Parece que fue ayer, aunque han pasado ya casi cuatro meses, cuando el aspirante a Presimiente Fraudillo, anclado a la Moncloa vendiendo España a saldos, anunciaba todo un año de conmemoración por el cincuentenario de la muerte de Francisco Franco, con “más de un centenar de actividades culturales y eventos de diversa índole que van a inundar nuestras calles, escuelas, universidades, museos, a partir del 8 de enero del año 2025”. Es decir, uno cada tres días, o menos, si descartamos el mes de agosto y resto de vacaciones parlamentarias de sus señorías. Pasado ese tiempo y después de aquella especie de “exvoto” que ofreció a sus fieles el pasado 8 de enero, no he sabido de ningún otro acto conmemorativo al efecto, como tal. Puede que se trate de un nuevo “cambio de opinión” a los que tan acostumbrados nos tiene el doctor Plagio cum Fraude, mentiroso mayor del Reino, del que aspira a ser presidente de la Tercera República.
Lo que sí parece que va a superar con creces el centenar, son los fracasos parlamentarios que sus socios de la mayoría de investidura, los de gobierno incluidos, están dispuestos a obsequiarle cada vez que se vote algo en el hemicirco que han conformado. Las dos últimas se produjeron la semana pasada. Por un lado, con el voto en contra de sus socios por la izquierda, nacionalistas o no, de aumentar el gasto en Defensa que postula la Unión Europea tras el plante de Donald Trump de seguir siendo el paraguas de seguridad de Europa. Voto en contra que se acentúa con la voluntad de salida de la OTAN que postula su vicesegunda Yolanda Díaz, que además quiere que desaparezcan las bases americanas que compartimos en España. Munición para Marruecos, a la que no hace ascos el monarca alauita, que también tiene cogido por alguna parte sensible al sátrapa español. La segunda derrota se produjo en la votación para crear la Agencia Estatal del Medicamento que pretendía colocarnos la ministra de Sanidad, Mónica García, aquella que se definió como Mujer, Médico y Madre, a la que sus despropósitos políticos la hicieron merecedora del apelativo MuMeMa que resulta de las primeras sílabas de esas tres “categorías” y que acredita cada vez que habla. Este segundo fracaso “lo siento especialmente” porque se trataba, seguramente, del “merecido” regalo de aniversario que se le quería hacer al siniestro Fernando Simón, el de “en España, si acaso, habrá unos pocos casos diagnosticados”, con que nos engañaba hace cinco años con relación a la “plandemia” de COVID, cada día menos sostenida mundialmente. No pude ver la cara que se le quedó al jefe de aquel inexistente “comité de expertos”, que esperaba en la tribuna de invitados el nombramiento “digital” que tantas veces había repetido que nunca aceptaría ser nombrado a dedo.
Y me parece que van a seguir las derrotas cuando este desgobierno se plantee volver al asunto de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), si es que se lo plantea después de la declaración de Felónez la semana pasada: “Volveremos a llevarlos al Congreso de los Diputados y esperemos que salgan. Y en ese sentido, Irene, pues, por supuesto, vamos a sudar la camiseta, como le he dicho siempre. Y me dice usted, ¿si no se aprueban? Se prorrogan los presupuestos, sin ninguna duda”. O sea, que ya da por descontada una nueva derrota pese a lo que nos decía en 2018 cuando los prorrogaba Mariano Rajoy: “Miren, nosotros dijimos la semana pasada, y yo personalmente lo dije, que, si no había PGE, el señor Rajoy lo que tenía que hacer era anticipar las elecciones”. En lo que insistía tras conocer la decisión de Rajoy al respecto: “si no hay PGE, eso no significa que haya un anticipo electoral”, que a él no le valía entonces y repetía con su petulancia habitual, cargada de circunloquios, que: “Bueno, yo les quiero anunciar que la conclusión y el acuerdo al que ha llegado la comisión ejecutiva federal es que si el señor Rajoy no aprueba los PGE y el señor Rajoy, como consecuencia de ello, no anticipa las elecciones, lo que le exigiremos en ese momento al señor Rajoy es, por obligación con la ciudadanía de este país y por responsabilidad constitucional, tendrá que someterse a una cuestión de confianza. Un gobierno tiene que aprobar su principal ley, que son los PGE”. Es decir, que para él no cuenta lo que decía hace unos años, como nos tiene acostumbrados con esos cambios de opinión con los que tapa sus mentiras, en estos casi siete años de resistencia numantina a costa de lo que sea, ni lo que dice explícitamente la Constitución Española en su Artículo 134.3: “El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los diputados los PGE al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”, es decir, como máximo el 30 de septiembre pasado. Pero ya recurrirá a su amiguete Conde Pumpido para que haga “constitucional” lo que haga falta, por el bien de su señorito. Por cierto que, a ver cómo le sale al susodicho siervo fiel la decisión de la Audiencia de Sevilla de plantear una cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea contra la sentencia del Constitucional que anuló la condena de los ERE de Andalucía, que este pretencioso “tribunal de casación sanchista” ha borrado prácticamente del mapa jurisprudencial del Tribunal Supremo, una de las mayores cacicadas perpetradas hasta ahora por esa mayoría socialista de “irreconocible prestigio”.
Tampoco lo va a tener fácil con la aplicación del IRPF a los perceptores del nuevo SMI, salario mínimo interprofesional, que excede el mínimo exento de este impuesto y con el que se rompe de nuevo el gobierno al tener distinto criterio sus dos vices, primera y segunda, María Jesús Montero y la antes citada Yolanda Díaz, a la que se le abren los frentes después de su casi borrado de su partido, el SUMAR que cada vez resta más al todopoderoso autócrata, cada día más cerca de aquella boutade que se le escapó ante sus entregadas huestes: “gobernar sin el poder legislativo”. Y no más fácil va a ser que consiga sacar adelante su intento de camuflar la subida del presupuesto de Defensa que pide Europa, del que hablaba antes, y sobre lo que tratará de engañar a sus socios el próximo miércoles que, muy a su pesar, tendrá que comparecer en el Congreso para explicar el rearme que pretende encubrir con su eufemismo de seguridad, algo que no cuela por aquí y mucho menos en Europa, donde ya lo tienen calado.
Pero ni todo lo anterior ni la espiral de casos de corrupción familiar, de partido y de gobierno, parecen llevarlo a un adelanto electoral, que supondría su derrota, según anticipan la mayoría de las encuestas, con excepción de la de su otro siervo, el fiel Tezanos que la semana pasada mantenía la ventaja del PSOE sobre el PP por encima de cinco puntos.
De momento, pasen días, caigan dietas, nuestro Sínchiz Pon se nos va de nuevo a China, por cuarta vez, para verse con su amigo Xi Jinping, del que hablaba, así de mal expresado: “Me gustaría empezar agradeciendo a las autoridades chinas su invitación y su hospitalidad. El compromiso de España por tender puentes y construir una relación sólida y cooperativa entre la Unión Europea y China. España quiere jugar un rol constructivo de tender puentes porque creo que no convienen guerras comerciales”. Sigue sin enterarse de que cada vez pinta menos en Europa. No sé si ira también en compañía de su socio Zapatero, que parece tener intereses comerciales por aquellas latitudes, en las que, como en Venezuela parece haber introducido a la empresa de sus hijas en la multinacional tecnológica Huawei.
Alberto Núñez Feijoo, llamaba a Sánchez “presidente zombi” en el Comité Ejecutivo Nacional de este lunes, al tiempo que le pedía tres cosas en nombre de la democracia: “que lleve al Congreso su plan de Defensa, si lo tiene; que presente los PGE en la Cámara, como es su deber constitucional; y que convoque el debate del Estado de la Nación para que retrate la soledad de un Gobierno que ya no es tal”. Pero ya sabemos que “contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar”, así que ya veremos con que no nos sorprende el zombi.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.