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Investigadores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), liderados por Maite Martínez Aldaya, han analizado, por primera vez en la Comunidad Foral, la contaminación difusa por nitrógeno de las aguas superficiales y subterráneas, a través del concepto de huella hídrica gris
Este indicador mide el volumen de agua requerido para asimilar la carga de contaminantes, provenientes, en este caso, de las actividades agrícolas y ganaderas. Dicha huella hídrica gris y los niveles de contaminación del agua son más altos en el sur de Navarra, particularmente, en zonas agrícolas intensivas de la Ribera, lo que se traduce en un mayor volumen de agua dulce necesaria para asimilar la carga de contaminantes generados y una menor cantidad de agua disponible para su asimilación.
Los resultados de este trabajo, que ha sido financiado en parte por la Obra Social “la Caixa” y la Fundación Bancaria Caja Navarra, han sido publicados en la revista científica “Science of the Total Environment”.
Según esta investigadora, académica de número de la Academia Joven de España, “las fuentes puntuales de contaminación están, en gran medida, bajo control, porque son más fáciles de identificar y más rentables de cuantificar, gestionar y regular”.
El equipo de investigadores firmantes de este artículo ha recurrido, como medida para cuantificar la presión que el nitrógeno adicional ejerce sobre los recursos de agua dulce, al indicador de huella hídrica gris, que han relacionado con el de nivel de contaminación del agua, utilizado para determinar si existe suficiente flujo de agua para diluir y asimilar la contaminación por nitrógeno.
Además de Maite Martínez Aldaya, firman el artículo, por parte de la UPNA, María José Beriáin Apesteguía, investigadora del Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD), y el investigador Daniel Merchán Elena, además de científicos adscritos a instituciones españolas (la Universidad de Oviedo, la Real Academia de Ciencias y el Observatorio del Agua de la Fundación Botín) y argentinas (la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
“En Navarra, el 64% de la huella hídrica gris relacionada con las cargas de nitrógeno proviene de fertilizantes artificiales; el 16%, del estiércol; el 11%, de la deposición atmosférica; y el 9% restante de la fijación biológica, semillas y otros fertilizantes orgánicos. Entre los cultivos, la producción de cereales tuvo la mayor contribución a dicha huella, con un 54%, seguido de las verduras, con un 17%, y el forraje, con un 11%”, describe Maite Martínez Aldaya.