No tengo la menor duda de que mis queridos lectores asiduos, que no sé cuántos serán, pero me consta que los hay, no necesitan la introducción semántica que voy a hacer, pero en la esperanza ilusoria de que mi reflexión pueda caer en manos de alguien menos ilustrado o de cualquier inocente víctima de la LOGSE, me permito acudir, una vez más, a nuestro gran Diccionario de la Real Academia (de la Lengua) Española. Mi gran amigo el D.R.A.E., que consulto mucho e invito a visitar a todos, y muy especialmente a los últimos, recoge tres acepciones para la palabra contubernio, de las que me voy a referir sólo a la tercera: “Alianza o liga vituperable”, que incluye como sinónimos “conspiración, confabulación, connivencia, complot, conchabanza y conchupancia”, estos dos últimos, términos coloquiales, el segundo de ellos usado en Hispanoamérica, aunque no dejaría de ser muy oportuno en la Madre Patria, visto lo visto en los últimos cuarenta años y, de manera extrema, en el sexenio que estamos viviendo desde 2018. Como tampoco sería improcedente utilizar el sinónimo que comparten las otras dos acepciones de la palabra matriz, “amancebamiento”, para definir las alianzas políticas de nuestro presimiente.
Y como viene al caso, haré un breve comentario al que se hiciera famoso, allá por los primeros sesenta, ya en plena dictablanda franquista, conocido como Contubernio de Múnich, del que dejo este enlace para el que quiera saber más, aunque no comparto del todo lo que ahí se dice, pero da una idea para esa inmensa mayoría de españoles que no creo que sepan mucho al respecto. Es más, buena parte, dudo que sepan situar Múnich más allá de por ser la sede del conocido Bayern, que ya sabemos que, fuera del “panen et circenses”, que podríamos traducir hoy por “pan y fútbol”, se mueven pocas pasiones.
Supongo que estará de acuerdo conmigo el lector en que, utilizar la palabra contubernio en relación con nuestro desgobierno Frankenstein no deja de ser una redundancia constante, sobre todo si tenemos en cuenta su primer y lacrimógeno “pacto del abrazo” con Podemos, en 2019, con el que “no dormiría tranquilo, como el 95% de los españoles”, que no fue otra cosa que su primera “cohabitación” –acepción segunda del DRAE para contubernio, a la que añade “ilícita”, que yo sustituiría aquí por “ilegítima”–. Como también podríamos usar el término contubernio, acompañado en este caso de “judicial”, para definir la “morcilla” introducida por el juez amigo José Ricardo de Prada –maldito para el PP– en su sentencia del caso Gürtel.
No menos contubernios fueron los pactos –algunos contra natura– con ERC, JUNTS, BNG o el PNV, con los que “nunca dejaría la gobernabilidad del Estado en manos de los que quieren acabar con la Constitución” o con BILDU, con el que “nunca vamos a pactar, si quiere se lo repito cinco veces durante esta entrevista. O veinte, con BILDU no vamos a pactar”, hasta que llegó el momento de repartirse la alcaldía de Pamplona y el gobierno de Navarra, después de las prostituidas elecciones del 23 de julio del año pasado. No voy a entrar en que, como siempre, los de las izquierdas fueron más listos que los de las supuestas derechas, dejando esos intercambios para después de las elecciones generales, en lugar de la estupidez de hacerlos al día siguiente de las municipales y autonómicas, en lo que el pardillo Partido Popular cedió a las extemporáneas e inoportunas exigencias y amenazas del vengativo VOX. Pero eso no toca ahora, aunque conviene no olvidarlo, porque explica muchas cosas que no se entienden bien sin esa premisa.
Haciendo un paréntesis sobre los muchos contubernios vividos entre los socios socialcomunistas y sus vituperables aliados separatistas de extrema derecha, esta sí, que mantuvieron de aquella manera la inestable legislatura 2019-23, y que sería muy largo tan sólo su enumeración, me voy a centrar en los más recientes, durante este año escaso de legislatura iniciada el pasado mes de noviembre. Porque contubernios fueron –sumisos en este caso– todas aquellas reuniones mantenidas en Bélgica y en Suiza entre el PSOE y el fugado de Waterloo, con otros miembros de JUNTS, que acabaron con la “Alianza… vituperable” –“que merece vituperio”, dice el ya citado D.R.A.E., definido éste como “acción o circunstancia que causa afrenta o deshonra”– para sacar adelante la aberrante ley de amnistía que el propio doctor Fraude cum Laude y sus corifeos ministeriales y parlamentarios negaban el día anterior a los citados comicios del 23-J. Y no menos contubernio de sumisión fue la alfombra tendida a ERC para conseguir la investidura de Salvador Illa como nuevo “molt miserable” –de esa Generalidad que quiere singularidad– a cambio de un infumable “cupo fiscal” que tanto le va a costar explicar al Partido Socialista antes Obrero y nunca Español y, en particular, a su número dos, María Jesús “Chiqui” Montero, a la sazón vicepresidente primera y ministra de Hacienda. Por mucho que quieran vestir de “solidaridad territorial”, última consigna de Producciones Moncloa, eso de que Cataluña se quede con todo lo que recaude en materia fiscal aportando menos a la caja común. Una ministra que después de negar hace pocas semanas la posibilidad de una financiación especial para Cataluña se explicaba así el miércoles: “Ni es un concierto económico ni es una reforma al uso del sistema de financiación. Es una fórmula que permite profundizar en el autogobierno que Cataluña aspira y que considera importante para el desarrollo de sus competencias y también de sus expectativas políticas en el futuro y, por otra parte, se contempla la solidaridad como el eje y como el núcleo del acuerdo”. Para la antología del disparate ese “parece lo que no es, pero puede ser lo que parece” y por eso Esquerra le ha dado un claro aviso: «El PSOE necesita el apoyo de ERC en el Congreso de los Diputados para sacar adelante diferentes medidas, como pueden ser los Presupuestos Generales del Estado. Si los socialistas incumplen su palabra con la financiación singular u otras medidas incluidas en el acuerdo, ERC retirará su apoyo».
Pareció contubernio también, en este caso de Barcelona y a tres o cuatro bandas, la rocambolesca “refuga” del antes citado Carlos Puigdemont @KRLS, con recochineo paralímpico y “semaforidad” inoportuna, que ya no ofrece ninguna duda de que lo fue después de conocer el contenido de las “justificaciones” de los Mozos de Escuadra –de “Cuadra” sería más apropiado a su burricie–«sobre los elementos que determinaron su fracaso desde un aspecto técnico policial» que pidió el juez Pablo Llarena. Los mozos reconocen “errores en el plan para detener a Puigdemont” pese a contar con un dispositivo de “más de 600 agentes, tres equipos de drones y un helicóptero”. Fracaso que justifican por “una maniobra de distracción desarrollada con la cooperación involuntaria de miles de personas y la actividad organizada de un grupo de colaboradores próximos”, PSC-PSOE, JUNTS y ERC, les faltó decir, a los que no interesaba la detención del ya “refugado”, por distintas razones. En definitiva, todo apunta a una descarada combinación de tres de los sinónimos que comentaba al principio, confabulación, connivencia y complot perfectamente diseñada en una mas que sospechosa maniobra de la confusión que acabó con el prófugo de vuelta en Waterloo dejando claro que él “no iba a ir a Barcelona para ser detenido” y, no contento con reírse de nuestro país y su sistema de seguridad, se permite denunciar al juez Llarena ante el nuevo Consejo General del Poder Judicial, acusándolo de estar retrasando intencionadamente la respuesta a sus recursos para aplicarle la amnistía a su medida. Un CGPJ ya renovado, pero al parecer inexistente y dividido después de que los vocales conservadores propusieran condenar las graves acusaciones del mampoministro Óscar Puente al Supremo de injerencia política por no aplicar la amnistía como quieren el PSOE y sus socios golpistas y los vocales izquierdistas se negaran a hacerlo.
Por último, me tengo que referir a lo que da título a mi reflexión de hoy después de conocerse que se reunían en Lanzarote –tiene toda la pinta de un nuevo contubernio– el muñidor de todo este esperpento, el veraneante Fray Perico de La Mareta, su antecesor en el desastre, José Luis Rodríguez Zapatero –con mansión privada en la isla–, que los practica desde hace varios años con su amigo Nicolás Maduro, sobre el que sigue silente respecto al fraude electoral, y el beneficiario aparente del último citado, Salvador Illa, que no sé qué pintaban juntos en la isla, pero me temo que no quedaron para tomar un café y algo estaban tramando. El coordinador del Partido Popular, Elías Bendodo, les pedía a los tres “que salgan del escondite donde están y que den la cara y explicaciones”. Al final, su sanchidad accedió a reunirse en La Palma con el presidente canario Fernando Clavijo, que se lo venía pidiendo desde hacía varios días –incluso a él le debió parecer demasiado ir a la isla del volcán sólo para hacerse la foto–. Una reunión que parece que se ha saldado con la promesa de dar cincuenta millones de euros como ayuda, pero sin hacer frente al verdadero problema que es cortar la inmigración irregular creciente, aunque Moncloa ha preparado un nuevo paripé para rellenar la agenda de Falconeti con una gira por Mauritania, Gambia y Senegal los días 27 a 29 de este mes, supuestamente para tratar el problema en origen, que realmente está en las mafias dominadas por el sistema que cada vez apunta más a que trasladan a inmigrantes irregulares desde sus países, a casi dos mil kilómetros, y los sueltan en los cayucos a poca distancia del destino canario. Por su parte el PP propone una fórmula intermedia entre las recetas del gobierno y las de VOX, sin mojarse demasiado, que no va con ellos: “La realidad es que no podemos actuar ni con el buenismo que quiere plantear el gobierno, como que aquí puede venir todo el mundo porque aquí tienen todas las oportunidades, porque no es cierto, ni tampoco el mensaje xenófobo que en muchas ocasiones escuchamos a VOX y que plantea que todo inmigrante que viene a nuestro país tiene que ser expulsado”.
Y nos vamos a por la última semana de un agosto que, como decía en otro artículo, ha estado más caliente en lo político que en lo meteorológico, pese a los continuados intentos de presentarnos olas de calor de 40º, este año acompañadas de inundaciones varias y lluvias copiosas. Un mes, antesala de un septiembre no menos caliente, que llega con no pocos frentes judiciales abiertos en el entorno familiar de nuestro oscuro autócrata, al que el juez Peinado le ha dado un nuevo disgusto trasladando a las partes el vídeo de su cobardía y al que le aparece ahora una “cuñada” que renuncia al puesto que parece que patrocinaba el ministro de Exteriores para gestionar en Madrid la inmigración mauritana.
Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.