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La macabra lotería del Open Arms

Europa sigue debatiendo qué hacer con los 134 inmigrantes del Open Arms. Lejos queda la demagogia de la que Pedro Sánchez hizo gala con el Aquarius, nada más llegar al poder.

Déjenme hacer unas reflexiones lógicas en torno al tema, para poner de manifiesto la terrible hipocresía de fondo. Comencemos con una pregunta: ¿por qué no desembarcamos a los inmigrantes del Open Arms en las costas de Libia? La respuesta que todo el mundo da es que Libia no constituye un puerto seguro.

Sin embargo, en Libia hay unos 800.000 inmigrantes esperando a dar el salto hacia las costas europeas, según publicó El País hace algunos meses. Si Libia no es lugar seguro para los inmigrantes del Open Arms, es evidente que tampoco lo será para esas 800.000 personas. Pero entonces, ¿por qué acogemos en Europa a 134 personas, argumentando que Libia no es segura, y dejamos a otras 800.000 personas en ese lugar inseguro?

La respuesta que suele darse a esa cuestión es que no podemos acoger a tanta gente. 134 personas no causan ningún problema especial en lo que a la acogida se refiere, pero recibir a 800.000 personas es otro cantar.

Admitiendo eso, la pregunta siguiente es obligada: ¿y por qué razón elegimos acoger precisamente a las 134 personas que viajan en el Open Arms, de entre todas esas 800.000 personas que esperan acogimiento? Y la terrible respuesta a esa pregunta es que acogemos a los 134 del Open Arms porque hemos dejado que sea la mafia del tráfico de personas la que seleccione quién salta a Europa y quién no.

Imaginen que hacemos lo siguiente: llevamos al Open Arms a puerto libio y dejamos allí a las personas que transporta. Y a continuación elegimos a 134 personas al azar de entre las 800.000 que esperan en Libia y nos las traemos a Europa.

Si hacemos eso, el resultado sería exactamente el mismo desde el punto de vista humanitario: habríamos rescatado solo a 134 de las 800.000 personas que aguardan en un lugar inseguro como Libia. Una auténtica lotería. Pero con una importante diferencia: sería el azar y no la mafia lo que decidiría quién tiene la suerte de ser acogido en Europa.

¿Cuál de las dos soluciones es preferible?

Acogiendo al Open Arms, es la mafia la que decide, previo pago, quién pasa a Europa. Y en el trayecto muere aproximadamente un 4% de los que son lanzados al mar en patera.

Con la segunda solución, es el azar el que decide: la mafia se queda sin negocio y nadie muere en el mar, porque no hay nadie que llene el mar de pateras. Lo único que habría que hacer es fijar los cupos que estamos dispuestos a acoger.

En vez de afrontar el problema con claridad, Europa ha decidido que los miembros la mafia sean los niños de San Ildefonso de una macabra lotería de la inmigración. Con la diferencia de que los auténticos niños de San Ildefonso reparten dinero y felicidad, mientras que los miembros de la mafia cobran a los «afortunados» por lanzarles al mar.

Si Europa ha convertido el asunto de la inmigración en una lotería de muerte y de vida, al menos deberían ser los poderes públicos, y no la mafia, quienes canten los números premiados.

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