Aplazo el artículo semanal que dedico al análisis y comentarios de la actualidad que nos deja la última semana y transcribo literalmente un documento que me llega de una fuente de absoluta confianza, aunque anónimo, y que me parece interesante compartir, al tratarse de un tema de la máxima actualidad y no sabemos por el momento con qué posibles consecuencias. Se trata del ataque simultáneo realizado por Israel sobre varios miles de cargos y activistas de la organización islamista extrema Hezbolla https://es.wikipedia.org/wiki/Hezbolá, más cercana, en mi opinión, a un movimiento terrorista que a ese “Partido de Alá”, que parece que es lo que significa su nombre. Un ataque perpetrado mediante la conversión en pequeñas bombas de aquellos antiguos buscapersonas, que conocíamos familiarmente como “buscas” https://es.wikipedia.org/wiki/Bíper cuando todavía no habían llegado los móviles.
Me llega con el siguiente título: “Uno de los análisis más completos que he encontrado sobre el tema” y con un subtítulo entre paréntesis: (Sin perjuicio de colocarle todos los filtros antipropaganda que procedan…), que abre un campo no menos abierto a la especulación. Y este es el texto íntegro:
«Con la información que se pudo recopilar de la “Operación Pager” y la nueva ola de explosiones de radios VHF, ya podemos describir mejor lo que sucedió en la acción de Israel contra Hezbolla y analizar con un poco más de profundidad sus detalles y posibles consecuencias.
El inicio de la historia no estuvo en Israel, sino que se dio en el seno mismo de la organización terrorista Hezbollah. Habría sido su propio líder espiritual, Hasan Nasrallah https://es.wikipedia.org/wiki/Hasán_Nasralá , el que autorizó el reemplazo de los sistemas de comunicación por radio y celulares por motivos de seguridad». Añado aquí que, al parecer, el citado Nasrallah había dado en febrero este mensaje a los militantes de Hezbolla para que dejaran de utilizar los teléfonos móviles: “Ese es el agente, el teléfono que llevas. Y es letal, insisto, es letal, y ofrece información muy específica y precisa”.
Continuaba así el documento que comparto:
«La idea de usar pagers tenía la ventaja –negrilla y subrayado míos, visto lo visto– de evadir la detección y escucha a sus militantes, además de ofrecer un sistema de comunicación de mayor alcance y unidireccional. En marzo de este año comenzó el programa de reemplazo gestionado por Irán.
Teherán contrató la compra de 5.000 pagers de los modelos AP924 a la empresa Gold Apollo de Taiwán. La compra fue triangulada mediante la firma húngara BAC Consulting con sede en Budapest, compañía que se encargó de fabricarlos y entregarlos al comprador. Gold Apollo confirmó que no intervino en la fabricación de los pagers y que solo concedió la licencia de producción. Además, que los pagos llegaron desde Medio Oriente y que la operación preveía la entrega de los aparatos en El Líbano. Esto ya ofrece una primera pista.
Al entrar en El Líbano, los pagers ya estaban en una zona controlada, por lo que la introducción del explosivo debió ejecutarse en el momento de la producción o al ser enviados. Esa parte del operativo fue realizada de tal manera que no despertó la sospecha de los terroristas». En un medio informativo escuché que la operación consistió en el cambio de un contenedor por otro idéntico, en el que estaban los buscas ya manipulados, no sé si en origen o en destino.
Continúo con el análisis recibido:
«Se sabe que el explosivo utilizado fue pentrita https://es.wikipedia.org/wiki/Pent, una sustancia común en el rubro civil y el militar. La elección no fue fortuita porque se trata de un compuesto que reacciona fácilmente con la fricción y la temperatura y tiene una deflagración más violenta que otros explosivos. Por otra parte, la pentrita es de uso frecuente en detonadores y munición. Las partículas de ese explosivo en ambientes como el de Hezbollah son tan comunes como el polen en un campo en primavera. Quizás por ello su detección se vio dificultada por la elección del tipo de explosivo.
La deflagración en los pagers fue producto de un sobrecalentamiento de las baterías, generado por un mensaje enviado de manera masiva, luego de vulnerar el sistema de comunicación, que se suponía estaba encriptado. La simultaneidad evitó que se deshicieran de los pagers a tiempo. Cada pager sonó durante, al menos, 9 segundos, antes de estallar, tiempo suficiente para que las baterías alcanzasen la temperatura de 90° que disparó la detonación de la pentrita y para que los terroristas cogieran sus pagers y los acercaran a zonas vulnerables de su cuerpo. Ello no es un detalle menor, porque incapacitar a los terroristas era el objetivo principal. En simultáneo y en menos de diez segundos, lograron incapacitar a por lo menos 3.800 terroristas, que eran los usuarios de los dispositivos. Los pagers no se vendían en el mercado civil.
Han circulado versiones sobre médicos y otros civiles heridos en la operación. La contratación y entrega de los pagers fue hecha por Irán de manera exclusiva para los integrantes del grupo terrorista. Cualquier desviación casual a esa previsión habría sido un imponderable ajeno a Israel. Así mismo, de haberse superado los 20 gramos de pentrita introducidos en cada dispositivo, los efectos sobre el entorno de cada usuario de los pagers hubieran sido mayores y aumentado los “daños colaterales”. La acción tuvo destinatarios muy concretos. En la guerra de la comunicación, ese es también un aspecto importante.
Los terroristas convivieron durante cinco meses con los explosivos sin detectarlos. Fue otro error de seguridad, porque, aunque se tratasen de sólo 20 gramos, ni los iraníes ni sus socios hicieron un control eficaz sobre el cargamento que recibieron. Esto lleva al siguiente factor, los pagers fueron entregados a toda la cúpula de Hezbollah y sembraron una trampa explosiva en toda su cadena de mando. Y esto es crucial, porque el golpe incapacitó a toda la estructura superior de un grupo que, por su verticalismo, es vulnerable a la pérdida de sus jefes. La magnitud del ataque es inmensa en calidad y cantidad. En El Líbano murieron 12 portadores de pagers y otros 3.000 fueron heridos, de ellos 400 de gravedad. La prensa siria informó de otros 7 muertos en Damasco y en el Valle de la Bekaa https://es.wikipedia.org/wiki/Valle_de_la_Becá, un santuario de Hezbollah.
Al día siguiente comenzaron a explotar las radios VHF –walky-talkies– usadas por los mandos intermedios, a las que se acudió para reemplazar a los dispositivos estallados el día anterior. Se supone que también portaban explosivos. Hasta el momento, se ha informado de otros 9 muertos y al menos 300 heridos. Esto nos conduce al momento elegido, porque Israel tuvo cinco meses para ejecutar la acción. Horas antes el gobierno de Israel informó que iba a buscar el regreso de los refugiados del norte de su país que huyeron de los ataques de Hezbollah desde Líbano y Siria.
Israel ha descabezado así casi toda la cúpula de Hezbollah en un solo golpe y quizás en la víspera de una ofensiva. Y de este modo puede haber evitado más ataques contra su territorio y, sin duda, más víctimas de uno y otro lado, por los ataques y represalias usuales en este conflicto. Hay otra consecuencia política y es que Israel volvió de la motosierra al bisturí. La furia de la respuesta al ataque del 7 de octubre, tan criticada y costosa para la imagen israelí, puede ser ahora contrastada –creo que quiere decir contrarrestada– con una represalia diseñada para atacar de manera puntual y efectiva. Por último, le devuelve al Mossad y al Shin Bet una autoridad que se había visto dañada a partir del 7 de octubre por no haber advertido el ataque de Hamas. No es un tema menor para un país que basa gran parte de su defensa en el efecto disuasivo frente a un entorno hostil.
Como secuela aledaña está el efecto opuesto en Irán. Tras la muerte de Ismail Haniyeh https://es.wikipedia.org/wiki/Ismail_Haniya en Teherán y el fracaso de los ataques de abril, los iraníes deben dar cuenta ahora de sus fallos al entregar a sus seguidores una trampa explosiva a escala masiva. Se ha generado una brecha de confianza. Y, además, los iraníes han quedado en evidencia una vez más, al explotar uno de los dispositivos que estaba en manos de su embajador en El Líbano, demostrando de forma dramática que la red de Hezbollah está bajo su mando, y ahora ya no pueden decir que está sólo bajo su protección. También quedó al desnudo el esquema de mando y la red territorial de Hezbollah. Si los pagers eran usados por los niveles más altos, con el listado de muertos y heridos junto al de las viviendas en donde hubo explosiones, es posible establecer un mapa preciso del grupo terrorista. Ahora la cuestión se extiende a los niveles medios que usaban las radios VHF afectadas por el segundo ataque. Con el análisis de los contactos y vínculos políticos, se puede explotar una veta inmensa de información para Israel. Todo, en 48 horas
Israel ejecutó una acción brillante con apenas cinco meses de tiempo desde la decisión de Nasrallah, lo que es un lapso muy pequeño para organizar un plan tan preciso, efectivo y de tanto alcance. Objetivamente, escribió una página memorable en la historia de las operaciones de inteligencia. Sin una cadena de comunicación activa y las filas de Hezbollah sumidas en la paranoia, resulta más complicado coordinar a una organización de 130.000 integrantes repartida en cientos de miles de km², en dos países y con una compleja trama de instalaciones y sistemas de mando. Hezbollah e Irán no pueden dejar de responder a otra derrota humillante. Pero sin un sistema de mando y comunicación esa réplica sería tan caótica como expuesta a otro fiasco. Por otro lado, Israel tiene servida la oportunidad para ejecutar la ofensiva tantas veces prometida.
Lo imprevisto de la “Operación Pagers” obliga a no especular demasiado. Aunque como en el 7 de octubre, lo inesperado y la conveniencia de no adelantar escenarios parece ser siempre la norma a la hora de analizar lo que sucede en Medio Oriente. Nadie sabe que va a suceder, ni existe garantía de ser avisado a tiempo».
Hasta aquí el texto con el análisis de los hechos y desde aquí un incierto futuro sujeto a la libre interpretación.
Como colofón, añado que también Israel es el creador de la aplicación Pegasus con la que se dice que Marruecos hackeó los móviles del presimiente Sánchez y de algunos de sus ministros, que no sé si habrá hecho que también ellos se planteen pasar al uso de buscas y walky-talky. Ahí lo dejo, como hipótesis.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.