La iniciativa que ha impulsado Bildu en el Parlamento Vasco contraria a la presencia en Euskadi y Navarra de los que llama «partidos españolistas» por que tensionan a la sociedad vasca y navarra pudiera calificarse de cualquier cosa menos oportuna.
Se da la tremenda paradoja de que quien acusa a otros de tensionar la vida de los ciudadanos, es quien se ha servido de la violencia y se sigue sirviendo para imponer su modelo de sociedad. Un modelo de sociedad donde quien opina de manera diferente es atacado, expulsado de su tierra o «cosas peores».
O ¿es que alguien puede decir que es posible sacar una bandera de España por las calles de Euskadi y en muchos lugares de Navarra sin temor a que te ocurra algo por parte de algún o algunos seguidores del mundo abertzale?.
No es válida la acusación de que el PP, Ciudadanos o Vox desestabilizan la sociedad porque ya está desestabilizada y, todo ello, por quienes defienden a asesinos, por quienes defienden homenajes a dichos asesinos y humillan, día sí y día también, a las víctimas del terrorismo.
Acusaciones como estas, como las que hace Bildu, deberían ser consideradas una amenaza y, por ello, deberían estar sujetas a la Ley de partidos y, quién sabe, provocar su ilegalización, ni más ni menos.