Inicio esta reflexión con el recuerdo de que precisamente ahora se han cumplido 10 años de una canallada en el PSOE. Fue el sábado 2 de Octubre de 2010.
Los aniversarios adquieren más relevancia si son múltiplos de 5 y más aún si lo son de 10, por eso este año aquellos acontecimientos llegan con mucha más fuerza a mi memoria.
Ese sábado 2 de Octubre se iniciaban las fiestas del pueblo donde vivo, Villava-Atarrabia. Al día siguiente amanecí con portadas a cuatro columnas que señalaban a bombo y platillo: “Úriz expulsado del PSOE por dedicar el cohete de Villava a Otegi”. Incluso fueron capaces de lograr que fuera noticia nacional.
Ahora 10 años más tarde observo, con una mueca de sonrisa, dónde estamos situados en aquel espinoso tema de las relaciones del socialismo, de los socialistas y el mundo de la izquierda abertzale.
En el momento en el que se produjeron aquellos acontecimientos ETA ya había emitido, el 5 de Septiembre de ese mismo año, el comunicado donde preparaba la pista de aterrizaje, en el que anunciaba “el cese de su actividad armada ofensiva”
Era el preámbulo del fin. Posteriormente al año, 20 de Octubre de 2011 fue el cese definitivo de su actividad armada, después en 2017 en Bayona su desarme definitivo y ya en 2018 en un solemne acto en Camb-les-Bains su disolución, su desaparición.
En todas esas citas estuve presente como socialista, ya sin carnet, y como miembro del Foro Social, al igual que antes colaboré con Elkarri y Lokarri.
En cada acto de esos cuatro hitos históricos venían a la memoria 25 largos años de contactos “discretos” como miembro del PSOE (entonces sí) y la izquierda abertzale en sus diferentes denominaciones, desde Herri Batasuna, Batasuna, Euskal Herritarrok y finalmente EH Bildu.
Porque a pesar de mi abrupto final, hubo un tiempo que se utilizaron por parte de los dirigentes socialistas diversas vías para conectar, hablar, dialogar, “pulsar cómo estaban las cosas” como nos solía trasladar Alfredo Pérez Rubalcaba al desaparecido Enrique Curiel y a mí.
Incluso a veces acordar entre ambos partidos, porque sí, durante esos años, en secreto, con discreción, hubo acuerdos, o casi acuerdos como en la fallida investidura de Gabriel Urralburu, o el intento de implicar al por entonces candidato, José Borrell, en el denominado “Pacto de Estella”.
Quizás el momento más relevante se produjo en aquella famosa comida de 1.999 en el caserío de Patxi Zabaleta de Leitza, entre una delegación de la izquierda abertzale y otra socialista presidida precisamente por el desaparecido Pérez Rubalcaba.
Por eso lo ocurrido hace ahora 10 años visto desde hoy resulta casi una broma si no fuera tan dramático. Más aún después de ver que como ya apuntaba en su día, la relación entre PSOE y Bildu se ha normalizado y se atisba un futuro aún mejor.
Deberíamos refrescar la memoria recordando, que desde el PSOE en los últimos tiempos se ha buscado los votos de la Izquierda Abertzale para sacar adelante los denominados “decretos sociales”, posteriormente para conseguir la moción de censura contra Rajoy, la investidura de Pedro Sánchez y ahora existen continuos contactos y negociaciones para que aprueben los Presupuestos Generales del Estado.
Al igual que durante muchos años, incluso en los de “plomo y fuego” se mantuvieron diversos canales de comunicación abiertos, fui testigo de ellos, entonces de manera secreta aunque la mayoría, no todos, ya se conocen.
Ahora ya se puede hablar sin pudor en el seno del PSE-PSOE, de la posibilidad futura de un acuerdo tripartito con EH Bildu y Elkarrekin Podemos, para poder desbancar del gobierno a PNV con posterioridad a unas próximas elecciones donde den los números.
Aquí en Navarra para el PSN, EH-Bildu, la izquierda abertzale ya no es una fuerza política apestada, proscrita, con la que no se podía ni si quiera acercarse físicamente, ahora su abstención permitió el acceso a la presidencia de Navarra de la candidata socialista María Chivite y se la puede ver fotografiada habitualmente con la portavoz abertzale, Bakartxo Ruiz. Existe muy buena sintonía.
Pero no viene de ahora, en 2007, hace nada menos que 13 años, ya hubo la posibilidad que el candidato socialista Fernando Puras saliera investido con el apoyo de la actual Bildu. Recordemos la famosa reunión en un pueblo de Aragón con la presencia del abertzale Patxi Zabaleta.
¿Habría que expulsarles por todo ello como hicieron conmigo?
La respuesta resulta evidente; NO, no porque el futuro allí y aquí pasa por un mejor entendimiento entre las diferentes izquierdas, PSOE, EH Bildu y también Podemos, ERC, Más País o BNG.
No, porque ambas fuerzas políticas tienen todavía que seguir avanzando en sus aportaciones a favor de la convivencia, de la necesitad de buscar una síntesis en el relato de los años duros y desde luego de avanzar desde el respeto de los derechos humanos, tanto de las víctimas como de los presos de ETA.
No sería de extrañar que en esas “discretas” conversaciones que se están produciendo ahora de cara a esos PGE, estén encima de la mesa medidas sobre presos, como su acercamiento a cárceles de aquí, aplicación justa de los grados, o medidas humanitarias para presos con enfermedades graves.
El futuro de este país (ponga cada cual lo que desee) pasa porque cada día las relaciones PSOE-EH Bildu sean cada vez mejores y más intensas.
Por eso resulta tan increíble aquella truculenta historia acontecida en el PSOE, ahora hace 10 años y abre un interrogante de largo alcance: ¿una persona tiene menos derecho como afiliado a un partido, que como ciudadano?
Lo ocurrido con otra díscola, en este caso del PP, Cayetana Álvarez de Toledo nos demuestra que vivimos tiempos de Santa Inquisición en el seno de los partidos políticos, en absolutamente todos, donde cualquier cosa que no sea sumisión al líder aunque te obligue a comulgar con ruedas de molino, se considera como traición, acabas siendo un peligro que intenta erosionar su fuerza y por lo tanto apartado sin ningún recato.
Observando la situación actual me pregunto, qué debo hacer después de estos 10 años chocando contra un muro de hormigón armado, intentando una y otra vez volver a recuperar mi militancia injustamente arrebatada. ¿Tirar definitivamente la toalla o seguir luchando por mis derechos? ¿Por qué razón sigo empeñado en esta batalla estéril?
Quizás por dos razones, una ideológica y otra ética.
Por un lado porque siempre he pensado que los partidos de la izquierda deben trabajar para transformar la sociedad y que es al PSOE al ser el mayoritario es a quien corresponde la responsabilidad principal.
También porque en ese camino hacia la normalización total siguen haciendo falta gentes que opinemos así.
Pero para conseguir esos fines antes debemos transformarlo en un partido realmente de izquierdas, receptivo con la periferia, que recupere viejos principios de la izquierda como el republicanismo, o un cambio en la estructura del país hacia un Estado Federal Plurinacional. Pero eso solo se puede lograr desde dentro.
Éticamente porque no se debe permanecer impasible ante una injusticia y aunque cueste toda una vida se debe luchar por corregirla.
Vivimos malos tiempos para la lírica, mucho más en los terrenos que pisa esta reflexión.
Veremos………
José Luis Úriz Iglesias, ex parlamentario y concejal de PSN-PSOE.