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Dos debates con prórroga

Tenía previsto escribir sobre otra cosa hoy, pero he preferido dejarla para el sábado al objeto de colaborar más de cerca con la cuestionada jornada de reflexión, que esta vez hace más falta que nunca ante lo que nos jugamos el próximo domingo. Así que, esta semana, si los medios en los que asiduamente publico lo permiten, dejaré doble ración escrita y dedicaré el artículo de hoy a comentar algo sobre lo que me inspiró un comentario leído a raíz de los dos debates “sufridos” íntegra y pacientemente los pasados lunes y martes, en los que hubo para casi todos los gustos.

Llevamos así unos días inmersos en un mar de comentarios en todos los medios, digitales, audiovisuales y redes sociales fuentes de todo tipo de informaciones continuas. Como supongo que le ocurrirá a muchos de los lectores, me encuentro incluido en algunos grupos de WhatsApp y otras redes sociales que, aunque no gozan demasiado de mis simpatías, existen y por tanto hay que tenerlas en cuenta, sobre todo si, como es mi caso, se quiere estar al tanto de lo que se dice en uno u otro sentido, muchas veces de manera tan irreflexiva como efímera, más allá de lo que aparece en los distintos medios digitales, escritos o audiovisuales, que tampoco son muy de fiar porque, prácticamente todos, con honrosísimas excepciones como los que se abren a mis reflexiones, son esclavos de eso tan conocido de “que una noticia no te estropee un buen titular”. En la mayoría domina la “censura” del editor, como he podido comprobar en alguno que se llama liberal, en el que no admiten ni comentarios a su “doctrina”.

Como decía, pertenezco a algunos grupos y en uno de ellos hemos concurrido, por eso de las afinidades derivadas del “Dios los cría y ellos se juntan”, algunos que estuvimos en ese VOX que nació como alternativa, desapareció como el Guadiana tras “emular” lo de Bruto y Cayo con Julio César y, “milagrosamente”, resurgió como lo más parecido a una secta en la que las anteojeras es el signo de identidad, en unos casos incrustadas en su genética y en otros fruto de una aceptación inconsciente por el dolor de la decepción transformado en odio. En este grupo estamos algunos de los que nos incorporamos con ilusión, conocimos el percal y comprobamos que era más de lo mismo pero como suele pasar con las copias, peor, y salimos corriendo, para tras el paso por el purgatorio y el cambio de hace nueve meses volver al original; otros que sin haber estado en el grupo “por sus hechos lo conocieron” y critican la realidad de un partido de aluvión alimentado de arribistas y defenestrados de lo peor del PP anterior, hoy afortunadamente en vías de superación y, por último, algunos que todavía siguen en VOX y soportan las críticas que desde el grupo hacemos o que su paso por VOX, ya extinto, les mantiene viva la causa por la que se unieron a ese bluf y siguen sin perdonar al Partido Popular prostituido por el sorayismo que permitió su jefe. No sé si me dejo algún otro colectivo representado en el grupo, pero creo que no. En caso de que sí, mis disculpas.

En la noche del martes, uno de los miembros del grupo, no especificaré de cuál de los citados subgrupos, aunque  lo adivinarán sin duda, dejó el siguiente comentario que es el que inspira este artículo: “¡Ufffff… qué pandilla de indigentes intelectuales… j…r, qué impresentables, los cuatro!”. Ni que decir tiene que le respondí en el grupo y me apresuré a separar conveniente y, en mi opinión, justamente, esa simplificación tan simple -valga la redundancia- de incluir a los cuatro contendientes en el mismo saco. Y lo hice con el siguiente argumento que ahora amplío con un poco más de precisión. En mi opinión, Pablo Casado no tiene nada de indigente intelectual, sino todo lo contrario, ni mucho menos de impresentable. Albert Rivera, si bien no es un Séneca, ni siquiera el Kant que tenía como “referente” sin haberlo leído, como él mismo reconoció en su debate con Pablo Iglesias antes de las elecciones de Diciembre de 2015 en la Universidad Carlos III de Madrid, tampoco es un indigente intelectual ni del todo impresentable, pese a los muchos cambios de criterio y alianzas que ha dado en su todavía corta historia política nacional -lo de ayer, con el “fichaje” sorpresa de Ángel Garrido, todavía presidente en funciones de la Comunidad de Madrid lo acerca un poco más al término, que incluye sin ambages al fichado en esa categoría. El tercero en el debate, el antes citado de la coleta, demostró que aunque esté en las antípodas de mis ideas, de indigente intelectual no tiene nada y tuvo una buena actuación en la línea que le caracteriza, dirigida a sus potenciales votantes y clientes dubitativos entre la extrema izquierda suya y la no mucho menos extrema del Partido Siempre Opuesto a España actual en que se ha con vertido ese PSOE que nunca fue muy bueno para España pero sin duda mucho mejor hasta la llegada de José Luis Rodríguez y su clon, aunque lo de impresentable lo volvió a dejar patente en su atuendo pese a que esta vez no iba en camisa con manchas de sudor y se mejoró un poco con el jersey, pero impresentable al fin pese a su papel que adoptó de monjita, tratando de “moderar” lo que los moderadores no conseguían o tal vez perseguían. Por último, el Dr. Plagio cum Fraude, todavía presidente con minúscula del gobierno también con minúscula, formado gracias a los enemigos de España, con los que quiere repetir su aventura viajera y desnortada en Falcon, gratis total, sí que demostró su indigencia intelectual al no salir de la “lectura del debate” -algo insólito- y del abuso de la palabra “mentira”, que en la boca de semejante “Pinocho” -justificó su moción de censura para “convocar elecciones”, decía- no dejaba de ser una triste paradoja, con la continua mención del partido ausente por decisión de la Junta Electoral Central, que tuvo en su boca desde el minuto uno de su primera intervención en este segundo debate -en el primero también lo sacó a relucir-, demostró que lo de impresentable también le cuadra perfectamente al personaje consorte de la responsable para asuntos africanos del Instituto de Empresa, puesto por el que se dice que no aparece pese a la suculenta nómina, do ut des?

En fin, los debates pasaron con distintos niveles de valoración para cada uno de los días. Los medios -¿qué haríamos sin los, en su mayor parte, “creadores de opinión” medios?-, dijeron en general que en el primero fue el líder naranja el que mejor parado salió y que al del PP lo encontraron ausente por momentos -tal vez pagó su bisoñez en este tipo de confrontaciones-, mientras el morado estuvo “aseado” -verbalmente hablando, claro, porque su melena y atuendo no lo fueron especialmente- y el del Falcon y demás medios aéreos para su solaz, personal y familiar, perdió los papeles en varias ocasiones ante las andanadas de Rivera y Casado, con los que no pudo en ningún momento.

Pero llegó el martes y con él cambiaron las tornas y las actuaciones de los debatientes, bueno no todas. Tras este segundo debate, la opinión más generalizada entre los antes citados medios -que comparto- fue que Pablo Casado había superado su pequeño desconcierto del día anterior hasta ser en la mayoría el más valorado de los cuatro, mientras Alberto Carlos Rivera apareció sobrepasado, tal vez traicionado por su “triunfo” del lunes que le llevó a una acelerada sobreactuación en la que han coincidido muchos, haciéndole perder las mieles de la victoria ante su potencial “socio” de gobierno. Hubo coincidencia en dar como buena la actuación de Pablo Iglesias, especialmente ponderada por los medios de izquierdas que, pese a todo, como alguno nacionalista catalán, no dudaron en dar como “vencedor” al coautor de la tesis compartida y del libro dictado a su pupila tránsfuga que le dio “forma bibliográfica”.

En resumen, lo mejor que he visto como crónica de los dos debates ha sido la que hizo otro de mis compañeros de grupo y en este caso amigo y compañero de desventuras en VOX allá por 2014, comparando los dos debates con un partido de fútbol en el que el primer tiempo acabó con un esperanzador resultado de “derecha”, 1 – izquierda 0, con “gol” de Rivera, y el segundo, y en principio el partido, con el de “derecha”, 2 – izquierda, 1, con “goles” de Casado y PabLenin, con un comparsa por la izquierda, más bien pasmarote, que pasó desapercibido salvo en sus pérdidas de control por las tarascadas dialécticas de una derecha y los “inoportunos” regalos en forma de fotos y “libros”, junto al largo testamento corrupto, de la “otra”. Lo malo es que este “partido”, aunque aparentemente “ganado” en los debates por dos de las “tres derechas”, tiene pendiente una “prórroga” que se juega el domingo y “hasta el rabo todo es toro”.

Como indicio de lo que se puede esperar, escuchaba esta mañana en un programa televisivo a cuatro jóvenes, dos chicas de izquierdas y dos chicos de derechas. Ellas dos coincidían en la duda sobre decidirse por el PSOE o Podemos, aunque en distinta proporción en cada una para uno u otro partido, mientras los dos chicos diferían en su idea de voto, uno, con banderita española en el ojal de la chaqueta, dudaba entre las tres opciones -PP, Ciudadanos o VOX- y el segundo tenía claro que su opción era el Partido Popular. Me sumo al último.

En fin, que Dios reparta suerte y un poco de sentido común -del bueno- a los depositantes de papeletas en las urnas.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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