Cada vez son más los que vuelven a las aulas pasados los 50 años «por el placer de aprender» y, aunque son muchos los que se matriculan en «carreras formales», la mayoría opta por los programas específicos para mayores que ofrecen las universidades en los que se «enganchan» hasta nonagenarios
Así, la «Universidad de la Experiencia» de la Autónoma de Madrid, con una edad media de alumnos de 63 años, de los que un 68 % son jubilados, ha visto como desde 2003 se han incrementado las matrículas de este programa hasta llegar a los 1.358 estudiantes de este curso.
La Complutense madrileña cuenta con 2.100 alumnos en su «Universidad de Mayores», mientras que la Autónoma de Barcelona contabilizó doce estudiantes con más de 65 años matriculados en grados el curso pasado y 472 en el programa «Universitat a l’Abast» para mayores de 50, de los que 322 habían superado los 65 años .
«Vertiginoso» ha sido también el aumento del «Universitas Senioribus», del centro privado CEU, para mayores de 40 años, fundado con «apenas 50 alumnos» y que en una década ha multiplicado por ocho el número de matrículas, pasando de 180 en 2010 a 1.420 el pasado curso.
La mayoría de los alumnos «senior» prefieren las Humanidades y con una diferencia abismal se decantan por Historia, Historia del Arte y Filosofía.
«Llevo años intentando meter asignaturas de Ciencias y no hay manera», asegura María García-Carillo, coordinadora del «Senioribus», una enseñanza reglada sin exámenes diseñada en torno a cuatro cursos de Historia Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea, aunque también se pueden matricular en materias sueltas.
Mientras que este centro ha optado por enfocar sus cursos a mayores de 40 años, para poder acceder a los de la mayoría de las universidades públicas hay que superar los 50 y cada campus ha diseñado una modalidad de estudios.
En su programa «Universitat a’Labast», que se abrió hace 20 años, la Autónoma de Barcelona ofrece 400 asignaturas para seguir «estudios que no finalizan nunca y que no conducen a un título oficial».
En las aulas conviven «mayores y alumnos de grado con los mismos derechos de trabajos o exámenes», explica Sergi Arenas, coordinador del programa, que asegura que esta convivencia «crea una relación muy rica», que redunda en interesantes debates, «los profesores se ponen más las pilas y los estudiantes se sitúan en un papel más maduro».
La mayoría de los alumnos de estos cursos no pudieron estudiar en su momento por motivos económicos, familiares o sociales y ahora «se quieren quitar esa espina», según los responsables de la «Universidad de la Experiencia», aunque también destacan el alto número de matriculados con estudios superiores, que en el caso del campus madrileño son el 48 % del total.
A la «Universidad de Mayores» de la Complutense de Madrid ha conseguido acceder Mercedes Saracho al superar un examen de ingreso para estudiar el «Primer Ciclo», centrado en Humanidades, durante los próximos cuatro años.
Y ha dado este paso «para ampliar conocimientos y estar más en el mundo» dos años después de su jubilación, tiempo en el que ha aprovechado para realizar varios cursos de informática a fin de «superar la brecha digital».
La vuelta a las aulas ha generado «adicción» a muchos de estos estudiantes jubilados, como reconoce José Ramón Burgos, quien después de hacer los cuatro años de historia del CEU, lleva otros cuatro matriculándose en tres asignaturas por curso.
«Así mantengo el cerebro y sigo aprendiendo», asegura este ingeniero de Caminos, que, después de 40 de profesión y «sabiendo mucho de técnica y de ciencia», decidió apostar por las Humanidades.
Además, Burgos no se pierde las conferencias, exposiciones o viajes que suelen complementar estos cursos, que «le han metido la vida en vena» a la también alumna de «Senioribus» Carmen Suárez, de 63 años.
Y es que ni el fin de la etapa profesional ni los años han quitado «la ilusión por la vida» a estos «alumnos con canas», que, como Suárez, se deshacen en halagos con los profesores que les imparten las clases.
Los maestros, por su parte, destacan el «interés absoluto de los alumnos por las clases», a las que no faltan nunca, ya que se han matriculado «porque quieren».
Así lo asegura Roberto Alonso, exprofesor de la Universidad Nebrija, que ahora explica la Casa de los Austrias y la de los Borbones a sus alumnos del CEU, a los que también ha enseñado la historia a través de los fogones. EFE