Resulta innegable la importancia de las llamadas zonas húmedas, o humedales, para la conservación del medio ambiente y para la sociedad en general. Las lagunas, turberas, zonas encharcadizas transitorias, ibones etc, concitan, ya sea ocasionalmente, ya de forma permanente, una muy buena parte de la fauna y flora local, permitiendo el soporte de áreas enteras de fauna, y la pervivencia de no pocas especies, hábitats, y procesos de intercambio y filtración químicas, oxigenación, y muchos otros beneficios que todos podemos comprender.
Es por ello que, en orden internacional, se firmó en la ciudad de Ramsar, en 1971, un importantísimo Convenio, suscrito por España, en el que participan ya la mayoría de los estados del mundo. En él se contemplan la conservación, uso respetuoso y restauración de los humedales que existieron antaño, como la mejor herramienta de conservación territorial y salvaguarda de nuestras sociedades.
Y es por eso por lo que existe un Día Mundial los Humedales, que se celebra todos los años el primer domingo de febrero.
Los humedales son nuestra cultura, nuestra tierra, nuestra diversidad, y nuestro futuro, más en el contexto del cambio climático que se nos avecina. Y en Navarra, además, son mucho más importantes cuanto que están situados en la principal ruta de aves migratorias de Europa, tras el duro paso pirenaico.
Y debido a esta importancia general, desde el Estado se creó un Comité de Humedales que trata precisamente de impulsar la creación y la conservación de humedales en España, con dos Estrategias, la última en 2022. Y, con una encomiable política que, lejos de plantear limitaciones a las actividades humanas, establece estratégicamente que los gobiernos den a conocer, en un listado, aquellas lagunas que tienen valores públicos relevantes. Así se creó el Inventario Nacional de Humedales que es el compendio de los Inventarios autonómicos y una herramienta que ha mostrado a lo largo de todos estos años sus grandes virtudes compatibilizando las actividades humanas con la conservación.
Así, los catálogos de humedales en el inventario de las Comunidades Autónomas han ido aumentando, reconociéndose hoy en día, entre relaciones autonómicas e Inventario Nacional, más de 4.400 zonas húmedas con valores ambientales perfectamente reconocidos y compatibilizadas con sus respectivos usos tradicionales.
Navarra, a pesar de su extraordinaria situación, con sus únicos 23 humedales reconocidos, sin ninguna ampliación desde 1997, figura sólo por encima de las ciudades de Ceuta y Melilla en este reconocimiento. Desde luego muy alejado de otras Comunidades que lo han sabido hacer mejor como Aragón, con 369, y Cataluña con 2980, sin que ello haya supuesto ningún problema para el desarrollo territorial sino una ventaja.
Quizás sea porque aquí hay quien en estos años todavía prefiere considerarlas “Terrenos Forestales”. Pero muy por encima de la conocida interpretación hegemónica hacia lo forestal que en el Departamento de Medio Ambiente se da a los Espacios Naturales en general, habrá que entender alguna vez que la conservación es algo que va mucho más allá, y que además de ser una necesidad biológica, es algo beneficioso para el desarrollo de la sociedad. Así lo han entendido las legislaciones y el resto de las Comunidades.
Desde luego los biólogos seguiremos demandando en el Consejo de Medio Ambiente, como hasta ahora, la actualización del Inventario Navarro de Humedales. Antes o después deberán hacer caso.
Asier Zabalza Benito, Colegiado del Colegio Oficial de Biólogos