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De la lágrima al gozo… un vuelo, o «París bien vale un… Messi»

De todos es conocido el culebrón Lionel Messi, que ha terminado en la «crónica de un traspaso anunciado», desde ese equipo que presume de ser «más que un club», que a la vista de sus cuentas y su ruina me lleva a pensar en aquellos que frecuentaban aquellos «políticos» socialistas con los fondos de los ERE y otras mamandurrias que, entre otras cosas, ven ahora el embargo de cincuenta sedes de la UGT, el sindicato amigo especialista en descabezar gambas y otros mariscos.

Imposible no haber sabido, desde esa sobreinformación que alimenta un pésimo «periolismo» y las no mejores redes sociales, que hace más o menos un año, el más conocido como Leo Messi envió un burofax al «equipo de sus amores» con su «hasta aquí hemos llegado», tras lo que el fanatismo de esos irredentos periodistas forofos, exjugadores culés y algunos otros a los que su antimadridismo les une a la causa que su Farça representa deportivamente hablando, la punta de lanza contra el centralismo opresor franquista y, de paso, madrileño, que sigue vivo cuarenta y seis años después de la muerte del que fuera máximo benefactor de esa Cataluña desmemoriada, salvador por dos veces o más de la ruina de ese club, que le concedió tres medallas de oro (1951, 71 y 74), retiradas en 2019 por la directiva presidida por José Mª Bartomeu -la que terminó de arruinar al club-, en esa fiebre que tanto arraigo tiene entre los que ni siquiera saben muy bien quién fue el Generalísimo Franco, pero que la degeneración educativa permitida a los nacionalismos e incrementada por la izquierda frentepopulista que «gobierna» España, que sigue sin digerir que fue el único que derrotó al comunismo en Europa y, de momento, en el mundo, lo presentan como el dictador opresor del «España nos roba» sin que los supuestos «buenos» hayan sido capaces, en esas más de cuatro décadas, de poner las cosas en su sitio. Pero ese no es el tema de hoy, así que vamos con Leo.

En el burofax que citaba, un año antes de terminar su estratosférico contrato, el jugador anunciaba al «club de su vida» que no quería continuar bajo su disciplina, lo que dejaba abierta a la entidad la posibilidad de un posible y jugoso traspaso que, ya entonces, se sospechaba que podría ser a ese club parisino, el Paris Saint Germain, creado a golpe de talonario del millonario jeque catarí Nasser Al-Khelaïfi, en lugar de irse «gratis et amore» un año después, como a la postre ha sucedido, pero vamos por partes. Empezó ahí un intercambio de amenazas por parte del club por incumplimiento de un contrato cuando menos poco claro y reiteraciones en su marcha por el entorno del astro argentino que, escaldados tras su paso por los juzgados y su cuantiosa puesta al día con la Hacienda española, acabaron por doblar el pulso del lado catalanista y con la continuidad de lo que muchos preveíamos como un último año, forzado por las circunstancias, del genial Messi con la camiseta azulgrana. Así empezó la temporada, que acabó para los barcelonistas con más pena que gloria -ya sé que para los madridistas tampoco fue brillante-, pero que en el mes de Marzo recuperaba el optimismo de la hinchada, más ilusorio que real, como al final se ha visto, tras el triunfo electoral de un retornado e independentista Juan Laporta -a finales de los 90 militó en el Partido por la Independencia de Pilar Rahola y Ángel Colón-, que llegaba con la bandera de tener «bajo control» las negociaciones para la permanencia del rosarino -al que abrazaba emotivamente tras su triunfo- si llegaba al ansiado puesto presidencial que tuvo que abandonar en 2010 con un complicado horizonte penal que lo tuvo algún tiempo a la sombra, y que sin duda le ayudó a recuperar la poltrona del Campo Nuevo. Entonces empezaron a surgir comentarios sobre que todo estaba hecho, que Messi seguiría en Barcelona porque «quería mucho al club» que lo hizo una estrella y que incluso lo recuperó en su infancia, en la que, al parecer, arrastraba una carencia hormonal que fue tratada desde su llegada con 13 años a Barcelona. El triunfador Laporta alimentaba esa euforia cuando le preguntaban al respecto, con su frase más repetida «Las negociaciones progresan adecuadamente», casi como la enseñanza del Español, que el TSJ de Cataluña ha tenido que reiterar que se imparta al menos en un 25%. Así llegó el 30 de Junio y como el «progreso» no llegaba a la ansiada meta, el jugador quedó libre y empezó a circular que la deuda del club, en torno a los 1.300 millones de euros se dijo, hacía más que complicado el que ya tendría que ser nuevo fichaje del argentino, para lo que algunos querían que se produjesen otras bajas que aliviaran el compromiso de gasto e incluso se pedía por el forofismo que otros jugadores se bajaran la ficha para poder pagar la de Leo, hasta que hace un par semanas se anunció a bombo y platillo que, en cuestión de pocos días, incluso la semana pasada se llegó a decir «mañana», se produciría la ansiada firma y la permanencia del jugador en su «querido» equipo. Pero como todo el mundo sabe, lo que se produjo el viernes fue el escueto comunicado oficial del club anunciando la salida del jugador filtrada el día anterior y emplazaba a la rueda de prensa de Messi el domingo, en la que entre un mar de lágrimas del protagonista y las emociones de dolor de sus excompañeros, periodismo catalán y aficionados, se confirmó el peor de los augurios para el barcelonismo, Messi dejaba Barcelona después de «haber aceptado la rebaja del 50% de su ficha», con una velada acusación al club de no haber hecho todo el esfuerzo por su estrella, pero se seguía ocultando el destino, que todo el mundo sabía que estaba negociando su padre y representante, y que se «destapó» definitivamente el martes, con la llegada a París del «sacrificado» futbolista para firmar por dos años a cambio de la generosa cantidad de 40 millones de euros netos por temporada, prebendas aparte, que las habrá y espero que esta vez todo esté en regla desde el punto de vista fiscal y no haya sorpresas con  la Hacienda francesa.

Y lo que son las cosas, en horas cuarenta y ocho, se produjo el «milagro» y en lo que dura el vuelo de Barcelona a París, poco más de una hora, las lágrimas del domingo se tornaron risas y alegría el martes, confirmadas en la rueda de prensa de ayer miércoles junto a su presidente y, durante los dos próximos años, dueño, que ha demostrado una vez más el conocido dicho «Poderoso caballero es don dinero», a la postre la única razón -cuarenta millones de razones por año- de no haber seguido en el equipo de sus sueños y la rápida «adaptación» en el que lo será a partir de ahora, el PSG, en el que, lo que son las cosas, compartirá vestuario con el que en circunstancias parecidas, pero no con el mismo trasfondo, abandonó el pasado 30 de Junio la capitanía del Real Madrid, Sergio Ramos -otro mercenario del fútbol-, su gran rival durante años y ahora compañero en esa hipotética consecución de títulos, que ya dan muchos por conseguidos por el equipo de la ciudad del Sena antes de que el balón haya empezado a rodar en esta temporada 2021-22. Ya veremos qué pasa.

Después, cuando vi las imágenes de Messi con esa camiseta que le dieron al llegar en la que se leía la frase «Ici c’est Paris», «Aquí está Paris», me acordé de la conocida frase atribuida al protestante Borbón, Enrique de Navarra, cuando a l final del Siglo XVI aspiraba a la corona francesa: «París bien vale una misa» que, en su traducción al francés, «Paris vaut bien une messe» sólo necesita cambiar la última letra «Paris vaut bien un Messi», que en la cabeza del jeque habrá sido algo así como «Messi bien vale… 80 millones», que será el coste bruto anual aproximado que tendrá que desembolsar el equipo parisino para tener a su estrella.

Y cómo no, para esos de la «familia» culé que citaba al principio, la culpa de la salida de Messi del Barcelona no la tiene otro que el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en su objetivo de fichar al fenómeno francés, Kylian M’Bappé, del que presuntamente tendría que desprenderse el equipo francés si su presidente respetase el famoso Fair Play financiero que, supuestamente, limita el límite de gasto salarial de los equipos. Un tema que alimentará la polémica durante lo que queda de periodo oficial de fichajes que creo que termina el próximo 31 de Agosto.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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