Nuestro cerebro tiene un reloj casi tan perfecto de unas 20.000 neuronas, y localizado fisiológicamente en la parte anterior del hipotálamo, sistema operativo cerebral que lo encontramos en la base del encéfalo, que influye en nuestros instintos más reptilianos y muy arcaicos…Una “pieza” tan pequeña y antigua que, aunque tenga a su vez un conjunto de núcleos con funciones diferentes, pero, es una parte fundamental del cerebro reptiliano. Una de ellas es asegurar las funciones vitales: El centro del hambre y de la sed y la regulación de la temperatura… Recuerde cada uno el mal humor que se te crea, cuando tienes hambre y llega el horario de la comida y no hay comida preparada… ¿Qué emoción sintetizas?
Pero este sistema operativo cerebral, se hace fundamental para llevar a cabo un cierto equilibrio -homeostático-; este reloj, es de maquinaria suiza, nada sucede en el cuerpo, que no se entere esta área o áreas tan pequeñas y que regulan emociones como la ira, y el control del estrés cuyo cuadro tiene mucho que ver con la actitud que cada persona toma ante los avatares continuos que nos “atacan”, y como realmente no hacemos nada por controlarlo, nuestro querido hipotálamo no puede hacerlo todo él solo, pues es muy arcaico y aunque tiende a equilibrar, si te pasas de rosca, ya no controla nada de nada, sube la glucosa a marchas forzadas, y la oxitocina baja tanto que podemos sentir mareos, adormecimiento, calambres, dolor de cabeza…
Ese reloj casi perfecto, se ha desajustado y ya no marca ninguna hora… Yo, entro en pánico, huyo, me encierro, que es otra forma de huir, o echo balones fuera y me culpo o culpo a mi equipo… ¡Estás construyendo una conducta totalmente reptiliana! Y te avisa tu hipotálamo y esa área minúscula que se llama núcleo supraquiasmático conectado fisiológicamente en esa área cerebral actuando como reloj biológico, en tu sueño, en tu vigilia, en tu: “¡Te estás pasando tres pueblos!”, no cenes tanto, ayuda a equilibrar ese ciclo circadiano que te está avisando, no te quejes de que no duermes igual de bien después de una cena copiosa… Pues a la noche -el reloj circadiano-, te hace bajar la temperatura, segregas dopamina, serotonina y baja nuestra presión arterial… Si te pones ciego de cenar, estás destrozando ese “reloj de equilibrio” que no será fiable en el ritmo que te imprime. Le estás desajustanto, disfuncionando a tu cerebro, y lo vuelves loco; cómo te vas a levantar al día siguiente e ir a trabajar como si no pasase nada… ¡Qué brutos somos! Aprender de nuestro cerebro nos ayuda a vivir mejor.
Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)