El ataque interesado de la ministra Celaá hacía la enseñanza concertada no ha dejado indiferente a nadie y ha demostrado la falta de escrúpulos de lo que va a ser el futuro con un gobierno de extrema izquierda en este país.
Ignorando el sentido real de nuestra Constitución y del Concordato con la Santa Sede, el Gobierno de Pedro Sánchez ataca a una institución educativa, la de iniciativa social, que alberga en su seno a miles de estudiantes por toda la geografía española.
No puede entenderse este ataque, así sin más, salvo que sea un lapsus o, como más, pudiera parecer una declaración interesada para atraer votos de cara a una investidura, la de Pedro Sánchez que, a día de hoy, no está aún asegurada.
De todos los modos, si dichas declaraciones fueran el anticipo de una agresión a la libertad de educación y de creencias religiosas, no quedaría otra que rebelarse.
Los ciudadanos no pueden permanecer más tiempo ociosos ante los ataques que sufre su modelo de sociedad. Lo que se pretende por lo visto es un totalitarismo que borre el pensamiento y las creencias diferentes y de diferentes. ¿No estamos en democracia?
Y ello no debería consentirse. Este país y sus ciudadanos no se lo merecen.