María Chivite recibe la felicitación de Andoni Ortuzar, presidente del PNV. EFE/Villar López
El nuevo Gobierno socialista/nacionalista vasco de Navarra acaba de declarar que le gustaría tener un interlocutor válido en el Gobierno central.
De momento, lo tiene difícil porque hay ahora un Gobierno en funciones y todo parece apuntar a que puede haber nuevas elecciones en noviembre, con lo que el tema pudiera prolongarse hasta el año que viene.
El gobierno de la socialista/nacionalista Chivite quiere continuar con la política del anterior gobierno nacionalista vasco y, por ello, necesita un interlocutor que acepte sus propuestas.
Con la excusa de la asunción de las competencias plenas para la autonomía navarra, el Gobierno anterior y el de ahora quieren que la Guardia Civil se marche de Navarra (estrategia denominada por el entorno de ETA, «atznugal»); quieren que se lleve a la práctica una ley de abusos policiales para castigar a los policías que han obtenido éxitos contra el terrorismo de ETA; quieren que nadie diga esta boca es mía si se ralentiza el Tren de Alta Velocidad (Altas Prestaciones, decían Chivite y PSN, en la oposición) y el Canal de Navarra; quieren que nadie diga nada si su «euskera» sigue imponiéndose u llegue a todo Navarra; quieren que nadie diga nada si Navarra es absorbida por la CAV (Comunidad Autónoma Vasca) o Euskadi que lo mismo da que da lo mismo.
En suma, quieren que nadie diga nada ante sus tropelías presentes y futuras. En suma, quieren libertad para hacer lo que quieran y para eso necesita un mudo y un ciego en el Gobierno.
¿Sánchez se lo dará? Tiempo al tiempo, si el tiempo no lo remedia.
