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El “juego” político vuelve a la escena

Pues sí, estamos en vísperas de unas nuevas elecciones -las cuartas en menos de cuatro años- que no sabemos si solucionarán algo o se convertirán en “patada a seguir” y vuelta a lo mismo, aunque con ligeras -o no tanto- diferencias entre los actores llamados a negociar, siempre después, con los resultados que las urnas deparen, ya que ninguno dice claramente que sus votos servirán para negociar según les convenga a ellos, convirtiendo las elecciones, una vez más, en una perversión de este “sistema democrático” que al estar basado en una nefasta Ley Electoral, prostituye nuestra democracia “parlamentaria”, cada día más convertida en griterío más propio de olla de grillos condenados a no entenderse que en la sede de la representación popular y, como decía, vuelta a empezar después de un desorbitado gasto inútil, pero ya sabemos que Carmen Calvo, alias “Pixie” y “demócrata” ejemplar -todo un “ejemplar”-, dixit que “El dinero público no es de nadie”.

Hasta hace unos años, y siguiendo con el símil del juego, nuestra política podía responder a una especie de partida de póquer en la que una “pareja” de partidos -UCD y PSOE primero, PP y PSOE después, simplificando la cosa- y dos “comodines” -los dos partidos nacionalistas, vasco y catalán, PNV y CiU, respectivamente- siempre “ganaba” a una masa electoral confiada y desinteresada en el fondo que respondía a lo que decía el romano Juvenal allá por finales del siglo I en una de sus sátiras que parece  escrita hoy: “Este pueblo, ahora, deja hacer, y sólo desea con avidez dos cosas, pan y juegos de circo”, que hoy podríamos asimilar a comida y fútbol, o música -entretenimiento al fin y al cabo, que de eso se trata, para alienar a la sociedad aborregada y cada día más pastueña-. Y así, mal que mal, o como dijera el maestro Juan Belmonte para explicar la fulgurante carrera de su banderillero llegado a gobernador, “Degenerando, degenerando”, ha ido funcionando el tinglado partidocrático de los últimos cuatro años en los que el “juego político” se ha complicado bastante para, no sólo no resolver nada, sino convertirse en una ruleta rusa -seguimos con los juegos- de difícil y preocupante pronóstico.

Hace ahora algo más de cinco años, y sin duda ninguna, por el malísimo manejo de las “cartas” de esas “parejas” citadas y la insaciable ambición y falta de escrúpulos de los dos “comodines” -que han llegado a ser más protagonistas que los titulares-, que aparecieron sobre el tapete dos nuevos “jugadores” -fueron tres, pero el tercero se quedó en un “globo verde” que perdió el gas al primer envite- que, lejos de aportar soluciones, complicaron hasta lo imposible la jugada política. El resultado, tras su primera participación en unos comicios generales un año y medio después, fue una “pasada” general del primero, un farol descubierto al segundo, que iba sin juego, y la repetición de la “mano” con un nuevo “reparto de cartas” en las urnas, de resultado parecido y que acabó con el del farol expulsado de la mesa. Pero con una consecuencia añadida tras los casi cuatro años transcurridos desde entonces sin actuar debidamente contra esos nefastos “comodines”, se hicieron más fuertes y se “reprodujeron” en descendientes mucho más radicales, ERC y BILDU, que también quisieron entrar significativamente en el juego. Entraron y de qué manera.

Pero como “cualquier situación mala es susceptible de empeorar”, algo que Edward A. Murphy había dejado bien claro en su conocida ley: «Si hay varias maneras de hacer una tarea, y uno de estos caminos conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino», el juego político no iba a escapar de esa regla y alguien escogió el camino del desastre y la situación empeoró.

El camino del desastre afloró después de casi un año de gobierno en funciones y dos en precario gracias a un “comodín” pagado generosamente para medio salvar las cuentas, o sea, el Presupuesto, que acabó demostrando lo que siempre fueron los “comodines” nacionalistas, unos traidores que dejan a Judas Iscariote como aprendiz.

El del farol, expulsado dos años antes, se coló en el “casino” como “jugador” invitado, formó una simple y débil “pareja” con uno de los nuevos actores y completó una jugada “trampa” de cartas marcadas con los viejos y nuevos nacionalistas, el comodín vasco pagado y el catalán del “diálogo sin fecha de caducidad”, insaciable y cada día más crecido, y los radicales de ambas latitudes, para acabar “cerrando” la mesa y echando al que había salvado la partida por la campana dos años antes, para quedarse con la “baraja”. Pero claro, con unos jugadores de póquer que no saben ni tener las cartas, el del farol tuvo que convocar una nueva partida, no sin antes “invitar” a la mesa a un nuevo jugador que llevaba más de cuatro años fuera de juego, conocedor de que podría abrir aún más el bando contrario pero no contaba con la precariedad del resultado y en esas estamos, repetir la “partida”.

El “repóquer” de partidos no acaba de cerrar la partida política y, mientras tanto, el del farol se entretiene cambiando de “juego de mesa” y pasa del póquer a La Oca que, como todos sabemos, tiene una de sus buenas jugadas cuando la ficha cae precisamente en una casilla con el conocido ave, “de oca a oca y tiro porque me toca” y en esas estamos, tirando porque le toca, entre vuelo y vuelo del Falcon y otros abusos de poder, a ver si suena la flauta para él de ir saltando hasta la gran oca final o por el contrario caemos en otra casilla del citado juego ya muy cerca de la última, el “laberinto”, en el que por cierto nos dejó sumido su antecesor bolivariano ZParo con su nefasta Ley de Memoria Histórica, entre otras, que Mariano Rajoy no se atrevió a tocar, que en el divertido juego hace retroceder “del laberinto al 30”, pero que en este disparate político que vivimos puede retrotraernos al año 34 del pasado siglo que ya sabemos a dónde nos llevó dos años mas tarde.

Mientras tanto, el día en que se cumple el segundo aniversario de la comparecencia del Rey Felipe VI, después de los bochornosos acontecimientos de dos días antes en los que se impuso el desafío nacionalista, las declaraciones de los dos comodines citados no alientan precisamente a la esperanza. Por un lado el vasco, Íñigo Urkullu dice: “Luego querrán que los vascos se sientan españoles… ni por el forro, ni por el forro” y por otro el catalán Joaquín Torra llama a la movilización y a desacatar la sentencia del Tribunal Supremo por los citados actos de golpismo si, como se prevé y tendría que ser, fuera desfavorable a los ahora imputados. Y lo peor es que hay otros nacionalismos, algo más que incipientes ya, que esperan en guardia para sumarse al “juego” de la ruptura.

Que Dios nos proteja del falso Ahora España que el promotor de estos macabros juegos nos quiere vender como un bálsamo de Fierabrás para crédulos ignorantes de la realidad socialista.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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