Los grupos neandertales del Mediterráneo ibérico regresaban a sus asentamientos pero, en contra de lo establecido hasta ahora, entre una ocupación y otra podían pasar mucho más tiempo del que se creía hasta ahora
Esta es una de las conclusiones recogidas en un estudio publicado hoy en «Plos One» y realizado por un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de La Laguna (Tenerife).
Para hacer el estudio, los científicos analizaron los restos de once fuegos neandertales del Paleolítico medio, de entre 50.000 y 60.000 años de antigüedad, situados en el yacimiento alicantino de El Salt, en Alcoy, que contiene más de ochenta estructuras de combustión neandertales.
Hasta ahora no estaba claro si estas antiguas hogueras se habían formado en una o sucesivas ocupaciones neandertales entre las que pasaba poco tiempo o en distintas ocupaciones mucho más separadas en el tiempo.
Para determinarlo, analizaron los sedimentos de las hogueras combinando varias técnicas geoarqueológicas: el estudio microscópico de los suelos (micromorfología) para determinar cuánto tiempo pasaba entre una ocupación y otra y caracterizar el contenido de las hogueras, y análisis biomoleculares (identificación de compuestos lipídicos y sus ratios isotópicas) para obtener información sobre bimarcadores de alimentos, combustible, etc., asociados a las hogueras.
Y es que, al contrario que en las cuevas, donde apenas hay vida, en los yacimientos formados al aire libre, las hogueras se hacen sobre suelos, es decir capas de tierra que registran actividad biológica en forma de residuos vegetales y de excrementos.
«Estos suelos se forman durante periodos en los que no hay humanos en el lugar, y necesitan varios meses para generarse», explica a Efe la arqueóloga y coordinadora del estudio Carolina Mallol.
«Estudiar los sedimentos de los suelos de este yacimiento con microscopio nos permitió determinar que hubo como mínimo cuatro ocupaciones neandertales», y que dichas ocupaciones estuvieron separadas por periodos de tiempo relativamente largos, «de muchos meses o incluso años, y que estos neandertales se movían bastante dentro de su territorio, no con un único campamento base estacional», como se había considerado hasta ahora.
El estudio también descartó que los neandertales ocupasen los asentamientos en otoño porque «el lecho de hojas y los restos vegetales analizados están en un estado de biodegradación muy avanzado, si hubieran quemado el suelo en otoño veríamos las hojas enteras, frescas…lo que vemos son plantas muy degradas, muestra de que han pasado ya el otoño».
Además, el análisis microscópico confirmó que el contenido de los suelos era natural, sin apenas rastro antrópico (aportado por el hombre), muestra de que las ocupaciones eran muy «efímeras y de bajo impacto y que los campamentos neandertales eran de baja intensidad, corroborando la alta movilidad de estos grupos».
Por su parte, el análisis lidípico determinó que el suelo natural estaba conformado por hojas y tallos de árboles de angiospermas, no gimnospermas, mientras que el combustible de las hogueras era madera de coníferas (pino), según análisis previos de los restos de carbón de las mismas «lo que implica que los neandertales posiblemente traían el combustible de otros lugares». EFE