No quiero dejar sin compartir un breve diálogo que dos amigos, con los que comparto junto a otros más un grupo de WhatsApp, han mantenido al hilo de la última estupidez europea. Todo un dechado de sentido común ante esta nueva salida de pata de banco de los burócratas europeos presididos por la inoperante exministra de Defensa alemana, la sin par Ursula Von der Leyen, que desconozco cómo sería como médico, pero no estoy muy seguro de querer ser uno de sus pacientes. Previa cesión de sus autores, paso a ello.
Empezaba uno de ellos compartiendo el enlace del digital Hispanidad con el titular “Bruselas entra en modo pánico, bélico y climático, e insta a los europeos a almacenar provisiones para resistir 72 horas” y ya en la primera frase, con cuatro palabras, resumía perfectamente lo que muchos, seguramente, pensamos, pero muchos más me temo que volverán a repetir: “Otra como el COVID”. A continuación, exponía su opinión que comparto al ciento por ciento: “En poco tiempo, encerrados en casa, aterrorizados por los noticieros, parlamento clausurado y haciendo estupideces como denunciar a los vecinos sospechosos de espías, durmiendo debajo del hueco de la escalera y aplaudiendo a las 8 p.m. a los militares. En cambio, si propusieran la vuelta del servicio militar como medida lógica, si es que es cierto el riesgo de agresión bélica, íbamos a ver cómo se evaporaban pronto las tonterías, por evaporación de votos”.
Resumía la peregrina propuesta como “¡¡¡Esperpento!!!” y continuaba así: “Pero veremos al personal con casco por la calle, en vez de mascarilla. Poniéndose carbón de camuflaje en la cara en vez de hidrogel en las manos. Apagando las luces por la noche, en vez de poniendo velas rogativas. Apiñándose en los sótanos al toque de alarma, en vez de guardando distancia de seguridad. Escuchando la filípica de la alta manda papuda, en vez de la soflama del peludo gangoso. Procesando confusos datos estratégicos, en vez de incomprensibles cifras de infectados. Pagando impuestos para financiar comisiones de gasto militar, en vez de equipos de protección sanitaria”. No se puede hacer mejor paralelismo con lo que nos montaron los mismos, hace cinco años, a cuentas de una “plandemia” de la que todavía no sabemos los verdaderos resultados (contagios, muertos reales, etc.) ni las consecuencias del invento bautizado como “vacunas”, que trata de ocultar el sistema.
Respondía otro de los integrantes del grupo con una buena carga de ironía: “La estrategia del gobierno es un bando del ministerio de Trabajo firmado por Yolanda, que asimile una situación bélica al derecho del trabajador de no acudir al trabajo, con permiso remunerado y poderse documentar en Netflix viendo los hombres de Harrelson. Claro está, solo en jornada laboral. Al final del episodio de Netflix ya podrá acceder a bares, chiringuitos y playas, así como disfrutar sus vacaciones. Por supuesto mientras dure la susodicha situación bélica, aunque no sepamos de dónde viene, no se podrá despedir”.
Y remataba el que inició el tema, con una serie de penalidades que ya son realidades tras décadas de una Europa light y progresista, que ha perdido el norte, y que dudo mucho que la “brújula” de la hasta hace poco “Von der Sánchez” sea la que recupere el rumbo, con estas ocurrencias de extender el miedo entre la ciudadanía, en lugar de enfrentarse de una vez a los que montaron las políticas verdes, el show plandémico, el clima cambiático y demás consignas de la Agenda 2030 y el Grupo de Puebla, que están detrás de todo el pastoreo de conciencias que tanto gusta al mundo woke de la izquierda, impulsado desde la ONU, del que la derecha europea parece que todavía no se ha enterado, si no es cómplice:
“Pero de lo que cabe poca duda es de las amenazas de seguridad que el futuro traerá a Europa, o ya ha traído:
- Que te asalten y ocupen tu propiedad.
- Que te veas envuelto en cualquiera de los actos violentos y mortales que a diario y de forma creciente relatan los noticieros.
- Que alguien de tu entorno sea objeto de secuestro exprés al estilo mexica.
- Que te veas intimidado y violentado por la banda latina de la ciudad.
- Que tu barrio se convierta en un gueto sin ley, extorsionado por ciudadanos multiculturales no integrados.
- Que tu edificio o el de al lado se convierta en supermercado de drogas, prostitución u objetos robados.
- Que las revueltas raciales o culturales sobrepasen a las fuerzas del orden y seas tu quien tenga que lidiar con ellas.
- Que las fuerzas del orden terminen ‘coimadas’ por las mafias narco, pues las estructuras de gobierno ya lo estaban.
- Que te veas sumergido en un estado que falla, sin más justicia que la propia.
- Que se lleguen a formar nataliciamente mayorías xenófobas, donde la víctima excluida seas tú.
- Que al ‘amigo’ del sur le dé por activar la quinta columna que ha ido metiendo, de varios millones de individuos.
- Que tengas que defender tus derechos y vida, cuerpo a cuerpo.
… Estas son las verdaderas amenazas. Pues lo lógico sería restituir el servicio militar para instruir al ciudadano a una mínima defensa más allá que poner el pescuezo para el degüello. Pues eso, lo lógico, es lo que no veremos”.
Como apostillaba otro miembro del grupo: “Están zumbados”. Lo malo es que lo pagamos todos mientras ellos viven en su realidad paralela.
Termino con un pequeño comentario sobre la cara que ha puesto el que fuera ministro de Defensa y presidente del Congreso, Federico Trillo Figueroa, cuando Antonio Jiménez le mostraba en su entrevista en El Cascabel el vídeo en el que la comisaria europea de igualdad, preparación y gestión de crisis, Hadja Lahbib, mostraba entre risas el ‘kit de supervivencia’ que lleva en el bolso, con navaja de Albacete y baraja de cartas “porque entretenerse no hace daño”. De risa si no fuera patético y seguro que al citado exministro se le vino a la mente aquella frase que se le escapó desde la tribuna del Congreso: “¡Manda h….s!”.
Y, como remata otro buen amigo muchos de sus artículos, “Que ustedes hagan mucho bien y que no reciban menos”.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.