistente ciberataque, esta vez encontraron el término de sabotaje para derivar la causa a los malvados enemigos de su modélico gobierno, seguramente la pérfida ultraderecha. El citado y “moderado” Puente, se refería así al origen del parón: “Estamos hablando de una cantidad de cable muy pequeña, el móvil económico es difícil de entender. Solamente hay dos posibilidades, dos hipótesis, una la económica, la otra la de hacer daño, pero es evidente que la hipótesis que es más plausible es la de la voluntad deliberada de causar un daño”. Y no faltó una “inteligente” observación digna de la agudeza del ilustre pre-Cromañón: “los que lo hicieron llevaban herramientas para cortar las vallas”. Sorprendió algo más que se expresara casi en los mismos términos de sabotaje, aunque sin citarlo, el que hasta ahora sí parecía moderado (sin comillas), el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, pero se ve que no conviene alejarse del guion de Producciones Moncloa: “En zonas no controladas por cámaras de televisión con un valor económico prácticamente nulo que cada uno saque las conclusiones que estime oportunas”. Algún medio recordaba, a propósito de este mal funcionamiento de tantos servicios públicos, la respuesta que daba Felipe González, cuando llegaba en 1982 con su eslogan “Por el cambio”, a la pregunta de en qué consistía: “El cambio es que España funcione”. Se ve que a sus herederos de aquel socialismo disfrazado de la Transición, no les interesa que nada funcione tras su transformación socialcomunista, una vez recuperado el frente popular Frankenstein a la venezolana. Y aunque en España el gobierno todavía no culpa directamente a la oposición, conviene no olvidar que los venezolanos se acuerdan perfectamente de los sabotajes que decía Hugo Chaves cuando empezaron los apagones en Venezuela y que no dejan de decirnos a los españoles, cuando ven lo que está sucediendo por aquí, que “Venimos del futuro”, algo que parece caer en saco roto en la mayoría de los políticos de la oposición y en no pocos millones de españoles, que parecen buscar ese futuro.
Óscar Puente presumía a su manera de la calidad del servicio de RENFE: «Hay una descalificación general del servicio ferroviario español con frases tales como ‘antes se viajaba muy bien en tren’, ‘el servicio ferroviario se ha deteriorado mucho en muy poco tiempo’, ‘teníamos un tren modélico, ahora tenemos un desastre’, ‘el caos sanchista’, en definitiva ‘cualquier tiempo pasado fue mejor que este’. Solo me ha faltado escuchar aquello de que ‘con Franco los trenes iban mejor’, pero no pierdan la esperanza todo llegará. No, el tren vive en España el mejor momento de su historia». Sólo cabe preguntarse cómo será el peor. Y entre sabotajes y enganchones de la catenaria de un tren de la competencia Yrio, que la empresa desmentía, parece que este domingo se ha repetido la historia en la misma zona de La Sagra (Toledo) que volvía a sembrar el caos en la estación de Santa Justa en Sevilla, con retrasos superiores a dos horas. Lo cierto es que 2024 ha sido el año con más incidentes en la red ferroviaria desde hace 16 años, que se tienen estadísticas. Y no podía faltar su compañera portavoz, Pilar Alegría, que no ha querido desmentirlo, pero sin decir lo de sabotaje: “El interés de este gobierno por reubicar a todos los viajeros y por supuesto trasladarles y prestarles la atención que requerían con un trabajo absolutamente ímprobo. No descartamos ninguna hipótesis porque hay abierta una investigación por parte de la Guardia Civil. Había una clara voluntad de hacer daño”. Escribía Ignacio Camacho en ABC que “la secuencia de la inundación valenciana, el apagón general y el desbarajuste ferroviario, conforman la imagen global de un fracaso, el de un gobierno incapaz de garantizar el funcionamiento normal del Estado”. No se puede resumir mejor, creo.
Hace años, cuando la crisis de 2008, de la que el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero no se enteró, mientras estábamos en la Champions League de la Economía, que acabó entre otros con el sector cementero en el que trabajaba, me vi afectado por una no deseada prejubilación que me dejó el tiempo suficiente como para seguir de cerca lo que hasta entonces no había tenido tiempo de preocuparme demasiado, la deriva política, que entonces parecía impensable que llegase al nivel de hoy, aunque ya apuntaba. Fue por esa época cuando descubrí Facebook, la única red social creo, y empecé a compartir algunas reflexiones. Recuerdo que, tras unos meses de análisis de la situación, acuñé un par de frases, que no digo que fueran de mi autoría, pero que no las había escuchado antes, lo que ahora no dejo de hacer. Las frases en cuestión eran “En España VALE TODO y, lo que es peor, NUNCA PASA NADA”. Y en esas estamos, en manos de un felón redomado, que después de casi siete años de abusos políticos ha llevado al país a la antesala de la ruptura y al desprestigio internacional, aparte de a una situación económica más cerca de la quiebra que de otra cosa, con un gasto público inasumible, una deuda creciente y una carga impositiva galopante para sostener la maquinaria pública que nos arruina. Después de aliarse con lo peor del sistema, los enemigos de España y los herederos de asesinos terroristas, suena a ciencia ficción lo que le decía en un debate a su entonces oponente, Mariano Rajoy, en un debate electoral a dos, allá por 2016, creo recordar: “Hoy sigue siendo presidente del Gobierno. El coste para nuestra democracia y para la institución que usted quiere representar es enorme, porque el presidente del Gobierno, señor Rajoy, tiene que ser una persona decente y usted no lo es”. La respuesta de Rajoy fue tajante y se acabó el debate: “Hasta ahí hemos llegado”. Cierto que don Mariano nos decepcionó a muchos, pero el socio del comunismo, el nacionalismo y el filoterrorismo ha llegado a límites que pocos podíamos imaginar: llegando hace unos días a decir en el Círculo de Economía de Barcelona que: “Ninguna sociedad del mundo hubiera respondido mejor que la nuestra y esto creo que es muy importante de reivindicar, porque España y Cataluña somos sociedades, somos países extraordinarios”, refiriéndose a España y Cataluña en un plano de igualdad, primer paso serio para la ruptura del Estado español, confirmando que tenemos a un presidente entregado a las tesis nacionalistas. Si les compra sus palabras en público, ¿qué no estará dispuesto a entregarles en privado? Una pregunta que ya llevamos viendo cómo se responde en los últimos años, cambios legislativos a medida, asalto del Tribunal Constitucional, eliminación del delito de malversación, ley de amnistía, ataques continuos por parte de sus ministros al Poder Judicial y a algunos jueces y magistrados en concreto, etc., etc. Espero que la segunda de las frases que decía más arriba, el “NUNCA PASA NADA”, se corte tras las actuaciones que estamos viendo en parte de esos jueces y magistrados que cierran el círculo judicial en torno a su familia, gobierno y partido, única alternativa que nos queda –de los políticos y de la Jefatura del Estado espero poco– ante las tramas que cada día nos dejan a más gentuza imputada y procesada, en una espiral que no sabemos cómo acabará ni si llegará a la imputación del Número Uno, el propio sátrapa de La Moncloa. Baste, como muestra de la aberrante situación que atraviesa España, la penúltima barbaridad que ha dicho nada menos que el ministro tres en uno, Félix Bolaños, Justicia entre sus carteras para más inri, tras la imputación del actual delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, por la contratación de la asesora/secretaria personal de Begoña Gómez, al que se le imputa un presunto delito de malversación. Cuando se produjo la irregular contratación de Cristina Álvarez, Martín formaba parte del organigrama de la Secretaría General de la Presidencia, y era el superior directo de la asesora que acabó haciendo labores particulares para la mujer del presidente, y dependía directamente del propio Bolaños, que se ha enfadado mucho con el juez Peinado, ante el que ya tuvo que declarar como testigo, aunque, de momento, ha evitado la imputación. Estas son las palabras que ha dicho: “Esta instrucción ya no es motivo de preocupación para la gente honesta y con la conciencia tranquila que se está viendo afectada. Es motivo de preocupación máxima para todos los que defendemos el buen nombre y la imparcialidad de los jueces y magistrados de nuestro país”.
Lo triste es que, retomando una frase del artículo que recomendaba al principio sobre el Apagón, nos encontramos con que “el gobierno más destructivo de los últimos ochenta años, tiene enfrente a la oposición flower power más meliflua de la historia”.
No quiero terminar sin una breve referencia al nuevo Papa elegido el pasado 8 de mayo, que gobernará el Estado Vaticano y la Iglesia católica como León XIV, el cardenal norteamericano Robert F. Prevost. Por supuesto, no había oído nunca hablar de él, pero tras conocer su perfil, me animo a decir que me ha gustado. La combinación que reúne de matemático, filósofo y jurista (doctor en Derecho Canónico), me parece que permite pensar que la elección ha sido acertada. Y, en segundo lugar, me resulta esperanzador que, pese a ser uno de los muchos cardenales creados por el anterior Pontífice, Francisco, y haber sido designado por él como titular del Dicasterio para la elección de los obispos, el nuevo Papa no eligió el nombre de Francisco II, lo que me hace pensar, a priori, que se diferenciará lo suficiente del anterior como para suscitar menos dudas y mayor consenso dentro de las diferentes corrientes que actualmente se manifiestan en la Iglesia. Ambas circunstancias, su origen agustiniano y su estrecha relación con lo hispano, ascendencia materna española, casi cuarenta años en Perú y repetidas vistas a España, son un buen comienzo, desde mi modesto punto de vista. Se definió como «hijo de San Agustín, agustino, que dijo: “con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo”» y eligió como lema «In Illo uno unum», palabras que pronunció San Agustín en un sermón, la Exposición del Salmo 127, para explicar que «aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno».
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.