No pude oír la cancioncilla de “Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…” Por la cantidad de llamadas de teléfono fijo y móvil, que no dejaron de sonar en todo el día. ¡Todo!
Lo más curioso es lo de “Que pases un feliz día”. Pues ya ves, contestando el teléfono me lo paso.
Uno tiene una edad, 74, en la que agradece a los que se les pasa por alto y no te felicitan.
Los hay que incluso te abroncan: ¡Coño, que te he llamado dos veces y me salta el contestador!
Claro, porque me eché la siesta y lo puse modo avión. Que no debería de haberlo quitado hasta el día siguiente.
¡Qué pases un buen día! ¡Que cumplas muchos más!
¡No quiero! Dejadme en paz. No sabéis el día que me habéis dado.
Y ahora me pregunto yo: ¿Cómo puedo ser tan imbécil? Toda la vida luchando para que te quieran y ahora que lo has conseguido y te lo demuestran, ¿Te arrepientes de ello?
Es que son 378 llamadas, y no me quejo de los 216 guasap que entre llamada y llamada he ido contestando.
Están los que te llaman y no tienen cobertura, que se junta con la poca que tienes tú. Es que vivo en una zona donde la gente usa los inhibidores de frecuencia por joder, no porque sea menester.
E insisten, una y otra vez. ¡Coño, que te llamo y no me lo cojes! Es que estoy contestando otras llamadas.
Pues te he dejado tres mensajes en el buzón de voz. Se te ocurre escuchar el contestador y tienes felicitaciones para tres días más.
Luego está lo de los regalos, llega una edad en la que solo estás pendientes de los demás. Esto para el niño, lo otro para la niña, esto para el cumple de estos, lo otro para los otros, los sobrinos y los vecinos. Pero a ti, no te regala nadie nada. Eh, y lo justifican: ¡Pero si a ti no te hace falta de nada!
¿Me habéis preguntado? Tú ni fumas, ni bebes… ¿Qué te hace falta? Y tú: una raclette, me gusta el queso fundido… No lo dirás en serio, con lo que el queso engorda.
Se tendrían que poner de acuerdo y felicitarte uno en nombre de todos. En cualquier caso, gracias por vuestro cariño, pero no hacedlo todos a la vez como si no hubiera un mañana.
¿Comprendéis ahora por qué no os felicito?
La vejez, dicen que llega con el olvido. Gracias a todos por mantenerme tan vivo y cascarrabias.
Manolo Royo, humorista www.manolo-royo.com