Hoy como no, el editorial de este medio de comunicación debe ir dirigido a nuestra selección, a la Selección Española de Baloncesto que se proclamaba ayer, en un inmejorable partido, campeona del mundo de baloncesto. Y ya van dos.
Ver a los jugadores de la selección vibrar y emocionarse con el Himno nacional es algo que hoy, lamentablemente, no abunda en este país, sino más bien todo lo contrario.
El desprecio a los símbolos patrios, al Himno y a la Bandera rojigualda, es algo que se está convirtiendo en cotidiano en muchos lugares de España. Lugares donde, que casualidad, campa por sus respetos el nacionalismo y la izquierda más radical.
Ayer más de uno de estos nacionalismos de pacotilla habrán rabiado al ver a los jugadores españoles cantar, tararear nuestro Himno y emocionarse por el hecho claro y meridiano de sentirse españoles, de representar a una nación en el mundo.
Vaya nuestra felicitación y nuestro orgullo de tener un equipo que, pese a los agoreros de turno, ha ido de menos a más hasta proclamarse campeones del mundo.
¡Felicidades!