Escribo hoy casi en estado de shock después de haber superado a duras penas el efecto del terrible “zarpazo polar”, último invento de los “payasólogos” que protagonizan a diario el show televisivo globalista en el que se ha convertido desde hace años la información meteorológica. Por un momento, me imaginé dando el zarpazo al “famélico” oso polar que nos dejaba el exvicepresidente de los EE. UU., Albert A. Gore (Al, para los amigos), en su emblemática apología del cambio climático que nos quieren seguir vendiendo todos estos actores de los Medios de Manipulación Masiva ((en adelante MMM) que ya no sacan tanto a «la niña del exorcista” sueca, Greta Thunberg, ahora propalestina también.
Cuando todavía se oye el eco del comité federal del pasado sábado, día 7, celebrado por lo que queda de Partido Socialista antes Obrero y nunca Español, La PSOE después de que saltara su tradicional corrupción en la última década del siglo pasado, y más conocido hoy como el Partido Sanchista, PS, curiosamente las iniciales del sátrapa depredador de esas siglas, el personaje no para de ofrecernos su espiral esperpéntica y contradictoria, por no decir psicopática. Nada más decir aquello de “Transformar España no sería posible sin todas y todos, vosotros y vosotras…”, en un particular ejercicio de su no menos particular concordancia, desafiando el riesgo de bruxismo: “…apretamos los dientes y tiramos hacia adelante” y estar dispuesto a hacerlo “como sea”, al más puro estilo Zapatero: “Vamos a avanzar con determinación en esa agenda, con o sin apoyo de la oposición, con o sin un concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo”, o sea, con o sin la mitad más tres del Congreso, que lo apoyaba hasta ahora –chulería que tuvo que matizar días después–, volvió a sacrificarse por España y subiose al “incómodo” Falcon –ministro Cuerpo dixit (sin Pixie, señora Carmen Calvo)– en el que no pueden reclinarse del todo los respaldos de los asientos, ¡qué drama, por Dios!, para perderse unos cuantos días más rumbo a China. Salida precedida de paseo en Audi A-8 blindado, con un coste equivalente a dos Lamborghini, y salto en Super Puma hasta la base de Torrejón, a unos 30 Km de la Moncloa –¿cuánto CO₂ se emitió a la “protegida” atmósfera, paseo de vuelta a Moncloa incluido?–.
De momento, ese Congreso que don Narciso Sánchez pareció despreciar el sábado, le daba el jueves dos sonoras derrotas. Primero votando a favor de la propuesta del Partido Popular reconociendo a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, con el apoyo del PNV, algo que forzó al ministro tres en uno, el fiel “Gracita” Bolaños, a convocar una comida con los máximos responsables vascos para “normalizar” la relación. Después, forzando la comparecencia del presimiente para informar sobre la crisis migratoria de este verano, que ya veremos cómo la explica. Y también se dio la circunstancia de que el proscrito José Luis Ábalos enseñó los dientes tras el aviso de la semana pasada por la auditoría del ministerio de Transportes encargada por su sucesor Óscar Puente, que, con el cese del presidente de ADIF, parece haber hecho tabla rasa con la estructura de su antecesor, al que el gobierno y el PSOE quieren cargar en exclusiva el mochuelo del caso Koldo, con lo que el valenciano plurifamiliar y de caras amistades no parece estar muy conforme y ha comenzado por abstenerse votando “en conciencia” y no al dictado, como suele ser lo normal en el hemicirco, en todos los partidos, salvo error de pulsación de alguna señoría. Y es que ese equipo sanchista parece que no tuvo en cuenta un principio elemental cuando de corrupciones se trata, que suelen saltar porque se “desequilibra” el reparto, ya sea económico o de responsabilidades políticas, y el perjudicado acaba cantando. Y ojo que el calvario presidencial se puede incrementar después de las cuarenta votaciones que lleva perdidas en tan solo diez meses de legislatura, que no sé si se podrá seguir llamando así.
Respecto al presidente electo de Venezuela, España le concedió un asilo político tampoco exento de contradicciones, la primera el no reconocimiento de su clarísima victoria. A su llegada a Madrid, González dedicaba este mensaje a sus compatriotas también exiliados: “Mi salida de Caracas estuvo rodeada de episodios de presiones, de coacciones, y amenazas de no permitir mi salida. Os digo que, próximamente continuaremos la lucha por lograr la libertad y la recuperación de la democracia en Venezuela”. Y casi antes de que se le pidieran explicaciones –ya saben eso de ‘excusatio non petita…’ –, el fiel ministro de Exteriores José Manuel Albares salía a escena: “No ha habido ningún tipo de negociación política entre el gobierno de España y el gobierno de Venezuela”. Pero no tardó mucho más el fiscal general de Venezuela para contradecirlo: “Los gobiernos de España y Venezuela acordaron el otorgamiento de salvoconducto al ciudadano Edmundo González Urrutia para que abandonara el territorio nacional y se acogiera al asilo concedido por España”. Y, conociendo las “artes” de uno y otro, me acordé del gran Groucho Marx en la genial película Sopa de ganso: “¿A quién va a creer usted, a mí o a sus propios ojos?”. Pues eso, sin negociación es difícil creer que el señor González saliera de la Embajada de Holanda, donde se refugió primero, para ir a la de España, de donde sale hacia el aeropuerto para embarcar en un avión de las Fuerzas Aéreas Españolas enviado, obviamente, por nuestro gobierno. Lo cierto es que, fuera de la componente humanitaria del asilo concedido a Edmundo González, no sabemos todavía si el favor se lo hace el gobierno a él o a Nicolás Maduro ni el papel que ha desempeñado en todo esto el desaparecido y silente José Luis Rodríguez Zapatero y a cambio de qué, para el gobierno y para él. Por cierto, ese gobierno y su partido, a los que se le llenaba la boca defendiendo la “voluntad popular” del parlamento, no la acata ahora y dice que “la política exterior la marca el gobierno y es el gobierno el que marca la pauta”, lo que me recordó el viejo chiste de aquel paisano que le preguntaba a otro qué era una “pauta” y, a renglón seguido, le decía que una “faulana”. Y, esta vez, sacó también a relucir su “disciplina” europea porque la Unión Europea no se ha definido todavía al respecto. Algo que no le valió cuando reconoció el inexistente estado Palestino de la mano de dos “potencias” como Irlanda y Noruega. Estuvo bien Alberto Núñez Feijoo al afirmar que: “España debe liderar la defensa de la democracia venezolana en el mundo y, por supuesto, en Europa, que empieza por reconocer el resultado electoral en las urnas y por supuesto al presidente electo”. Un Feijoo que, además de los dos triunfos citados en el Congreso, le ha ganado también por la mano en su reunión con el presidente canario, Fernando Clavijo, con el que firmó un interesante acuerdo en cuyos diez puntos presentan un programa de Estado para afrontar la crisis migratoria
En otro orden de cosas, tan interesante como chocante ha sido el Plan para Reformar Europa presentado por Mario Draghi a petición de la Unión Europea, que él califica como Plan Urgente. Y ahí está lo chocante, que el conocido como Súper Mario por su indudable categoría profesional y política, que entre otras cosas fue Gobernador del Banco de Italia, presidente del Banco Central Europeo y primer ministro italiano, haya tardado tanto tiempo en darse cuenta, o al menos en manifestarlo, de que Europa experimenta un declive económico creciente y de la más que crítica situación de lo que nunca fue de verdad Unión Europea, por lo menos desde que pasó de doce miembros, aunque yo creo que tampoco lo era del todo antes, más allá de ciertos intereses económicos. Lo interesante es que Draghi propone una fuerte inversión, 800.000 millones de euros anuales –no he visto en detalle durante cuantos años ni de dónde los quiere sacar, aunque me lo temo– para ser autodependientes, como nunca debió dejar de serlo Europa, de no haberse dejado llevar por la moda ecologista y el triunfo del sector que la impulsó y la lidera, esa ideología sandía, verde por fuera y roja por dentro, o sea socialcomunista disfrazada de amor al mundo. Avanza Draghi una nueva legislación europea que, para empezar, sería contraria a la línea de actuación del gobierno de español porque mientras propone una Unión más perfecta, coordinada y eficaz, el desgobierno español y sus socios están en romper la caja fiscal única para conceder a Cataluña su independencia a cambio de unos meses más en el poder. Y mientras Draghi habla de mayor productividad, nuestra vicesegunda Yolanda Díaz y compañía hablan de trabajar menos horas con igual sueldo. Como indicaba hace unos días el economista Marc Vidal en COPE, “La distancia en PIB per cápita, productividad y competencia entre la Unión Europa y EE. UU. o China, ha crecido rápidamente. Algo que se traduce en que, desde los años 50, nunca ha habido en Europa tantas personas en riesgo de pobreza”. Draghi habla de tres áreas clave para revertir la situación: cerrar la brecha tecnológica con Estados Unidos y China; ver la descarbonización como oportunidad para revitalizar la competitividad europea –yo me olvidaría por completo de esa obsesión carbónica impostada– y no solo como meta ambiental y fortalecer la seguridad para no depender de otros países en aspectos críticos. Como también decía Vidal, “Europa es el único lugar del mundo donde se regula el desarrollo de la Inteligencia Artificial; el único que ha creado leyes contrarias a su principal motor económico, los motores a combustión, y el único que pretende conquistar un nuevo futuro y corregir la deriva del Continente, con los mismos que lo han llevado donde está”. No deja de ser preocupante esto último. Por cierto, que, en otro despropósito más en su política contradictoria de decir en cada sitio lo que el anfitrión quiere oír, en China, Sánchez volvía a desmarcarse de la política común de la Unión Europea, que España votó en su día, sobre la situación comercial con el gigante asiático. La Unión quiere imponer aranceles a los cada vez más cuestionados coches eléctricos chinos y Sánchez dijo justo lo contrario, que hay que reconsiderar esos aranceles.
Y nada más bajar del Falcon, nuestro autócrata de libro Fray Perico se montó un nuevo show ecologista en el ministerio de Transportes de su mampoministro Puente, esta vez para vendernos las excelencias del transporte público y de ese medio tan popular y populista que ahora quiere impulsar, la bicicleta y dejaba su mensaje: “Que no se dejen llevar por el oscurantismo anticlimático (sic) de algunos partidos políticos que desmantelan carriles bici y zonas peatonales. Que dejen de ver en la bicicleta, en la bici, un símbolo progre y vamos a destinar, nada más y nada menos que 20 MM€ a extender los sistemas de bicis públicas como BiciMad o Bicing en Barcelona”. Todo ello, no sé si antes o después de darse un paseo fotográfico por los jardines de la Moncloa con el asilado Edmundo González, al que no le dispensó el trato que le correspondía como presidente electo de Venezuela. Veremos qué hace si prospera la propuesta del Partido Popular Europeo que solicita a la Unión Europea una orden de detención internacional contra Nicolás Maduro por crímenes de lesa humanidad, instando también a todos los países europeos a reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela.
Descanse en paz Alberto Fujimori, otro que tal bailaba.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.