El Rey Felipe VI en su discurso de acompañamiento a su hija Leonor, sucesora de la corona de España, y ya como viene siendo acostumbrado, ha puesto los puntos sobre las íes en este caso, sobre la situación catalana.
Sabedor que su presencia y la de su hija no eran bienvenidas por parte de las fuerzas separatistas y secesionistas catalanas, no se ha arredrado y apelado a la pluralidad de Cataluña, pero siendo rotundo, sin violencia y con tolerancia, dando a entender que con violencia sin tolerancia no hay nada que hacer.
Toque de atención hacia un Gobierno de España blando y que califica los disturbios ocurridos como un simple problema de orden público, nada más.
En esta situación intering, de un gobierno en funciones, el secesionismo campa por sus respetos. Influyente en la formación de gobierno, ha mantenido a un presidente hasta el final. Su objetivo, conseguir lo más posible, incluso la independencia de España ante un gobierno permisivo y que sólo busca mantenerse en el poder.
Resulta curioso que quienes no hacen asco a una República tengan que ser defendidos por un Monarca, por una Monarquía parlamentaria. El mundo al revés.